LOS
SALMOS:
ORACIONES DE ISRAEL
Y NUESTRAS
El libro de los Salmos, colección de oraciones
e himnos hebreos inspirados, es
posiblemente para la
mayoría de los cristianos la porción
mejor conocida y más amada
del Antiguo Testamento. El hecho de que los Salmos se
añaden a menudo a las publicaciones del
Nuevo Testamento, y
de que se
usan con tanta
frecuencia en la adoración y la meditación ha dado cierta
prominencia a este libro de la
Biblia. Sin embargo, a pesar
de todo esto, hay quienes
también entienden y usan
mal los Salmos. El
problema en la interpretación de los Salmos
surge principalmente de sus características. Como la Biblia es la
Palabra de Dios, la mayoría de los cristianos suponen que todo lo que ella
contiene son palabras de Dios para la gente. Así muchos dejan de reconocer que
la Biblia también contiene palabras habladas a Dios o acerca de Dios, y que estas
palabras también son
Palabra de Dios.
Los Salmos
son precisamente de ese tipo
de palabras. Esto
es, como los Salmos son básicamente
oraciones e himnos, son dirigidos a Dios o expresan una verdad acerca de Dios en un canto. Esto nos presenta
un problema muy singular de hermenéutica en la Escritura.
¿Cómo funcionan estas
palabras dichas a Dios, como Palabra de Dios para nosotros?
Como no son
proposiciones, ni imperativos,
ni historias que ilustren
doctrinas, su función
principal no es la
enseñanza de doctrinas ni de moral. Sin embargo, son útiles cuando se usan para
los fines propuestos por Dios,
quien los inspiró: pera ayudarnos a (1) expresarnos delante
de Dios, y (2) meditar
en sus caminos. Los Salmos,
por tanto, son
de gran beneficio
para el creyente que
busca la ayuda
de la Biblia
para expresar gozos
y tristezas, éxitos y
fracasos, esperanzas y
pesadumbres.
Los Salmos se aplican mal
con frecuencia, precisamente porque se entienden mal. No
todos ellos se pueden entender
con facilidad y aplicarlos al
siglo veinte, como el Salmo veintitrés, por ejemplo. En su simbolismo, se
presenta a Dios como un pastor y al
salmista (y el creyente en general) como su oveja. Su deseo de cuidarnos, llevándonos a buenos pastos, es decir
satisfaciendo nuestras necesidades protegiéndonos generosamente y
beneficiándonos es evidente para los que están familiarizados con el salmo.
Otros salmos no se
entienden al primer vistazo. Veamos algunos ejemplos, ¿cómo se usa un salmo que
parece negativo y expresa la tristeza del salmista? ¿Se puede usar en un culto
de la iglesia, o es para uso privado solamente? ¿Qué decir de un salmo que
cuente la historia de Israel y las bendiciones que recibió de Dios? ¿Puede el cristiano usar bien este
tipo de salmo, o está reservado solamente para los judíos? ¿Qué decir de los
salmos que predicen la obra del Mesías? ¿Qué de los salmos que alaban los
beneficios de la sabiduría? ¿qué de los diversos salmos que hablan de la gloria
de los reyes humanos de Israel? Como muy pocos pueblos del mundo moderno viven
bajo una monarquía, parecería bastante difícil darle sentido a un salmo de
estos. Y finalmente, ¿qué podremos decir del deseo del salmista de que los
niños de Babilonia fueran estrellados contra la peña (137:8, 9)?
Aunque se necesitaría un
libro extenso para presentar todos los tipos de salmos y sus posibles usos, en
este momento damos una guía para que se aprecien y se usen mejor
los salmos, tanto en la vida privada del creyente, como en la vida de la
iglesia a la cual asiste.
OBSERVACIONES EXEGETICAS
PRELIMINARES
Como sucede con los otros
géneros bíblicos, puesto que los Salmos son un tipo especial de literatura, requieren un cuidado
especial también en su lectura e interpretación. En su caso, esto significa la
comprensión de su
naturaleza; es decir, de
sus diversos tipos, formas y
funciones.
La
poesía de los Salmos
Quizá la cosa más
importante que se ha de recordar al leer o interpretar los
Salmos sería también la más obvia: son poemas; poemas cantados. Ya hemos
hablado brevemente de las características de la poesía hebrea en el capítulo anterior, pero
necesitamos mencionar tres puntos adicionales con respecto a los Salmos.
