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viernes, 1 de marzo de 2013


εὐαγγελίζομαι [proclamar buenas noticias], εὐαγγέλιον [buena noticia, evangelio], προευαγγελίζομαι [proclamar de antemano], εὐαγγελιστής [evangelista]

εὐαγγελίζομαι
A.     בָּשַׂר en el AT. Esta palabra significa «proclamar buenas noticias» (1 R. 1:42). En vista de 1 Reyes 1:42, el sentido básico parecería ser sencillamente «transmitir un mensaje», pero la raíz misma contiene el elemento de gozo, de modo que un uso común es anunciar una victoria, y el mensajero se ve a sí mismo como portador de buenas nuevas (2 S. 4:10). Se puede ver la transición hacia un uso religioso en 1 Samuel 31:9, donde la proclamación de victoria en la tierra de los filisteos tiene un carácter cultual. Hay paralelos en el Salmo 68:11, donde las mujeres proclaman la victoria en un canto que Dios mismo les ha dado, y el Salmo 40:9, donde se declara la liberación ante la congregación. El término resulta especialmente significativo en Isaías 40ss, donde el mensajero llega a Sión a proclamar la victoria mundial de Dios que da inicio a la edad de la salvación (52:7). Esta declaración no es pura palabra y aliento humanos, ya que es Dios mismo quien habla por medio de ella, haciendo realidad lo que se dice mediante su propia palabra creadora. El Salmo 96:2ss produce el mismo efecto. La gran hora escatológica ha llegado, y el mensaje de las gestas poderosas de Dios se publica a las naciones. En efecto, los gentiles mismos llegarán a proclamarlo (Is. 60:6). El mensajero asume una significación cúltica con esta proclamación eficaz del dominio regio de Dios, y el profeta comparte esta significación como quien ha sido ungido para llevar buenas nuevas a los afligidos (Is. 61:1). Todos estos temas –la expectación escatológica, la inclusión de los gentiles, y los lazos con la salvación, la rectitud y la paz (Sal. 95:1; 40:9; S. 52:7)– apuntan ya hacia el NT.
B.     εὐαγγελίζομαι entre los griegos. Este verbo, generalmente en voz media, con dativo o acusativo de persona, con un περί para introducir el mensaje, y a veces una preposición que denota al destinatario, se usa con el significado de llevar noticias, especialmente de una victoria o algún otro acontecimiento gozoso, en persona o por carta. Con frecuencia, especialmente en la guerra, la noticia puede ser falsa. Con este término se pueden combinar palabras como salvación, pero también, en el griego secular, la idea del destino o la fortuna. El mensajero puede venir con un oráculo, y esto comporta el pensamiento de «promesa» o incluso «amenaza». También encontramos que este término se usa para anunciar, en el palacio real, la llegada del hombre divino Apolonio. Las ideas de victoria y liberación constituyen lazos con el NT, pero el NT no sabe nada de la fortuna, y Jesús, a diferencia del hombre divino, es él mismo el contenido del mensaje. Más aún, tanto en el AT como en el NT este término tiene una actualidad de pronunciamiento que no se halla en el sentido secular de la promesa revelada.
C.     La Septuaginta, Filón y Josefo.
1.     La LXX usa este grupo para בָּשַׂר (aunque tiene παιδάριον para el mensajero con malas noticias, en 1 S. 4:17). Prefiere εὐαγγελιζόμενος a εὐάγγελος para el mensajero, en una traducción más literal del hebreo. Por otro lado, debilita el hebreo en Isaías 40:9, Salmo 68:11 e Isaías 52:6–7 al generalizar el concepto, minimizando la eficacia de la palabra divina, y perdiendo la idea de la alborada del reinado divino. Más frecuentemente conecta εὐαγγελίζασθαι con la salvación (cf. Is. 60:6) y también lo conecta con δόξα (Éx. 15:11), ἀρετή (Is. 42:12) y αἴνεσις (Sal. 106:47).
