LAS DIECIOCHO ENMIENDAS DE LOS SOFERIM EN EL TEXTO
PRIMITIVO
La Massorah, es decir, la letra
pequeña en los márgenes de los manuscritos hebreos, consiste en una
concordancia de vocablos y frases, destinada a salvaguardar el texto sagrado.
En dichos manuscritos, se halla a veces una nota, al margen, que dice: «Ésta
es una de las dieciocho enmiendas de los Soferim.» En realidad, son más de
18 las enmiendas hechas en el texto primitivo, como veremos después, pero se
habla de 18 como de las que están contenidas en la lista «oficial».
Estas enmiendas se llevaron a cabo en
una época muy anterior a la era cristiana, antes de que el texto hebreo
obtuviese su forma actual. Por tanto, fueron hechas mucho antes de que el texto
pasase a manos de los masoretas, y de éstos a los copistas oficiales de los manuscritos
y grandes códices. No se las puede llamar corrupciones del texto, puesto que
las respectivas notas marginales advierten que se trata de enmiendas. La mayor
parte de estas enmiendas fueron hechas mediante el cambio de una sola letra,
con lo que la alteración no parece tan grande.
Un cuidadoso examen de dichas porciones
muestra que el objeto de tales enmiendas fue, por un equivocado sentimiento de
reverencia, eliminar del texto ciertos antropomorfismos que se suponían
ofensivos a Dios y, por tanto, no debían ponerse en labios de los lectores,
mientras que el texto primitivo era conservado en el margen.
Sin embargo, desde la invención de la
imprenta, las Biblias Hebreas presentan el texto sin las notas masoréticas
destinadas a salvaguardarlo, con lo que el conocimiento de dichas enmiendas
se ha perdido para los estudiosos de la Biblia Hebrea. Pero, comoquiera que
tales enmiendas afectan a la figura antropolatría, las ponemos aquí para
beneficio de los estudiosos.
1. Gn. 18:22. «… pero Abraham
estaba aún delante de Yahweh». El texto primitivo era: «… pero Yahweh estaba
aún delante de Abraham». Se creyó que era indigno de Dios el esperar a que
Abraham indicase lo que mejor le parecía y fue alterado el texto, conforme lo
tenemos hoy en la Biblia Hebrea y en todas sus versiones.
2. Nm. 11:15. «Si vas a tratarme
así, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo
no vea mi mal (lit.).» El texto primitivo decía: «… tu mal», por metonimia;
dando a entender el castigo o «mal» (comp. con Ex. 32:12, 14) que Dios iba a
enviar a Su pueblo.
3. Nm. 12:12. Aquí, el texto
primitivo decía: «nuestra madre» y «nuestra carne», pero fue cambiado en «su
madre» y «su carne», para no ofender la gran dignidad del caudillo y mediador
de la ley divina, Moisés.
4. 1 S. 3:13. Aquí, nuestras
versiones siguen a los LXX, quienes debieron de percatarse de la enmienda y
tradujeron conforme al texto primitivo: «porque sus hijos han blasfemado (lit.
han maldecido) a Dios», pues el texto hebreo actual, alterado, dice: «se han
hecho viles a sí mismos» (hebr. lajem, en vez de Elohim = Dios).
5. 2 S. 16:12. David dice:
«Quizá mirará Yahweh mi aflicción» (lit. mi ojo, como indicando el
llanto). El texto primitivo decía: «Quizá mirará Yahweh con su ojo
(hebr. beʿeinó, en lugar del actual beʿeiní).
6. 2 S. 20:1,
7. 1 R. 12:16, y
8. 2 Cr. 10:16. «Cada uno a sus
tiendas.» El texto primitivo decía: «Cada uno a sus dioses.» La enmienda
se hizo trasponiendo una letra por otra: el he y el lámed, de modo que
dijese «leʾohaleikhá» en lugar de «leʾeloheikhá».
9. Jer. 2:11. «.. Sin embargo,
mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha». El texto decía «mi
gloria» (hebr. kebodí, que fue
cambiado en kebodó).
10. Ez. 8:17. El texto hebreo
actual dice: «… ponen la rama a sus narices». Pero el texto primitivo decía:
«ponen la rama a mis narices». Con esta enmienda, rebajaban un tanto el
pecado de Judá, ya que la «rama» o «ramo» de referencia no era otra cosa que el
aserá o falo de madera, en cuya forma eran cortados los árboles en el
bosque donde se daba culto a Astarté. Este obsceno culto había sido introducido
en el templo y en sus atrios, y el pecado de que se habla consistía en aplicar
tal ramo o aserá a las narices de Yahweh mismo, por la figura antropolatría.
