¿Imitadores o bufones en la fe?
En el NT encontramos μιμέομαι, μιμητής y
συμμιμητής. En 3 Juan 11 simplemente tenemos una admonición general; en
contexto significa tomar como modelo a Demetrio en vez de Diótrefes (vv. 9ss).
En Hebreos 13:7 (cf. 11:4ss; 12:1ss) imitar la fe significa no simplemente
esforzarse por vivir a la altura de la fe de otros, sino una disposición a
emprender el mismo camino de fe en un compromiso completo con Cristo. En
Hebreos 6:12 μιμηταί tiene un énfasis fuertemente activo, a menos que el punto
sea una simple comparación, es decir, que los lectores deben heredar las
promesas como aquellos que han mostrado fe y paciencia. En 1 Tesalonicenses
2:14 el punto es la comparación; lo que les sucedió a las iglesias de Judea les
ha sucedido ahora a los tesalonicenses y no es ninguna excepción a la regla. En
2 Tesalonicenses 3:7, 9 Pablo se propone él mismo como ejemplo de ganarse su
propio pan sin ser una carga para los demás. Aquí τύπος es más que un patrón;
es un modelo autoritativo. τύπος figura también en Filipenses 3:17, que exige
que los lectores se unan en la imitación de Pablo y también se fijen en
aquellos que se conducen de ese modo. Aquí, de nuevo, Pablo no es sólo un
patrón sino también un ejemplo autoritativo. Ellos deben caminar como él lo
hace, pero al hacerlo así deben obedecer. Este elemento de obediencia es muy
claro en 1 Corintios 4:16, ya que Pablo ha enviado a Timoteo para recordarles a
los corintios sus «caminos» en Cristo, e. d. no simplemente su conducta sino
sus directrices. Lo mismo se aplica en 11:1. Sin duda, Pablo se ofrece él mismo
como modelo en 10:32–33. Él mismo sigue el mismo criterio que les manda a sus
lectores. Pero la imitación implica obedecer la regla así como copiar el
ejemplo de Pablo. Es por esto que Pablo añade: «como yo lo soy de Cristo». Si
quisiera decir simplemente que Cristo es un modelo para él, entonces sin duda
les habría señalado a los corintios directamente a Cristo y les habría
explicado en qué sentido es Cristo un modelo. Cristo es, desde luego, un modelo
en este sentido en Romanos 15:1ss y Filipenses 2:4ss. Pero en estos pasajes
Pablo elabora la idea, y en cualquier caso no es seguro que Cristo como modelo
sea realmente el concepto central en Filipenses 2:4ss. El punto, entonces, es
más bien que los corintios deben imitar a Pablo haciendo caso de su palabra,
así como él imita a Cristo entendiendo el ministerio apostólico tal como Cristo
lo desea. La propia autoridad de Pablo descansa sobre la autoridad superior de
Cristo. (En estas líneas, 11:2 está relacionado más de cerca con 11:1 de lo que
a veces se piensa.) En 1 Tesalonicenses 1:6, «y del Señor» es una
intensificación, y la frase siguiente muestra hasta qué punto los
tesalonicenses son imitadores. Surge la pregunta, por supuesto, de si el
énfasis en esta frase añadida se pone en recibir la palabra o en la mucha
aflicción y gozo. Si es lo primero, entonces la idea es que al recibir la
palabra los lectores se hacen imitadores obedeciendo, y se convierten en τύπος
(v. 7) simplemente haciéndose creyentes y volviéndose a Dios (v. 8). Si el
énfasis recae en la aflicción y el gozo, la imitación tiene algo más de la
naturaleza de una comparación. En Efesios 5:1 el «pues» o «por lo tanto» hace
referencia hacia atrás a 4:32, y hacia adelante a 5:2. Si el punto es que Dios
debe ser un ejemplo, entonces lo mismo se aplica a Cristo en 5:2. Pero 5:2 (cf.
4:32) parece estar suministrando más bien el motivo ético. El punto de 5:1,
entonces, es que como hijos hemos de seguir la voluntad paterna de Dios,
mostrando así que somos hijos. Tomar por modelo a Dios no es ser igual a Dios,
sino vivir conforme a su amor de perdón. En general, Pablo usa el grupo en tres
sentidos: (1) comparación (1 Ts. 2:14), (2) seguir un ejemplo (2 Ts. 3:7, 9),
con una clara implicación de la autoridad de Pablo, y (3) obedecer órdenes (1
Co. 4:16; 11:1; 1 Ts. 1:6; Ef. 5:1). El NT en su conjunto no enseña la
imitación en el sentido primario de imitar un ejemplo, sino más bien en el
sentido predominante de discipulado, e. d. de obediencia a la palabra y la
voluntad del Señor, ya sea directamente o por medio de los apóstoles.