1. La poesía hebrea se dirigía a la mente a través del corazón;
por eso, sus palabras son intencionalmente emotivas. No hay que tratar de
encontrar significados especiales en palabras o frases a las cuales Un día
emite palabra a
otro día, y una
noche a otra
noche declara sabiduría. Así el poeta inspirado glorifica a
Dios como Creador en dos pares de versos
en paralelismo sinónimo. Lo que dice el poeta, en forma
sencilla, es: “Dios es revelado en su creación,
especialmente en los cuerpos celestiales.”
Nuestra prosa carece de color en
comparación con la magnífica poesía del salmo. El idioma excelso
del poema lo
dice de un
modo mejor y más
memorable. Se notará que los cuatro versos no
dicen cuatro cosas
diferentes, aunque el
segundo par añade
la nueva idea
de que, durante el día y
la noche, los
cielos revelan a
su Hacedor. En el
primer par, el salmista no dice que los “cielos” hacen una cosa, y el
“firmamento” otra; los dos versos juntos
hablan de una sola realidad gloriosa.
2. También se debe
recordar que los
Salmos no son
una clase común de poemas:
son poemas musicales.
Estos no se leen
de la misma manera que
una epístola, una
narración o una
ley. Estos poemas suscitan
emociones y evocan sentimientos, antes que ideas, y estimulan
en el individuo
una reacción que
va más allá
de la comprensión cognoscitiva
de ciertos hechos.
Aunque los Salmos contienen reflexiones sobre doctrina, la exposición doctrinal
no es su propósito. Los Salmos,
al igual que las narraciones, no enseñan un
sistema doctrinal. El
hecho de que
los Salmos toquen
ciertos asuntos en su estilo musical y poético, no nos permite suponer
que el modo como expresan el asunto sea tema para un debate racional. ¿Quién entre
nosotros al cantar
el himno “Castillo
fuerte es nuestro Dios”
supondría que Dios
es en realidad
ese tipo de fortificación o pared
impenetrable? Entendemos que
“castillo fuer te” es una forma
figurada de pensar
acerca de Dios,
Del mismo modo, cuando
el salmista dice:
“Y en pecado
me concibió mi madre”
(Salmo 51:5), no
está estableciendo la
doctrina de que la
concepción es pecado,
ni de que
todas las concepciones
sean pecado, ni de que su madre fuera pecadora por quedar encinta, ni de
que el pecado original se aplica a los
niños antes de nacer, ni nada el poeta no les daba ninguno. Recordemos que la
poesía hebrea usa parecido. El salmista
ha usado la
hipérbole o exageración con el paralelismo, y que una forma común es el
paralelismo sinónimo, en el cual la
segunda línea refuerza o repite el sentido del primer verso. Las
dos líneas juntas
dan el significado que el poeta se propone, y
el segundo verso no
dice nada nuevo
o diferente.
3. También conviene
saber que el
vocabulario de la
poesía es
intencionalmente
metafórico. Entonces hay que buscar el propósito de la metáfora. En los Salmos,
los montes "saltan como carneros" (114:4, ¡qué manera tan maravillosa
de cantar sobre los milagros que acompañaron el Éxodo!); "espadas hay en
los labios de los enemigos (59:7, ¿quién no ha sentido el agudo dolor causado
por las calumnias y las mentiras?); y se hace referencia a Dios como pastor,
fortaleza, escudo y roca. Es importante entender las metáforas y saber lo que
significan. Tampoco se deben ver metáforas donde no las hay, ni tomarlas al pie
de la letra. Así, con el Salmo 23 se podría cometer el error de suponer que
Dios quiere que seamos como ovejas y nos portemos como tales, o que quiere que
llevemos una vida rural o pastoril. Entonces el salmo se convertiría en un
tratado contra la vida urbana. La incapacidad para apreciar el lenguaje
simbólico (metáforas y símiles) y para traducir a hechos reales las nociones
simbólicas más abstractas del salmo, puede hacer que una, persona lo aplique
erróneamente.
