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lunes, 30 de julio de 2012

LOS RELATOS DEL ANTIGUO PACTO: SU USO CORRECTO





Unas notas preliminares

La  Biblia  contiene  más  lenguaje  de naturaleza  narrativa  que  de ningún otro estilo literario. Por ejemplo, más del 40% del AP (Antiguo Pacto) se comunica con estilo narrativo. Como AP constituye unas tres cuartas partes de toda la Biblia, por eso el modo descriptivo es el más común en ella. Los subsiguientes libros del AP están dispuestos  en su mayor  porción  o plenamente con naturaleza narrativa: Génesis, Josué, Jueces, Rut, 1y 2 Samuel, 1y 2  Reyes,  1 y 2 Crónicas,  Esdras,  Nehemías,  Daniel, Jonás  y Hageo: Asimismo,  Éxodo,  Números, Jeremías, Ezequiel,  Isaías y Job también contienen   gran  cantidad   de  segmentos   narrativos.   En  el  NP,  partes  amplias de los cuatro evangelios y casi todo el libro  de  los  Hechos  son  narrativos,  también.
Consideremos  que  el  Espíritu   Santo  sabía  bien   lo  que  estaba creando  cuando  infundió  una  parte  tan  grande  de  la  Biblia  en  el género narrativo.  Estas breves líneas tratarán de este tema y del buen  uso que podemos  hacer de él en nuestro servicio a Dios.

I. LAS CUALIDADES DE LA NARRATIVA
¿Qué es la narrativa?
La narrativa son relatos, no obstante de vez en cuando empleamos  la palabra  relato  para  puntualizar,  optamos  la  palabra  narración, ya que  relato  ha  alcanzado  a  tener  el vínculo  de  “lo  fingido”, como una fábula de hadas. De igual forma figura una sola historia, con un solo grupo de personajes y una sola trama. La  Biblia,  al contrario,  domina  lo que  a menudo  oímos  llamar  la historia de Dios: una historia real, muy substancial, y con continuidad compleja.
De modo que, para  los fragmentos de esta gran historia  divina  que tengan  la forma de historia y sin duda su propósito es mostrar a Dios en ejercicio en su creación y en medio de su pueblo. Las narraciones lo exaltan, nos ayudan a concebir y apreciar, y nos muestran una descripción  de  su  providencia  y  amparo. Conjuntamente, nos dan  modelos de muchas otras enseñanzas cardinales para nuestra vida. Las narraciones del AP, con todo, tienen tramas que son parte de una trama integral  exclusiva, y tienen un grupo de actores específicos, los más trascendentales de los cuales es Dios mismo.

Los niveles de la narrativa
Es bueno saber al leer e instruirse  de las narraciones del AP que la historia se cuenta, en realidad, en tres niveles. El nivel superior es todo el plan universal de Dios realizado a través de su creación.  Los aspectos  clave de la trama de este nivel superior  son la creación inicial; la caída de la humanidad; el poder y la propagación del pecado; la necesidad  de  la redención; y la encarnación y el sacrificio de Cristo.

Los aspectos  clave  del  nivel  medio  se  centran  en  Israel
El llamamiento de Abraham; el establecimiento de un linaje abrahámico a través de los patriarcas; la  esclavitud de Israel en Egipto; la liberación de la esclavitud otorgada por Dios y la  conquista de la tierra prometida en Canaán; los pecados frecuentes de Israel y su creciente deslealtad; la protección paciente de parte de Dios y sus esfuerzos por tratar de convencerlos; la destrucción final de Israel, el reino del norte, y luego de Judá; y la restauración del pueblo santo después del exilio.