Analicemos más de cerca los términos
asociados:
μιμεόμαι (Mimeóme), imitar, seguir en pos;
μιμητής (mimytís) imitador; συμμιμητής (symmimitís) coimitador.
1. Mimeóme μιμεόμαι (desde el s. VI a. C:
de la raíz mi = cambiar) significa imitar, reproducir, lo que se ve en otros
(así, según Aristóteles y Demócrito, al principio de la cultura, los hombres
debieron aprender de los animales: de las arañas a tejer y a coser, de la
golondrina, a construir casas; como ampliación de esto, cf. los materiales
recogidos por Michaelis, loe. cit., 661 ss), emular con alegría, seguir; en el
arte (teatro, pintura, plástica, poesía) representar la realidad mediante la
imitación, imitar artísticamente (p. ej. Aristóteles —en contra de Platón— ve
en la imitación de la realidad el fundamento positivo del arte. Cf. Michaelis,
loe. cit., 662). El actor teatral es, por ello, el μῖμος [mimos], el mimo
(desde Esquilo).
El mimetés (lat. imitator) es el imitador,
espec. el artista que imita algo. En sentido un tanto peyorativo, las palabras
designar el imitar sin gracia o bien la copia o el plagio. Ya desde muy pronto
(en el presocrático Demócrito) este grupo de palabras sirve para designar una
exigencia ética entre los hombres: hay que imitar el bien y no el mal; hay que
imitar la valentía de un héroe, el buen ejemplo de un maestro o hay que tomar
como modelos a los padres.
2. Una posición central ocupan las palabras
de este grupo en la cosmología platónica: todo el mundo inferior de las sombras
o apariencias es únicamente la copia μίμημα (Mímyma) visible «correspondiente»
e imperfecta del modelo invisible que se encuentra en el mundo superior de las
ideas (Tim 38-48). Pronto el término μίμησις [mimysis] es una determinación
puramente real que explica la relación equivalente de diversos grados de ser
entre sí. La expresión «imitar a Dios» (Phaedr. 252 s) significa únicamente en
este contexto: rememoración de la imagen de la idea que se mantiene en la
memoria y desarrollo de este esbozo dado previamente; no entraña el elemento de
una decisión personal determinante para la imitación en sentido ético. Sólo más
tarde los filósofos griegos atestiguan una penetración creciente de
concepciones éticas en esta afirmación puramente cosmológica (cf. μανθάνω
(Manzáno).
II Las palabras μιμεόμαι (Mimeóme) y μίμημα
(Mímyma) están atestiguadas únicamente en los libros y escritos propios de la LXX
(Sab 4, 2; 9, 8; 4 Mac 9, 32; 13,9). Sólo el rabinismo conoce una imitación de
Dios en el sentido del desarrollo de la imagen de Dios en el hombre. Los
apócrifos presentan, junto a la amonestación a imitar al hombre modélico (TestBen
3, 1;4,1), la idea de la imitación de Dios ( = atenerse a sus mandamientos:
Test As 4, 3) y de determinadas cualidades de Dios (Arist. 188.210.280 s).