2.     Filón se acerca al mundo griego del pensamiento. Usa este verbo para anunciar buenas noticias, a veces poéticamente como cuando un almendro anuncia una buena cosecha. En una alegoría sobre Éxodo 14:30 el sentido es «prometer». También encontramos en él la terminología del culto al emperador.
3.     Josefo usa este término, como Filón, para anunciar buenas noticias, y también en el sentido de «prometer», como en Antigüedades 5.24, 277. En ninguno de estos dos escritores hay sentido alguno de la historia de salvación o de la escatología; las experiencias individuales reemplazan la gran historia de Dios, y por ello no hay lugar alguno para el portador de buenas noticias en el sentido de Isaías 40ss.
D.     El judaísmo palestinense. Aquí בָּשַׂר normalmente significa «proclamar buenas noticias», pero a veces también malas noticias. Con una referencia futura encontramos también el sentido «prometer». Pero la idea del mensajero de Isaías 40ss, con quien amanece la era mesiánica, se puede hallar también aun cuando la tradición referente al mensajero no sea uniforme (puede ser anónimo, o ser Elías, o ser el Mesías, o puede haber muchos mensajeros). Está viva la expectación de la gran edad del reinado salvífico de Dios, y si el mensaje es primeramente para Israel también es para los gentiles, y para los muertos así como para los vivos, por cuanto el Dios de Israel es también Señor del mundo entero.
E.     εὐαγγελίζομαι en el NT. Este verbo (junto con εὐαγγέλιον) es común en Lucas y Hechos y bastante común en Pablo, pero no figura en los escritos juaninos (tal vez porque en Juan el concepto primordial es el del cumplimiento). Tampoco encontramos este verbo en Marcos, Santiago, 2 Pedro ni Judas, y sólo aparece en Mateo una vez, dos en Hebreos, y tres en 1 Pedro (εὐαγγελίζειν dos veces en el Apocalipsis).
1.     Jesús. Jesús trae la buena noticia del tiempo final esperado (Mt. 11:5). El mensaje lleva consigo el cumplimiento. Las obras de Jesús son señales de la era mesiánica. En Nazaret Jesús se aplica a sí mismo Isaías 61:1 (Lc. 4:18). Con él se proclama la buena noticia del reino de Dios (Lc. 16:16). Lucas 8:1 resume el ministerio entero de Jesús cuando lo llama heraldo y mensajero del reino. Su vida entera proclama el evangelio. Su nacimiento es buena noticia (Lc. 2:10). Su venida, su obra y su muerte son la gran proclamación de la paz (Ef. 2:14ss). Él predica la buena noticia inclusive a los muertos (cf. 1 P. 3:19 y 4:6).
2.     Juan el Bautista. Lucas 3:18 dice de Juan que él predicaba al pueblo la buena noticia. Como Elías, él proclama el reinado inminente de Dios (Lc. 1:17; Mt. 11:14; 17:12). Aunque pertenece a la edad antigua, es más que un profeta. Por eso un ángel trae la buena nueva de su nacimiento (Lc. 1:19), él prepara el camino de Dios, y como precursor del Mesías es un evangelizador cuya historia es el inicio del evangelio (Mr. 1:1).