Los
Salmos como literatura
Como los
Salmos, poemas musicales,
son también una
forma literaria, es importante reconocer
ciertos rasgos literarios de ellos al leerlos o
estudiarlos. Si no,
se puede caer
en varios errores
de interpretación y aplicación.
1. Los Salmos son
de diversos tipos
diferentes. Debido a su
importancia, hablaremos más adelante de ellos. Ahora vale recordar que los
israelitas conocían todos esos
tipos. Sabían la
diferencia entre un salmo de lamentación (en el cual un
individuo o un grupo podía expresar su
tristeza delante del Señor
y pedir auxilio) y un salmo
de acción de gracias (alegría por la misericordia que Dios ya les había manifestado). Como nosotros no usamos
los Salmos de la misma manera
que los israelitas,
es difícil entenderlos así no se
conoce el tipo de
salmo que se lee.
2. Cada uno de
los Salmos está
caracterizado también por
su forma; esto es, el tipo en
particular, determinado por las características
(en especial la estructura) que comparte
con otros salmos de su tipo.
Cuando se entiende
la estructura, se
puede reconocer, por ejemplo, la
transición de sujeto
a sujeto, y
la distribución de la
atención dada a ciertos asuntos,
para apreciar así el
mensaje que transmite el salmo. Esto se verá en la muestra exegética
que damos más adelante.
3. Cada uno de los
tipos de salmos desempeña una función en la vida de Israel. Cada salmo tiene un propósito. Por eso, no sería lógico tomar un
salmo real, cuyo propósito original
era la celebración del mes
de palabras y
sonidos, como también
en juegos de
palabras. Algunos salmos son
acrósticos;[1] esto
es, las letras
iniciales de los versículos van
en orden alfabético,
como sucede en el Salmo
119, cuya norma de enumeración y repetición guía al creyente a través de
una larga lista de beneficios y responsabilidades con respecto a la ley de Dios.
4. Cada salmo se debe leer como una unidad
literaria. Los Salmos se deben
tratar como unidades
independientes, no como
partes de un todo, como en el
caso de los Proverbios, y se deben apreciar cada uno en
su valor propio,
aparte de su
relación con el
todo. Es útil seguir el movimiento y el equilibrio del salmo. Cada salmo tiene su norma de
desarrollo, según la cual se presentan
sus ideas y se llega a alguna
clase de conclusión.
5. Debido a la
unidad literaria de
un salmo dado,
hay que tener cuidado
de no tomar
versículos fuera de
contexto para interpretarlos. Por ejemplo, el Salmo 105:34:
“Habló, y vinieron langostas, y
pulgón sin número.” Tomado fuera
de contexto, puede sugerir que
las langostas y el pulgón
son agentes especiales de Dios
para hacer ciertas cosas
en la tierra,
o que ellos
llevan su Palabra.
¿Cómo se compara esto, entonces,
con el Salmo 85:12: “Jehová dará también el bien, y nuestra
tierra dará su fruto”,
pues las langostas y el
pulgón son destructores de la tierra (Joel
2:25)? ¿Cómo puede ser que Dios traiga la plaga y al mismo
tiempo garantice que dará bien y fruto a la tierra? En
el contexto de
los poemas musicales
a los cuales pertenecen a estos textos, hay una estructura de significado que nos ayuda a definir las
palabras de los versículos, y a entenderlas según su
propósito real, y
no según el propósito que
les asignemos al tomarlos
fuera de texto.
El Salmo 85
es una presentación
de los beneficios que
Dios da a
la tierra de
Israel, como ejemplo
de su fidelidad a sus promesas. El Salmo 105 describe el modo como Dios usó
las langostas y pulgones en la plaga con la cual El forzó al faraón a
dejar salir libre al pueblo de Israel
de Egipto. Por tomar partes de estos salmos fuera de contexto se llega a conclusiones equivocadas. Siempre
que se usa mal una pieza literaria, ésta no puede cumplir su propósito original. Si se aplica mal aunque sólo sea una parte de un
salmo, entonces se
distorsiona el propósito
de Dios al
inspirarlo.
EL
USO DE LOS SALMOS EN EL ISRAEL ANTIGUO
Los Salmos fueron cantos
funcionales, compuestos para la adoración
a Dios por
los israelitas de
la antigüedad. Por
funcionales, función primordial
de establecer la comunicación entre el
adorador y Dios. No es posible
dar con certeza
la fecha de
composición de la mayoría
de los Salmos. Esto no es un
problema exegético importante. Los Salmos se aplican a todas las épocas.