11. Os. 4:7. Como en el n.° 9,
también aquí fue cambiado el texto primitivo («mi gloria») en el texto actual
(«su gloria»).
12. Hab. 1:12. «¿No eres tú
desde el principio, oh Yahweh, mi Dios, mi Santo? No moriremos.» En el texto
primitivo, la última frase era: «Tú no mueres.»
13. Zac. 2:8 (BH, 12). «… porque
el que os toca, toca la niña de su ojo». Pero el texto primitivo decía: «… de
mi ojo».
14. Mal. 1:13. «… y lo habéis
tratado con desdén». El texto primitivo decía: «… y me habéis tratado
con desdén» (el hebreo ʾothí fue así cambiado en ʾothó).
15. Sal. 106:20. Lo mismo que en
los n.os 9 y 11, «mi gloria». (hebr. kebodí) fue cambiado
en «la gloria de ellos» (hebr. kebodam).
16. Job 7:20. «… hasta
convertirme en una carga para mí mismo». El texto primitivo decía: «… para
ti».
17. Job 32:3. «… aunque habían
condenado a Job». El texto primitivo decía: «y porque habían condenado a
Dios».
18. Lam. 3:20. «Mi alma lo
recuerda todavía, y está abatida dentro de mí.» El texto original era: «Y tu
alma guardará luto por mí» (o: «condescenderá hasta mí»).
Los tres pasajes siguientes están
también marcados por la Masora, aun cuando no figuran en ninguna de las
listas especiales:
2 S. 12:14. Dice literalmente:
«… con este asunto has blasfemado grandemente de los enemigos de Yahweh». Pero,
como esto no tenía sentido alguno, las versiones han tomado la forma intensiva Piel
como si fuera Hiphil, es decir, causativa, y han traducido: «… has dado
ocasión de blasfemar a los enemigos de Yahweh». Pero el texto primitivo decía:
«has blasfemado grandemente de Yahweh». El texto fue alterado para rebajar el
pecado de David, pero ha ocasionado gran confusión a los traductores.
Sal. 10:3. La segunda
parte de este versículo dice literalmente, según el actual texto hebreo: «… y
el avaro bendice, menosprecia a Yahweh». Esto no tiene sentido, por lo que las
versiones inglesas (A. V. y R. V) inventan elipsis (también la RV
antigua: «y bendice al codicioso, a quien Jehová aborrece»). La RV 1960
dice: «Bendice al codicioso, y desprecia a Jehová», siendo así que «el
codicioso» es, sin duda, el sujeto de la oración. La 1977 conserva el
sujeto en su correcto lugar, pero sigue la corriente común, tanto en círculos
protestantes como católico-romanos, de que el verbo hebreo barakh significa, no
sólo «bendecir», sino también «maldecir». Toda esta confusión se ha originado
por ignorar que este versículo fue alterado por los Soferim, ya que el texto
primitivo decía: «… y el codicioso (o: avaro) maldice (o: blasfema) y desprecia
(o: aborrece) a Yahweh».
En efecto, aquí, como en 1 R. 21:10,
13; Job 1:5, 11; 2:5, 9, el verbo que figuraba en el texto hebreo original no
era barakh = bendecir, sino qalal = maldecir, o gadaph = blasfemar,
pero, para evitar el uso de tales verbos con relación a Dios, el verbo de
referencia fue sustituido por barakh, con una nota
explicativa al margen.
Sin embargo, en éste y en los lugares
arriba citados, el sentido era tan claro que los traductores lo vertieron
ordinariamente por «maldecir». (Bueno será, pues, que tomemos nota de esta
enmienda y usemos el verbo apropiado cuando el contexto lo exija)
Ec. 3:21. El texto
hebreo actual dice literalmente: «¿Quién conoce el espíritu de los hijos del
hombre? ¿Sube él hacia arriba? ¿Y el espíritu de la bestia? ¿Desciende él hacia
abajo a la tierra?» La respuesta implícita parece ser obvia: «Nadie lo sabe.»
Sin embargo, la A. V. inglesa (lo mismo
que la RV 1909 y 1960), tomando erróneamente el artículo interrogativo hebreo ha como si fuera
pronominal o conjuntivo, ha vertido: «¿Quién sabe que el espíritu de los
hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende
abajo a la tierra?» De esta manera, y por respeto a la susceptibilidad de los
lectores o de los oyentes, han tratado de paliar la apariencia de escepticismo
o el problema psicológico suscitado por las preguntas del Qohélet o
«Predicador», mediante la figura eufemismo.
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