3.     La hueste de testigos. Romanos 10:15 relaciona Isaías 52:7, no con el Mesías, sino con los mensajeros del evangelio, aun cuando tanto el TM como la LXX tienen un singular. La razón de esto es que Jesús había enviado a los doce a predicar el evangelio (Lc. 9:1ss) y luego había dado la tarea de evangelizar (proclamar la buena noticia acerca de él mismo) a la iglesia (cf. Hch. 5:42; Felipe en 8:12, 35, 40). El mensaje se anuncia tanto a judíos como a gentiles (Hch. 11:20). Pablo está llamado, de un modo especial, a ser el evangelista de los gentiles (Gá. 1:16; Ro. 15:20; 1 Co. 15:1; 2 Co. 10:16; Hch. 14:10; 17:18). Esta es su gracia (Ef. 3:8). Su ministerio entero es εὐαγγελιζασθαι (1 Co. 1:17). El mismo mensaje se anuncia tanto a cristianos como a paganos (Ro. 1:15; Hch. 14:15), ya que Dios mismo habla por medio de él a toda la humanidad. El contenido es el propio Jesús (Gá. 1:16), su pasión y resurrección (1 P. 1:11ss; Hch. 17:18), el reino (Hch. 8:12), el AT en su testimonio de Cristo (Hch. 8:35), la palabra (Hch. 15:35) y la fe (Gá. 1:23). Términos paralelos son predicar, enseñar y dar testimonio. εὐαγγελιζασθαι no es simplemente hablar sino proclamar con poder, con el acompañamiento de señales. Es así como esto trae curación (Mt. 4:23), gozo (Hch. 8:8), salvación (1 Co. 15:1–2) y regeneración (1 P. 1:23ss) como la propia palabra de Dios en el poder de su Espíritu (1 P. 1:12). Al ser proclamación de la buena nueva de Dios, comporta tanto el ofrecimiento de la salvación como su poder. Se pueden señalar dos usos especiales: en 1 Tesalonicenses 3:6 la fe y el amor de los tesalonicenses son el tema de la buena noticia que ha traído Timoteo, y en Hebreos 4:2, 6 la proclamación del AT va incluida con su elemento de promesa.
4.     Dios. Dos veces es Dios el sujeto del evangelizar. En Hechos 10:36 él hace que por medio de Cristo se proclame la paz; la historia de Jesús es la buena noticia de paz y gozo que Dios anuncia. En Apocalipsis 10:7 Dios ha anunciado la buena noticia de su reino venidero a sus siervos, los profetas del AT y del NT.
5.     Los ángeles. Gabriel da la buena noticia del nacimiento del Bautista en Lucas 1:19, y el ángel anuncia el nacimiento del Salvador en Lucas 2:10. En ambos casos el mensaje es evangelio porque ha llegado el tiempo de la salvación, y por lo tanto se puede proclamar un gran gozo.
εὐαγγέλιον
A.     εὐαγγέλιον fuera del NT.
1.     בְּשׂרָה en el AT. Este sustantivo, mucho menos común que el verbo, figura sólo seis veces en el AT y significa 1. «buena noticia» (2 S. 18:20, 27; 2 R. 7:9) y 2. «recompensa por una buena noticia» (2 S. 4:10; 18:22). La palabra proclamada se equipara con su contenido; las malas noticias traen pena, las buenas noticias alegría. El portador de malas noticias es, por lo tanto, culpable y puede ser castigado por ello (2 S. 1:15–16), mientras que al portador de buenas noticias se le premia. El uso en el AT es puramente secular.
2.     εὐαγγέλιον entre los griegos.
a.     Esta palabra es un adjetivo así como un sustantivo, y significa «lo propio de un εὐάγγελος», e. d. ya sea una buena noticia, o la recompensa por ella. Esta palabra se convierte en término técnico para «noticias de victoria». Hay todo un rito que rodea la venida del mensajero que trae esta noticia, p. ej. adornar su lanza con laureles y coronar su cabeza. También se ofrecen sacrificios cuando llega la noticia, se ponen guirnaldas en los templos, se efectúa un ἀγών, y se coronan las ofrendas. Las palabras contienen buena fortuna; de ahí el premio para el mensajero. El primer mensajero recibe una recompensa más elevada; a un mensajero que se retrasa se le puede castigar. Pero, dado que circulan informes mentirosos, la recompensa se da sólo después de verificar la noticia. Un εὐαγγέλιον puede ser también una revelación oracular. Por un εὐαγγέλιον así se ofrecen acciones de gracias, aunque, cuando los efesios no creen en un oráculo de Apolonio, este les ordena aplazar el sacrificio hasta que se cumpla lo que él ha dicho.