Sus usos en el Israel
antiguo son instructivos para nosotros,
pero no nos
confinan a la adoración y la oración
de una edad
pasada. Por la forma
en que hablan al corazón
de un creyente o grupo de creyentes
reunidos en adoración, se
demuestra el valor universal
y multicultural de los Salmos.
En tiempos antiguos, los israelitas usaban
comúnmente los Salmos como auxiliares
en la adoración cuando
traían sacrificios al templo en
Jerusalén. Es posible
que hubiera cantantes
profesionales que algunas veces cantaban los Salmos durante
los momentos en que la gente se
reunía para adorar
a Dios, aunque
es improbable. Sin embargo,
es obvio que el conocimiento de los Salmos se extendía
ampliamente más allá del templo,
y que la gente comenzó a cantarlos
en toda clase de situaciones, cada vez que las palabras de los salmos expresaban sus propias
actitudes y circunstancias. Al fin, se agrupa ron los Salmos en grupos
llamados “libros”, cinco en
total: libro 1, Salmos 1-41; libro 2, Salmos
42-72; libro 3, Salmos 73-89; libro 4, Salmos 90-106;
libro 5, 8almos 107-150.
Como ciertos grupos
de Salmos tienen características especiales,
es posible que
fueran coleccionados originalmente en su categorías, que fueron incluidas dentro de los cinco libros mayores. Estas categorías
no son importantes para la presente
organización del libro de los salmos, porque hay demasiados tipos diferentes entre los que se encuentran en el orden actual.
Según los títulos, que no son parte del original de los Salmos,
ni se consideran inspirados, David escribió casi la mitad de los Salmos, 73 en
total; Moisés escribió uno (Salmo 90); Salomón dos (Salmos 72 y 127); los hijos de Asaf escribieron varios, los
hijos de Coré varios, etc.
Después que los israelitas regresaron
del exilio y reconstruyeron el templo,
parece que se hizo una recopilación formal del libro de los Salmos, casi
un “himnario del
templo”, colocando el Salmo
1 al principio como introducción,
y el Salmo 150 al final como
conclusión. En el Nuevo Testamento vemos que
los judíos en general, y Jesús y sus discípulos en particular,
conocían bien los Salmos. Estos
eran parte de su adoración. Pablo les
recomienda a los primeros cristianos
que se animen unos a otros con "salmos e himnos y cánticos
espirituales" (Efesios 5:19; Colosenses 3:16). Estas palabras se pueden
referir todas a los Salmos, aunque al dar este consejo.
LOS
DIFERENTES TIPOS DE SALMOS
Es posible
agrupar, los Salmos
en siete categorías
diferentes. Aunque estas pueden
sobreponerse unas a otras o tener subcategorías, son útiles para
clasificar los Salmos y guiar al lector en el buen uso de
ellos.
Elegías
Las elegías constituyen el
grupo más extenso del Salterio. Hay más de 60, entre las individuales y las
congregacionales. Las individua les (3,
22, 31, 39, 42, 57, 71, 120, 139, 142) le ayudan a la persona a expresar
sus luchas, sufrimientos
o desengaños delante
del Señor. Las elegías
congregacionales (12, 44, 80, 94, 137,
por ejemplo) hacen lo mismo, pero con un grupo de personas. ¿Está usted
desanimado? ¿Está pasando su
iglesia por un momento difícil? ¿Es usted
parte de un grupo, grande o pequeño, que se pregunta por
qué las cosas no marchan tan bien
como deberían? Si es así, los Salmos de este tipo son una
ayuda valiosa para
la expresión de
sus preocupaciones delante del
Señor. Los antiguos
israelitas pasaban con
frecuencia grandes
dificultades. Las elegías
del libro de
los Salmos expresan con
fervor sincero y
profundo el desaliento
que el pueblo
sentía.