Luego viene el nivel inferior.
Aquí se encuentran los centenares de narraciones sueltas que componen los otros dos niveles: la narración de José vendido por sus hermanos a la caravana de árabes camino de Egipto; la narración de Gedeón y la forma en que probó a Dios con el vellocino; la narración del adulterio de David con Betsabé y muchas más.
Observe, con cuidado: cada narración en particular en el Antiguo Testamento (nivel  inferior) es por lo menos parte de la narración mayor de la historia de Israel en el mundo (nivel medio), que a su vez forma parte de la narración de la creación de Dios y su redención (nivel superior). Esta última narración continúa en el NP. No se puede justificar ninguna narración en particular, sin reconocer su papel dentro de las otras dos. Algunas veces, una narración está compuesta por otras narraciones más cortas. Tal narración se puede llamar "narración compuesta". Por fines prácticos, lo que decimos acerca de los tres niveles de la narración no se afecta con el reconocimiento de la existencia de las narraciones compuestas en la Biblia.
Esperamos que el conocimiento de esta jerarquía  de narraciones le sirva para ser mejor cristiano en su aplicación de las narraciones del Antiguo  Testamento  a su propia  vida y al servicio a otros. Cuando Jesús  enseñó  que  las Escrituras  “...   dan  testimonio  de mí”  (Juan 5:27-29),  es obvio  que  no  se refería  a cada  uno  de los pasajes  del Antiguo  Testamento.  Las  narraciones  mesiánicas  o  tipológicas  de Cristo  (1  Corintios  10:4)  son  una  parte  importante  del  Antiguo Testamento,  pero constituyen sólo una porción  pequeña  de toda su revelación.   No  obstante,  Jesús  habló   de  la  narración   del  nivel superior, de la cual su expiación fue el acto central, y la sujeción de toda la creación a Él fue el clímax de su trama. Por eso enseñé que toda  la  Escritura  da  testimonio  de  Él  y  señala  hacia  su  señorío divino.
Lo que tenemos, pues, son narraciones particulares  (algunas veces compuestas)  dentro de una  narración  mayor,  que está  dentro de la narración  superior. Algunas están compuestas  de muchas narraciones más cortas. Esto es característico de todas las historias que tienen argumentos secundarios. En el Nuevo Testamento tenemos narraciones  (como  la  de  la  entrada  triunfal,  Lucas  19:28-46)  dentro  de narraciones mayores (Lucas-Hechos), a su vez dentro de la narración de toda la historia  de Dios, como se cuenta en la Biblia. El Antiguo Testamento es similar.
Por ejemplo, la extensa narración  compuesta que  llamamos   la  “narración   de  José”  (Génesis  37—50)  contiene muchas   narraciones   más   cortas  acerca   de  José,  tales  como  la narración de sus sueños primeros (Génesis 37:5-11), la historia de su exaltación  y  su  caída  como  esclavo  de  Potifar  (Génesis  39),   la narración  de los funerales de Jacob en Canaán (Génesis 50:1-14), etc.  De modo que,  todas  son  parte  de  la  gran  narración  general  de  la Biblia. No hay nada malo en el estudio de alguna narración  por separado, lo cual  es muy  recomendable.  Ahora  bien,  para  obtener su  sentido más  completo,   hay   que  considerar   tal   narración   dentro  de  su contexto  más  amplio.