b.     εὐαγγέλιον es particularmente importante en el culto al emperador. El emperador es un gobernante divino que controla la naturaleza, dispensa curación, sirve como dios protector, y trae buena fortuna; su nacimiento va acompañado de señales cósmicas. Los mensajes imperiales, entonces, son mensajes gozosos, puesto que lo que él dice es un acto divino que implica el bien y la salvación. El primer εὐαγγέλιον es la noticia de su nacimiento, luego su llegada a la mayoría de edad, luego su ascenso al trono. Las ofrendas y los festivales anuales celebran la era nueva y más esperanzada que con él comienza. Su ascenso al trono es un evangelio para sus súbditos. Este εὐαγγέλιον imperial, como el del NT, tiene una fuente en el Cercano Oriente, pero a los muchos mensajes imperiales el NT contrapone el único evangelio, y a los muchos ascensos la única proclamación del reino de Dios. Una vez más, el NT podrá usar un lenguaje conocido, pero lo asocia con el escándalo de la cruz (1 Co. 1:17), la penitencia y el juicio, de modo que a algunos les debe haber parecido irónico (Hch. 17:32). César y Cristo se contraponen entre sí. Tienen mucho en común, porque ambos aseguran ser evangelio, pero pertenecen a mundos diferentes.
3.     La Septuaginta y Josefo.
a.     La LXX no usa εὐαγγέλιον en singular. En plural la palabra aparece sólo en 2 Samuel 4:10 como «recompensa por una buena noticia»; ἡ εὐαγγελία se usa en 2 Samuel 18:22, etc. Este término es poco común, y en ninguna otra parte se halla una distinción entre él y εὐαγγέλιον. Es bien claro que el uso que hace el NT de εὐαγγέλιον no se deriva de la LXX, puesto que el NT no tiene nunca el plural ni el sentido de recompensa.
b.     Filón no usa el sustantivo, pero Josefo tiene ἡ εὐαγγελία, τό εὐαγγέλιον y τά εὐαγγέλια para «buenas noticias», especialmente en relación con el culto al emperador.
4.     El judaísmo rabínico. Esta fase no nos ayuda mucho en lo que al sustantivo respecta. Los rabinos usan el término hebreo para buenas noticias (o a veces noticias tristes), y puede tener sentido religioso, pero no lo emplean para la buena nueva escatológica. La razón parece ser que, si bien esperan el acto escatológico, y al mensajero que lo anuncia, el mensaje en cuanto tal no es nuevo y por lo tanto no es tan importante. El acento que se pone en el acto, sin embargo, sí es significativo, ya que influye sobre el entendimiento neotestamentario de εὐαγγέλιον como algo que denota acción así como contenido, lo cual sería sumamente insólito en griego. El hecho que εὐαγγέλιον parezca ser un préstamo para describir el evangelio del NT, y como tal propenso a maliciosos juegos de palabras, no demuestra lo contrario, por cuanto el judaísmo palestinense era en gran medida bilingüe.
B.     εὐαγγέλιον en el NT. Marcos usa el sustantivo ocho veces, Mateo cuatro, y Lucas (que prefiere el verbo) ninguna. Hay dos casos en los Hechos, sesenta en las obras paulinas, y sendos casos en 1 Pedro y el Apocalipsis.