Salmos de
acción de gracias
Estos Salmos
se usaban en
circunstancias muy opuestas
a las elegías. Tales Salmos expresan gozo
delante del Señor porque
algo ha salido bien, o porque las
circunstancias eran buenas y el pueblo tenía razón
para dar gracias
a Dios por
su fidelidad, protección
y beneficio. Estos salmos
ayudan al individuo
o a la congregación a expresar su agradecimiento. En total, hay
seis salmos congregacionales de agradecimiento
(65, 67, 75, 207, 124, 136) y diez individuales (18, 30,
32, 34, 40,
66, 92, 116,
118, 138) en
el Salterio.
Himnos
de alabanza
Estos salmos,
sin referencia particular
a miserias anteriores
ni a realizaciones gozosas recientes, se concentran
en la alabanza a Dios por ser
quien es, por
su grandeza y
los bienes que
ha derramado sobre toda la
tierra, y sobre su propio pueblo. Se puede alabar a Dios como Creador del
universo, como en los Salmos 8, 19, 104 y
148. Se le puede alabar como el protector y benefactor de Israel, como en los Salmos 66, 100, 111,
114 y 149. Se alaba a Dios como el Señor
de la
historia
en los Salmos 33, 103, 113, 117, 145-147. Dios merece la alabanza. Estos salmos
están adaptados especialmente para la alabanza individual o congregacional en
la adoración.
Salmos
de la historia de la salvación
Estos pocos salmos (78,
105, 106, 135, 136) se centran en un repaso de la historia de las obras salvadoras de Dios entre el pueblo
de Israel, especialmente el haberlos librado de la esclavitud en Egipto y su
formación como pueblo. Israel, de quien vino Jesucristo y a través del cual se
nos entregó la Palabra de Dios, es por
supuesto una nación especial en la historia
humana, y estos salmos de salvación celebran su historia.
Salmos
de celebración y afirmación
En esta categoría se
incluyen varios tipos de salmos. El primer grupo es el de las liturgias de
renovación del pacto, tales como los Salmos 50 y 81, que llevan al pueblo de
Dios a una renovación del pacto que El hizo en el monte Sinaí. Estos salmos
pueden servir con eficacia como guías de adoración en un servicio de
renovación. Los Salmos 89 y 132 a menudo
se clasifican como salmos del
pacto davídico, y alaban la importancia de la elección del linaje de David por
parte de Dios. Como este linaje lleva al nacimiento de nuestro Señor, estos
salmos sirven de fondo a su ministerio mesiánico. Hay nueve salmos en el
Salterio que tratan especialmente de la monarquía. Entre estos, llamados salmos
reales (2, 18, 20, 21, 45, 72, 101, 110, 144) se incluyen un salmo real de
acción de gracias (18) y una elegía o lamentación real (144). La monarquía en
el Israel antiguo era una
institución importante, porque a través de ella Dios proveía
estabilidad y protección. Aunque la mayoría de los reyes de Israel no
fueron fieles a Dios, El
podía usar a
cualquiera de ellos
para propósitos buenos. Dios obra a
través de intermediarios en la
sociedad, y la alabanza de la función
de ellos es lo que encontramos en
los salmos reales. En relación con
los salmos reales
están los llamados
Salmos de entronización (24,
29, 47, 93,
95—99). Es posible que estos
salmos celebraran la
entronización del rey
en Israel, una
ceremonia que quizá se repetiría cada año. Algunos eruditos han dicho que también
representan la entronización
del Señor mismo,
y se usaban
para celebrarla en la
liturgia, aunque la evidencia es
escasa al respecto. Finalmente, hay una categoría llamada
Cantos de Sion o Cantos de la ciudad
de Jerusalén (46, 48, 76, 84, 87,
122). Según las predicciones de Dios
para los israelitas a través de Moisés,
mientras estaban todavía
en el desierto (Deuteronomio 12), Jerusalén se convirtió
en la ciudad principal de Israel,
el lugar donde se construyó el templo,
y la Nueva Jerusalén
(cielo), estos salmos
siguen siendo útiles
en la adoración cristiana.
Salmos
de sabiduría o sapienciales
Se pueden colocar
ocho salmos en esta
categoría: 36, 37, 49, 73, 112, 127, 128 y 133. También podemos
notar que Proverbios 8 es un salmo en
sí mismo, y
alaba como estos
otros los méritos
de la sabiduría y la vida
sensata. Estos salmos
se pueden leer
con provecho junto con el libro
de los Proverbios.