Lo que  no es  la  narración
1.         Las  narraciones   del  Antiguo  Testamento   no  son  solamente ellas. En contraste  con  las  narraciones humanas,  la Biblia está compuesta especialmente por narraciones divinas. Dios es el héroe de  esa  historia,   si  está  en  la  Biblia. Hay personajes, sucesos, desarrollo de las tramas y puntos culminantes en las historias, pero detrás de todo eso, Dios es el “protagonista” supremo, o el personaje decisivo y principal de todas las narraciones.
2.         Las narraciones del Antiguo Testamento no son alegorías ni historias con significados ocultos, pero puede haber aspectos de las narraciones que no sean de fácil comprensión. No siempre podemos entender la manera como Dios obra en la historia, su influencia en los actos humanos y la ejecución de su propia voluntad por medio de seres humanos (algunas veces contra los deseos de las personas; véase Génesis 50:20). No se menciona siempre con precisión todo lo que Dios hizo para producir una situación que ha sido narrada en el Antiguo Testamento, y si se menciona lo que Dios hizo, no siempre se dice cómo o por qué lo hizo. En otras palabras, las narraciones no responden todas nuestras preguntas sobre un tema dado. Tienen un enfoque limitado, y nos dan solamente una  parte de todo el cuadro de lo que Dios está haciendo. Tenemos que aprender a contentarnos con esa comprensión limitada, y restringir nuestra curiosidad en muchos casos; si no, terminaremos tratando de leer entre líneas cosas que no están en las historias, y  haciendo alegorías de lo que en realidad son relatos históricos. De este modo se  puede  abusar especialmente de las narraciones en forma de parábolas.
Es verdad que la Biblia misma no dice cómo Dios hace la mayoría de sus obras milagrosas, pero la curiosidad insaciable y el deseo de saber o entender lo que la Biblia ha  excluido,  esto  es,  de  comprender  exactamente cómo ocurrieron las cosas, puede  llevar a muchas personas a aceptar explicaciones absurdas o fabricadas. La fascinación y el asombro de la pseudo-ciencia hacen que presenten explicaciones seudocientíficas de los sucesos milagrosos de la Escritura. Dios sencillamente no nos ha  dicho  en  la Biblia cómo hace todas sus  obras. Al tratar  de entender ese proceso, se encuentran explicaciones extrañas y tan incompatibles con las narraciones bíblicas, que no son explicaciones en realidad.
3.         Las  narraciones  del Antiguo  Testamento  no siempre enseñan directamente. Ponen énfasis en la naturaleza de Dios y su revelación con un método  diferente al de las partes  doctrinales o legales de la Biblia,  pues  nos  permiten   experimentar  lo  ocurrido  en  vez  de simplemente  aprender  cosas  acerca  de  los  asuntos  abarcados  por esos  sucesos  y  experiencias.  Los  dichos  modernos,  como  “para entender   bien   algo,  hay   que  experimentarlo”,   no  siempre  son verdaderos,  pero  tienen  un  germen  de  verdad.  El  conocimiento algunas veces  se adquiere mejor  y afecta la conducta de modo más permanente  cuando  surge  de la  experiencia,  o la  participación  en algo.  Al  seguir  de  cerca  la  acción  de  las  narraciones  del  Antiguo Testamento, el lector toma parte en ellas indirectamente, como pasa al  leer  cualquier  historia,  no  importa  cuán  diferentes  sean  los personajes  y el lector, y no importa  la diferencia en las circunstancias. Las narraciones dan así un conocimiento práctico de la obra de Dios en su mundo, y aunque este conocimiento sea secundario, será no obstante un verdadero conocimiento que puede ayudar a formar su  conducta.
Si  usted   es  cristiano,   el  Antiguo   Testamento   es  su   historia espiritual en sentido indirecto.  Las  promesas  y el llamamiento  de Dios  a Israel  son sus promesas  y  llamamiento  históricos  (Gálatas  3:29). En  sentido más práctico  y útil, Dios  le permite  a usted  que siga los hechos que El realizó  en aquellos tiempos, al haber  inspirado hombres  y mujeres para  ponerlos  por  escrito de la  manera  como El  quería  que fueran escritos.
Aunque  las narraciones  del Antiguo Testamento no dan siempre necesariamente  una  enseñanza  directa,  a  menudo  ejemplifican  lo que se enseña directa y categóricamente en otro lugar. Esto representa  una  enseñanza  implícita,  que en correspondencia  con  las enseñanzas explícitas de la Escritura, puede producir la enseñanza que el Espíritu  Santo  puede  usar  de  modo  positivo.  Por  ejemplo,  en  el adulterio de David  con Betsabé  (2 Samuel 11) no se afirma: “David hizo mal al cometer adulterio y asesinato.”  Se espera que uno sepa que  el  adulterio  (y  el  asesinato)  son  malos,  porque  así  se enseña explícitamente en la Biblia (Éxodo 20:13, 14). La narración ilustra el daño hecho a la vida del rey David  y a su capacidad  para gobernar. No enseña sistemáticamente  sobre el adulterio, y no se puede  usar como  el  único  fundamento  de  tal  enseñanza;  en  cambio,  como ejemplo de los efectos del adulterio en un caso específico, conlleva un  mensaje  poderoso  que  se  puede  grabar  en  la  mente  del  lector uno de los episodios dentro de una narración, tengan que tener su propia aplicación moral. No se pueden interpretar las narraciones de modo tan   minucioso  como si una de sus partes, sucesos, descripciones o declaraciones tuviera un mensaje  especial para el lector, independientemente  de las otras partes. En realidad, aun en las narraciones bastante largas, todos los componentes de la narración pueden  tener  el  mismo  objetivo de  dar  al  lector  un  mensaje principal. La narración tiene cierto movimiento, o superestructura, que enfoca un solo mensaje.