1.     Los autores de los Sinópticos. Con la excepción del título (1:1) y el resumen general en 1:14, Marcos usa εὐαγγέλιον sólo en dichos de Jesús. Se han expresado dudas en cuanto al uso real de la palabra por el propio Jesús, con la posible excepción de Marcos 14:9. Sin embargo, la verdadera pregunta es si esto es congruente con el asunto mismo. La proclamación de Jesús es indudablemente una buena noticia, y él mismo es su proclamador, de modo que tenemos una transición evidente desde el verbo hacia el sustantivo. Más aún, con su conciencia mesiánica, Jesús se da cuenta de que él no está simplemente trayendo una nueva enseñanza, sino que se está presentando a sí mismo como contenido de su mensaje, de modo que para los discípulos εὐαγγέλιον implica una revelación del secreto mesiánico. De manera que, si bien el verbo podría ser el mejor término para el propio Jesús, el sustantivo es apto para la continuación directa de su proclamación por la comunidad. La cuestión de si la palabra es original en la propia enseñanza de Jesús es, por consiguiente, de importancia secundaria, como lo es también la cuestión de si «evangelio del reino» o «evangelio de Jesús» es más auténtico, o de si el genitivo en 1:1 es objetivo o subjetivo. Jesús proclama el evangelio, y a la vez lo es y lo hace presente. Su contenido es el cumplimiento del tiempo y la cercanía del reino. Al ser contrario a las apariencias, exige arrepentimiento y fe. Durante su ministerio Jesús lo restringe a Israel, pero todas las naciones habrán de entrar con la era mesiánica (Mt. 8:11), de modo que, cuando Jesús es exaltado como Señor en la resurrección, la proclamación se extiende a los gentiles y es, en sí misma, un acontecimiento escatológico (Mr. 13:10).
2.     Pablo.
a.     La mayoría de las referencias del NT a εὐαγγέλιον se hallan en Pablo. Su uso de τό εὐαγγέλιον muestra que el concepto es ahora un concepto fijo, tanto para él mismo como para sus lectores. Como se puede ver por 2 Corintios 8:18; Filipenses 4:3, 15, se refiere al acto de proclamación, pero 1 Corintios 9:14 muestra que también puede referirse al contenido. Este sentido doble es especialmente evidente en Romanos 1:1: «apartado para el evangelio de Dios», porque, si bien Pablo está apartado para predicar el evangelio, la cláusula que sigue (vv. 2–3) describe su contenido.
b.     Los verbos de hablar y oír indican que se ha de declarar un mensaje específico (cf. 1 Co. 15:1; 9:14; Gá. 2:2; 1 Ts. 2:2; 2 Ti. 1:11; Col. 1:5, 23; Gá. 1:12). Dos pasajes resumen el contenido (Ro. 1:1ss y 1 Co. 15:1ss), y cf. Romanos 2:16; 16:25; 2 Timoteo 3:8. Por Romanos 1:1ss nos enteramos de que el Hijo preexistente se ha hecho hombre, y en cuanto tal es el Mesías davídico esperado, y ha sido exaltado como κύριος con su resurrección. La resurrección presupone la muerte y la pasión. Como mensaje de Jesús, el evangelio trae la paz (Ef. 6:15), pero el juicio también forma parte de su contenido (Ro. 2:16). El evangelio también fortalece (Ro. 16:25) por ser la revelación del plan salvífico de Dios concurrente con la predicación de Jesús. No se insinúa ruptura alguna con respecto al AT, ya que el evangelio es el cumplimiento de la promesa (Ro. 1:1ss) tanto en su predicación como en su mensaje. Al dar testimonio de Cristo, el AT forma parte del evangelio y sirve para darlo a conocer a las naciones (Ro. 16:26). Lo nuevo es lo que el mensaje realiza. Si el contenido ha de resumirse en una sola palabra, esa palabra es Cristo (cf. Ro. 15:19; 1 Co. 9:12; 2 Co. 2:12; Gá. 1:7; Filipenses 1:27, etc.; tb. 2 Ts. 1:8 y Ro. 1:9). Importa poco si el genitivo en la frase «evangelio de Cristo» es objetivo o subjetivo, puesto que Cristo es tanto autor como contenido al ser simultáneamente el Señor Exaltado y Encarnado.