Cantos de confianza
Estos diez
salmos (11, 16,
23, 27, 62,
63, 91, 121,
125 y 131) centran su atención en el hecho
de que se puede confiar en Dios,
y que aun en tiempos de desesperación, se debe hablar de su bondad y el cuidado que tiene por su pueblo. Dios se
deleita en saber que los que creen
en El confían
en El, tanto
respecto de su vida,
como de todo lo
que El quiera
darles. Estos salmos
nos ayudan a
expresar nuestra confianza en
Dios, ya sea
que nos vaya
bien o no.
Para los que deseen explorar aun más las diferentes categorías
de Salmos y entender sus
características, les recomendamos Out of the Depths por
Bernhard Anderson (Filadelfia: Westminster
Press, 1974). Este libro no sólo contiene
detalles adicionales acerca
de la función de los Salmos en el
Israel antiguo, sino que también sugiere
su función en
la vida de
los creyentes modernos.
UN
EJEMPLO DE EXÉGESIS
Para poder ilustrar la manera como la forma y la estructura de un salmo nos ayudan a apreciar su mensaje,
hemos escogido dos salmos para un examen más de cerca. Uno es una elegía
personal; el otro es un salmo
de acción de
gracias.
Salmo
3: Una elegía
Al comparar
con cuidado todos
los salmos de
lamentación o elegías, los
eruditos han encontrado seis elementos
que aparecen en casi todos:
1. Invocación. El salmista
identifica a quien se ora
el salmo, que es, por supuesto,
el Señor.
2. Lamento. El
salmista expresa, sincera
y enérgicamente, un lamento con el que identifica el problema
y la razón para buscar la ayuda del
Señor.
3. Confianza. El salmista expresa su
confianza en Dios. (¿Para qué quejarse a Dios ni no se confía en Él?) Además, se debe confiar que El responde
al lamento del
modo que El quiera,
no como uno lo
desee.
4. Liberación. El salmista pide a Dios la liberación de la situación descrita en
el lamento.
5.
Seguridad. El salmista expresa la
seguridad de que Dios librará. Esta seguridad es comparable con la expresión de
confianza.
6.
Alabanza. El salmista ofrece
alabanzas, dando honor y gracias a Dios por las bendiciones del pasado, el
presente y el futuro. Dios por las bendiciones del pasado, el presente y el
futuro.
Salmo 3
1 ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!
Muchos
son los que se levantan contra mí.
2 Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios.
Mas
tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que
levanta mi cabeza.
Con
mi voz clamé a Jehová,
Y él me respondió desde su monte santo.
Yo
me acosté y dormí,
Y desperté, porque Jehová me sustentaba.
6 No
temerá a diez millares de gente,
Que
pusieren sitio contra mí.
Levántate,
Jehová; sálvame, Dios mío;
Porque
tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla;
Los
dientes de los perversos quebrantaste.
8 La
salvación es de Jehová;
Sobre
tu pueblo sea tu bendición.
En el salmo anterior, los
seis elementos de la lamentación se deben identificar así:
1. Invocación.
Esta es el “oh Jehová” del
versículo 1. La invocación no tiene que
ser extensa ni muy bonita. Las oraciones sencillas son tan eficaces como las elocuentes. No tenemos necesidad de
“impresionar” al Señor.
2. Lamento.
Este comprende el resto
del versículo 1 y todo el versículo 2. David describe a los enemigos (que en
estos salmos son símbolos personificados de
cualquier desgracia o problema), y lo desesperado de su situación. Así
se puede expresar cualquier dificultad.
3. Confianza.
Los versículos 3-6
expresan la confianza en el Señor. La evidencia de la confianza en Dios se encuentra en El
mismo, en sus respuestas a las oraciones y en la seguridad que da a los suyos
aun en situaciones que parecen
desesperadas.
4. Liberación.
En el versículo 7a, David expresa
su petición de constituye una declaración
de confianza. ¿Qué clase de confianza
comunica esta imagen
de Dios en plena
lucha? El lenguaje es
metafórico y no
literal. Una paráfrasis
aceptable sería: “Tú has vencido
todos mis problemas reales”,
pues los “enemigos” y los “perversos” representan
los problemas y las angustias
que David tenía
entonces y que
nosotros tenemos ahora. En este
cuadro vívido, se puede ver la derrota de todo lo que nos
oprime. Ahora bien, recordemos
que esta parte
del salmo no promete que el pueblo
de Dios vaya a estar libre de dificultades. Expresa
la seguridad de
que Dios a
su debido tiempo cuidará de
nuestros problemas verdaderamente importantes,
según el plan
que tiene para nosotros.