II. PRINCIPIOS PARA LA INTERPRETACIÓN DE LAS NARRACIONES
1.         Una  narración  del  Antiguo Testamento, por  lo  general no enseña directamente  una doctrina. Deben ser ratificadas por las doctrinas enceradas en el NT.
2.         Una narración del Antiguo Testamento usualmente ilustra una doctrina que se enseña con proposiciones en otra parte.
3.         Las narraciones informan lo que pasó, no necesariamente lo que debió haber pasado, ni lo que debe pasar todo el tiempo. Por lo tanto, no todas las narraciones tienen una aplicación moral identificable.
4.         Lo que los personajes de las narraciones hacen no es necesariamente un buen ejemplo para nosotros. Con frecuencia es precisamente lo opuesto.
5.         La mayoría de los personajes de las narraciones del Antiguo Testamento y sus acciones son imperfectos.
6.         No siempre se nos dice al final de una narración si lo que ocurrió era malo o bueno. Se espera que podamos juzgar bien con lo que Dios ya nos ha enseñado directa y categóricamente en la Escritura.
7.         Todas las narraciones son selectivas e incompletas. No siempre se  dan  todos  los  detalles  pertinentes   (Juan  21:25).  Lo  que aparece en la narración es todo lo que el autor inspirado pensó que  era importante  que  nosotros  supiéramos.
8.         Las narraciones  no se han  escrito como soluciones  a todas las cuestiones teológicas. Tienen propósitos limitados, específicos y particulares  y tratan  ciertos asuntos, dejando otros para  que sean tratados  en otro  lugar,  de otro  modo.
9.         Las  narraciones   pueden  enseñar  explícitamente   (afirmando algo  con  claridad)   o  implícitamente   (implicando   algo  con claridad,  pero  sin  declararlo).
10.       En todos los casos, Dios es siempre el héroe de las narraciones bíblicas.