c.     El evangelio consigna un acontecimiento histórico, pero este acontecimiento trasciende la historia ordinaria. Asimismo, consta de relatos y enseñanzas, pero también se relaciona con la realidad humana y demuestra ser un poder viviente. El «por nuestros pecados» de 1 Corintios 15:3 hace de él un mensaje de juicio y de gozo. La «resurrección de entre los muertos» de Romanos 1:4 muestra que es el inicio de la resurrección general. Si el evangelio es testimonio de la historia de salvación, es él mismo historia de salvación porque llega a las vidas humanas, las reconfigura y constituye las comunidades. No puede ser captado de manera ordinaria (2 Co. 4:3); en él tiene lugar una revelación divina. Mediante el evangelio Dios nos llama a la salvación por medio del predicador (2 Ts. 2:14), nos interpela a que tomemos una decisión, y reclama nuestra obediencia (Ro. 10:16; 2 Co. 9:13). Vamos a ser juzgados según nuestra actitud ante él (2 Ts. 1:8). El evangelio no es palabra vacía; realiza lo que dice, porque Dios es su autor (Ro. 1:1, etc.). En todas partes está en acción (Col. 1:5), y hace que los gentiles entren en posesión de la promesa (Ef. 3:6). No hay que poner obstáculo alguno ni a su proclamación ni a su operación (cf. 1 Co. 9:12). Queda cumplido cuando tiene efecto (Ro. 15:18ss). Trae la salvación (Ef. 1:13; Ro. 1:16). Revela la rectitud justificante de Dios, combinando el juicio y la gracia (Ro. 1:16–17). La fe brota gracias a él y se dirige a él (Fil. 1:27). Da nueva vida (1 Co. 4:15); la vida lograda por medio de la muerte y resurrección de Cristo llega a hacerse real por medio de él (cf. 2 Ti. 1:10). Media la presencia de algo futuro (Col. 1:5) y es por lo tanto un acontecimiento escatológico, que da cumplimiento a la esperanza (cf. Col. 1:23). Al realizar lo que proclama, puede ser un término para designar la salvación misma (1 Ts. 2:8). El ser partícipes en él no es simplemente cooperar en la evangelización, sino ser partícipes de la salvación que él trae. En él brilla la gloria divina de Cristo (2 Co. 4:4). El propio Cristo está presente en él (cf. 1 Ts. 2:12; Col. 1:10; Fil. 1:27). Pablo está en la cárcel tanto por causa de Cristo como por causa del evangelio (Flm. 9, 13). Mensaje y contenido son uno solo (2 Co. 10:14). Nos obliga a servir (Col. 1:23) como partícipes en él (1 Co. 9:23). En Romanos 15:16 se trata de un cimiento cultual donde Pablo ofrece un servicio sacerdotal, pero, al ser distinto de la elección, es un orden de salvación en Romanos 11:28 y un misterio declarado en Efesios 6:19.
d.     Pablo puede hablar de «nuestro» evangelio (2 Co. 4:3) o de «mi» evangelio (Ro. 2:16). También se puede referir al evangelio que «él» predicó (1 Co. 15:1; Gá. 1:11; cf. 2:2). No quiere decir con eso que tenga un evangelio especial. Solamente comparte con otros el único evangelio de Cristo (Gá. 1:16). Es suyo porque le ha sido confiada su proclamación (1 Ts. 2:4; 1 Ti. 1:11). Él es su heraldo, apóstol y maestro (2 Ti. 1:10). Está llamado a predicarlo (Ro. 1:1) a los gentiles (Gá. 1:16). Sirve a Cristo como evangelista (Ro. 1:9). Es copartícipe del evangelio (1 Co. 9:23), y en cuanto tal es un sacerdote (Ro. 15:16) y un siervo (Ef. 3:7). Sufrir con él es sufrir con el evangelio (2 Ti. 1:8). Pero si él está en cadenas, el evangelio no lo está (2 Ti. 2:8ss). Su prisión es para defender y confirmar el evangelio (Fil. 1:7). Lo que le sucede a él promueve el evangelio. Los que le sirven a él, sirven al evangelio (Fil. 2:22). Él es padre de Timoteo por medio del evangelio (1 Co. 4:15).
