Después
de un largo silencio de la voz profética, vino Juan el Bautista con un mensaje
radical:
"Arrepiéntanse,
porque el reino de Dios está cerca" (Mat 3:20). Jesús inició su propio ministerio
con la misma proclama (Mat 4:17). Envió sus discípulos a anunciar ese mismo mensaje
(Mat 10:7). Con la venida del tan esperado Mesías comienza "el siglo
venidero"; con la llegada del Rey, llegó el reino.
Para
Jesús el reino no sólo se ha acercado sino que ha venido ya: "Si yo por el
Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el
reino de Dios" (Mat 12:28). "El reino de Dios está entre
ustedes" (Luc 17:20-21). Con esto Jesús anuncia que el reino es ya una
realidad.
Otros
textos enseñan lo mismo en otros términos: "...ahora han surgido muchos
anticristos; por esto conocemos que son los últimos tiempos" (1Jn 2:18,
fines del primer siglo). "...[Nos] han alcanzado los fines de los
siglos" (1Cor 10;11, ca. 53 d.C). ¡Desde que vino Cristo, y resucitó de
los muertos, estamos en los últimos tiempos, los tiempos del reino!
Pero
hay un detalle. El reino de Dios ha venido, pero el reino del mal no se ha ido.
Por ahora el reino de Dios vive en tensión, contradicción y combate. No se ve
mucho de la justicia y el amor del
reino. Por eso Jesús nos manda buscar primero el reino y su justicia, y por eso
oramos, "Venga tu reino [¡como si
no hubiera venido ya!], hágase tu voluntad en la tierra", en nuestros
países (Mat 6:10,33). Y por eso, sobre todo, Cristo volverá a traer la plenitud
del reino.
Un
pasaje bíblico que enfoca esta relación entre presente y futuro es Jn 5.24-29:
...el
que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna [tiempo presente
ya] y no será juzgado [tiempo futuro] sino que ha pasado de la muerte a la vida
[tiempo pasado]. Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya
[el YA del reino] en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que la
oigan vivirán.
No
se asombren de esto, porque viene la hora [el "todavía no" futuro,
sin Ya] en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán de
allí", unos para resurrección de vida y otros para resurrección de
condenación.
Esa
fase final del reino se inaugurará, igual que la primera fase, por una venida de
Cristo a la tierra. Desde su cruz el ladrón penitente clamó, "Jesús,
acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" (Lc 23:42; cf. Mr 13:26;
14:62). "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria" juzgará a
justos e injustos (Mat 25:31). La venida del reino de Dios traerá, según Lucas
17:20-22, "los días del Hijo del hombre". En su última cena Jesús
declaró que no volvería a beber vino "hasta el día en que beba con ustedes
el vino nuevo en el reino de mi Padre" (Mt 26:29).
En
las figuras gráficas de Emil Brunner, la primera venida de Cristo sin la
segunda sería como una gradería que termina en el aire, sin llegar a ningún
segundo piso, o como un cheque que nunca se puede cambiar.
Según
el pensamiento bíblico, Cristo mismo traerá esa fase final del reino. A
nosotros no nos toca traerlo, ni tampoco "construir el reino". Lo que
nos toca es ser levadura del reino para "leudar" la historia con las
fuerzas del reino que vino y vendrá. Con eso no vamos a construir una sociedad
perfecta que podríamos identificar como el reino de Dios en la tierra. Menos
pretenciosamente, luchamos por lograr sociedades más justas e igualitarias,
conforme al reino que Cristo trajo y traerá.
Conclusión:
interpretación balanceada e integral del reino de Dios, sin reduccionismos. La teología tradicional
redujo el evangelio casi exclusivamente a la salvación personal por la fe en
Cristo. Ahora la teología comprometida está en peligro de caer en el
reduccionismo opuesto, de un evangelio del reino no cristocéntrico.
Señalamos una tensión bipolar en el mismo evangelio del reino,
entre el Ya del reino que vino (histórico) y el Todavía No del reino que vendrá
(escatológico), entre la Venida de Jesús y su retorno. La teología tradicional
priorizaba casi exclusivamente la Segunda Venida y la vida eterna futura. Ahora
la teología progresista a veces, ignorando el Todavía No del reino, está en
peligro de reducir el mensaje del reino a un simple programa de acción social.
Nuestra
fidelidad al evangelio significa el debido equilibro entre el "ya"
presente del reino y el "todavía no" de la promesa en su plenitud venidera.
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