III. SEIS ERRORES DE INTERPRETACIÓN MÁS COMUNES QUE LA GENTE COMETE AL BUSCAR RESPUESTAS EN ALGUNAS PARTES DE LA BIBLIA.
1.         Alegorización. 
En vez de centrarse en el significado claro, hay personas que se ponen a reflexionar en otro significado que no aparece en el texto. Hay porciones  alegóricas en las Escrituras (p.e., Ezequiel 23 o partes del Apocalipsis) pero ninguna de las alegorías  bíblicas  es  una  narración  sencilla.
2.         Sin  contexto. 
Algunas  personas  pasan  por  alto los  contextos históricos y literarios, y a veces la propia narración, se centran en  unidades  pequeñas  solamente  y  así  interpretan  mal.  Al separarse del contexto,  pueden  hacer que casi cualquier  parte de  la  Escritura  diga  lo  que  ellos  quieran.
3.         Selección. 
Es semejante  al anterior.  Se refiere  a  la  selección  de ciertas palabras  y frases para el estudio, mientras se pasan  por alto los demás, y se ignora el mensaje de importancia global que dice  en  realidad directa  o indirectamente pero nunca  por tiene el pasaje  estudiado. En vez de buscar  el equilibrio entre comunicación mística o privada. Si uno no puede comunicar con confianza a otros  algo que  se enseña  implícitamente,  para que puedan entenderlo y captar el mensaje, también probablemente es que uno  está leyendo mal el texto. Lo que el  Espíritu Santo ha inspirado, es de beneficio para todos los creyentes. Discierna y relate lo que reconoce que la historia contiene; ¡no haga una nueva historia (2  Pedro 2:3)!
4.         Combinación  falsa. 
Este  método  combina  elementos  aislados en un pasaje  y saca conclusiones  de esa combinación, aunque los elementos  mismos  no estén directamente  conectados en el pasaje.  Un ejemplo extremo de este error común de interpretación sería la conclusión de que los enemigos de uno están en la propia  iglesia, y no fuera de ella, porque en el Salmo 23 David dice que morará  en la casa  de Jehová  por  “largos días”, y que Dios le ha preparado mesa delante de sus “angustiadores”.
5.         Nueva  definición.
Cuando el significado sencillo del texto deja a  la  gente fría,  no produce  un  deleite  espiritual  inmediato,  o dice algo  que la  gente  no  quiere  oír, con frecuencia  se siente presentan de manera que cambien su significado llano: “¡Ay de ustedes que aman tanto el dinero, que han renunciado a su fe en Dios!” y “Ay de ustedes, que se han vuelto ateos para ganar las alabanzas de los mundanos infieles!” Esto es, la nueva definición se ha limitado tanto, que ya no constituye peligro para las personas que definen.
6.         Autoridad extra canónica. 
Es el uso de alguna clave externa para  la  interpretación   de  las  Escrituras,  generalmente un conjunto de  doctrinas o un libro que pretenda revelar verdades bíblicas “que no se pueden saber de otro modo”. Con esto, hay quienes suponen que pueden resolver los misterios de la Biblia. Las sectas falsas generalmente se fundan  en una  autoridad extra-canónica, y tratan la Biblia como una serie de adivinanzas cuya solución  necesita un conocimiento especial.

Quizá la precaución  más útil  que se pueda tener al leer para aprender de las narraciones es ésta: No trate de imitar o hacer todo lo que lee en la Biblia. No hay ninguna narración de la Biblia escrita especialmente para usted. La narración de José es acerca de José y lo que Dios hizo a través de él; no una narración acerca de usted. La narración de Rut exalta la protección de Dios y su beneficio hacia Rut y los habitantes de Belén; no directamente hacia usted. Usted siempre puede aprender mucho de estas narraciones, y de todas las narraciones de la Biblia, pero nunca debe suponer que Dios espera que usted haga las mismas cosas que hicieron los personajes de la Biblia, ni que le ocurra a usted lo mismo que a ellos. Los personajes de la Biblia son a veces buenos, a veces malos, en ocasiones sabios, y también necios. Algunas veces son ricos, otras miserables; son castigados, o se tiene misericordia de ellos.
Su tarea es aprender la Palabra de Dios de las narraciones acerca de ellos, no tratar de hacer todo lo que se hizo en la Biblia. El hecho de que alguien haya hecho algo en la historia bíblica, no significa que usted tenga permiso u obligación de hacer lo mismo también, El deber del cristiano es obedecer, y hacer lo que Dios le pide que haga a través de las Escrituras. Las narraciones son muy valiosas para nosotros,  porque demuestran vívidamente la participación de Dios en el mundo e ilustran  sus principios y su llamamiento, únicamente.