μιμεόμαι (Mimeóme), se encuentra sólo 4
veces (2 Tes 3, 7.9; Heb 13, 7; 3 Jn 11); μιμητής (mimytís) 6 veces (1 Cor 4,
16; 11, 1; Ef 5, 1; 1 Tes 1, 6; 2, 14; Heb 6, 12), συμμιμητής (symmimitís)
únicamente en Flp 3, 17, y siempre desde un punto de vista ético-imperativo ligado
al compromiso respecto a una conducta totalmente determinada:
1. Las palabras sirven para señalar a
personas como modelos vivos visibles, esto es, como puntos de referencia para
una conducta vital que se desprende de la -» fe. Precisamente cuando Pablo se
presenta a sí mismo como tal modelo (p. ej. 1 Cor 4,16; 11, 1; Flp 3, 17; 2 Tes
3, 7.9), él se entiende a sí mismo en esos pasajes, no como la personificación
de un ideal, que hay que imitar. Antes de amonestar a que le imiten, expresa
conscientemente el reconocimiento de su imperfección (Flp 3, 12). Aquí por
tanto, el τύπος (tipos) el -> ejemplo o modelo, no debe entenderse como la
presentación de determinadas cualidades, sino, en primer lugar, como una
conducta determinada por un objetivo concreto (Flp 3, 12-15), y en segundo
lugar, como la experiencia de la persecución, del sufrimiento etc, por amor de
Cristo, en una palabra: se trata de la vida en comunión con Cristo. Así pues,
ser imitador del apóstol significa abrazarse a Cristo con plena conciencia de
la propia imperfección, esto es, tratar de configurar la propia vida a partir
de él siempre de nuevo en la obediencia (cf. 3 Jn 11). Este estado de cosas se
muestra a las claras en 1 Cor 4, 16. Cuando Pablo, en el v. 17, les recuerda a
los corintios su camino y su doctrina, su exigencia de imitación significa que
ellos orientan su vida conforme a las indicaciones y a la conducta del apóstol.
Y aunque ahí se presupone también una autoridad apostólica incondicional que se
ha de respetar (cf. Michaelis, loe.cit., 669 ss), sin embargo, no se puede
reducir el significado de esas palabras en Pablo a la mera obediencia.
a. Pablo pretende asociar la exhortación a
la imitación no a su persona, sino a aquél al que él mismo sigue; así el
apóstol nombra dos veces junto a sí (como autocorrección y para encarecer su
parénesis) a Cristo como modelo de la imitación: en aquello que a Cristo se le
hizo (pasiva: 1 Tes 1, 6: vivir en comunión de destino con él) y en lo que él
hizo (activo: 1 Cor 11, 1: atenerse a su principio del amor). Al referirse a
Cristo, piensa Pablo con toda probabilidad, no ya en rasgos concretos de la
vida terrena de Cristo Jesús, sino en la autoridad del Cristo exaltado al
cielo, que, en su palabra y en el Espíritu santo, está presente, y con ello, a
su vez, en una conducta, como la que corresponde a aquél que pertenece al reino
de Cristo. Cristo debe ser «el sujeto que configura activamente nuestra
realización vital», no el objeto de la misma (WElert, Das Christliche Ethos,
1949, 303); pues Cristo es más que un modelo humano corriente, él es el modelo
originario, no es exemplum sino exemplar (Lutero WA 2, 518, 16). La exhortación
a imitar a Cristo en otras ocasiones la expresa Pablo no ya con μιμεόμαι
(Mimeóme), y su grupo de palabras, sino
con otras expresiones (cf. Rom 15, 3.7; 2 Cor 5, 14; 8, 9; 10, 1; Flp 2, 5 ss;
Ef 5, 2.25; asimismo Me 10, 45; Jn 13, 15, entre otros).
b) De un modo semejante a Pablo, utiliza
nuestro grupo de palabras la carta a los Hebreos. Heb 6, 12 pone delante de la
exhortación a la imitación esta advertencia:
«Desearíamos, sin embargo, que todos
mostraseis el mismo empeño hasta que esta esperanza sea finalmente realidad».
Pero, como imitadores, no están solos, sino que están entroncados con la serie
de los antepasados (cf. Michel, Heb 250). Esto es, la actitud de fe de los
padres del AT (6, 12) o de los maestros (13, 7) afianza, como el ejemplo de los
perfectos, la certeza y la seguridad de los creyentes que se encuentran todavía
en camino.
c) Por primera vez en Ef 5, 1 aflora la
idea de que hay que imitar a Dios, pero no como un ser metafísico de cualidades
determinadas que nos podrían servir de ideal, sino en su conducta revelada y
hecha visible en Cristo: el seguimiento obediente de la voluntad del Padre, que
se muestra en el amor y en el perdón (cf. Mt 5, 48 par).
3. Según eso, la «imitación» en el NT no se
concibe como una repetición esquemática. Es la actitud vital del hombre que
procede de la donación de Dios. «Así pues, la imitación no es camino hacia la
salvación a través de unos hechos piadosos o buenos, sino una conducta de
gracia, como corresponde a la salvación que se nos ha regalado» (HConzelmann,
Epheser, 83). Por eso la invitación al seguimiento sólo se puede realizar
cuando el hombre se deja agarrar por Cristo y se somete a una transformación
como la que lleva consigo la existencia dentro del reino de Cristo.
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