e.     El evangelio enseña el uso correcto de la ley, al revelar la gloria de Dios (1 Ti. 1:11). Ley y evangelio no se hallan en antítesis directa. Los judaizantes también consideran que su propia enseñanza es evangelio. Sin embargo, para ellos el evangelio se convierte en proclamación de la ley. Lo que Pablo contrapone a la ley es la promesa, no el evangelio. La promesa data de antes de la ley, e inclusive en el AT constituye el verdadero fundamento de aceptación. Llega a su cumplimiento en Cristo y manifiesta el verdadero propósito de la ley. El evangelio de Pablo es el mismo que el de los otros (Gá. 1:11; 1 Co. 15:1ss). Su autor es el Señor resucitado (Lc. 24:19ss). Pero como apóstol a los gentiles, Pablo es el que confronta la cuestión de ley y evangelio. Los cristianos judíos observan la ley aunque son libres con respecto a ella. Pablo mismo hace eso (1 Co. 9:20). Pero la salvación se halla sólo en Cristo, tanto para circuncisos como para incircuncisos (cf. Gá. 2). Cristo no nos permite ser ni legalistas ni libertinos. El evangelio exige obediencia. Es un criterio de conducta (Fil. 1:27). Somos obedientes a él cuando somos activos en el ministerio del amor (2 Co. 9:13ss).
3.     El Apocalipsis. En Apocalipsis 14:6–7 un ángel proclama el evangelio, el evangelio es eterno, y no se usa artículo. Puesto que el contenido parece ser el juicio, algunos piensan que aquí no se trata del evangelio de Cristo. Sin embargo, el que lo proclama es un ángel porque el tiempo es breve. Esta predicación es una señal del fin. El verdadero contenido no es el juicio sino el temor al Señor (Mr. 1:14–15) y la adoración al Creador (Hch. 14:15).
C.     Transición del término εὐαγγέλιον hacia la designación de un libro. En el NT el εὐαγγέλιον es la predicación oral. Los escritos de los apóstoles no son εὐαγγέλιον; lo declaran (cf. 1 Co. 15:1). Pronto, sin embargo, las obras que contienen las palabras y acciones de Jesús llegan a ser llamadas ellas mismas evangelio. Es así como los misioneros adquieren una misión tanto verbal como escrita. El evangelio se predica pero también se lee. Ignacio todavía usa «evangelio» en el sentido dinámico de Cristo como centro y meta de la historia de la salvación. En la Didajé abarca la tradición completa. Ireneo puede hablar de los Profetas y los Evangelios, e. d. el AT y el NT. Pero también se refiere a los cuatro Evangelios, todos los cuales, por supuesto, proclaman el mismo evangelio. Eusebio usa «Evangelio» para la colección completa así como para cada libro individual, y Clemente de Alejandría dice «en los evangelios» cuando cita una afirmación que en realidad se halla sólo en un Evangelio.
εὐαγγελιστής. Excepto en escritos eclesiásticos, esta palabra es poco común. En el NT aparece tres veces: para Felipe en Hechos 4:11, para Timoteo en 2 Timoteo 4:5, y para los evangelistas como grupo en Efesios 4:11. El evangelista no proclama oráculos, como entre los griegos, sino la buena noticia (Ro. 10:15). El término denota una función que los apóstoles también ejercían, si bien no todos los evangelistas eran apóstoles, y la función es de menor rango que la de los apóstoles en esas tres referencias. Se denota la proclamación congregacional así como misionera (cf. 2 Ti. 4:5). En la iglesia antigua los evangelistas continúan la obra de los apóstoles. La palabra llega a usarse también para designar al autor de un Evangelio.
προευαγγελίζομαι. Esta palabra, que no se encuentra en el griego clásico, se usa en Gálatas 3:8 para mostrar que la promesa hecha a Abraham es una predicación anticipada del evangelio. El προ-ευαγγέλιον se convierte en εὐαγγέλιον cuando la promesa se cumple en Cristo (3:16) y queda asegurada para los gentiles la justificación por la fe.

1 comentario:

Josué Brenes dijo...
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