5. Alabanza.
El versículo 8 alaba a Dios por su fidelidad. Jehová salva
y bendice, pues no se pediría bendición a quien no puede darla. Se puede
aprender mucho de una elegía
como el Salmo
3. La importancia de la oración
equilibrada (la petición se equilibra con la apreciación; las quejas con la
expresión de confianza) ocupa quizá el primer
lugar. La manifestación de
sinceridad (obsérvese con cuánta
libertad y fuerza David
es inspirado para componer
su queja y su petición) nos hace estar más dispuestos a expresarnos
abiertamente delante de Dios sin
encubrir nuestros problemas. Este salmo
no tiene el
propósito de instruir,
sino de guiar. Podemos usarlo cuando estamos
desanimados, desalentados, rodeados de problemas, casi derrotados. Nos ayudará a expresar
nuestros pensamientos y sentimientos
y a confiar en
la fidelidad de
Dios, como ayudaba también a los israelitas. Dios lo ha puesto en la
Biblia para que nos ayude a
comunicarnos con El: “Echando toda
vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene
cuidado de vosotros” (1
Pedro5:7).
Los salmos elegiacos de
grupo, a veces llamados “elegías
congregacionales”, siguen la misma norma. Una iglesia u otro grupo que
confronte circunstancias difíciles,
puede usar estos salmos
de modo análogo
a como la
persona sola usa
el Salmo 3.
Salmo 138: Un
salmo de acción de gracias
Los salmos de acción de gracias
tienen una estructura
diferente, como era de esperarse,
pues tienen un propósito diferente en lo que expresan. Los elementos del salmo
de acción de gracias son los siguientes:
1. Introducción.
Aquí se resume el
testimonio del salmista sobre la ayuda de Dios.
2. Ansiedad.
Se presenta la situación
de la cual los libró Dios.
3. Petición.
El salmista reitera la
petición hecha a Dios.
4. Liberación.
Se describe la salvación
dada por Dios.
5. Testimonio.
Se alaba la misericordia
de Dios.
Como se ve en el bosquejo,
los salmos de acción de gracias se centran en la apreciación de las
misericordias pasadas. Se dan gracias a Dios por lo que ha hecho. El orden de
los cinco elementos anteriores puede variar mucho. Un orden fijo limitaría la
creatividad del autor inspirado.
UNA NOTA
ESPECIAL SOBRE LOS “SALMOS
IMPRECATORIOS”[2]
Lo comprensible que es el
lenguaje de los Salmos es una razón por la cual el pueblo de Dios en todas las
épocas los ha apreciado tanto. En ellos se encuentra una gama completa de
emociones humanas. El salmista nos ayuda
a expresar nuestra
tristeza, aun extrema,
con dramáticas expresiones (p.e.,
Salmo 69:7-20 u
88:3-9). Por felices que nos sintamos, también nos ayuda a
expresar esa felicidad (Salmo 98;
133; 23:5, 6).
Su lenguaje hiperbólico
(ya exagerado) es muy
difícil de superar.
La tristeza y la alegría
no son pecado, pero la amargura, el enojo y el
odio pueden llevar
a pensamientos o
actos pecaminosos, tales como el deseo o la intención de hacer
daño a otros. Es verdad que es mejor
expresar el enojo
con palabras, que
en actos de
violencia. Algunas partes de
ciertos salmos nos
ayudan en esto,
y con exageración. Guían
y canalizan verbalmente nuestro
enojo a través de Dios, antes que contra alguna otra persona,
en palabras o actos. Los salmos
que contienen verbalizaciones dirigidas
a Dios y relacionadas con el enojo con otros, se llaman
"imprecatorios."
Sería inútil y falto de honradez tratar de
negar que algunas veces tenemos pensamientos negativos hacia otros, ya sea que
tales pensamientos sean siempre pecaminosos o no. Dios, a través de los salmos
imprecatorios, nos invita: "Temblad y no pequéis" (Salmo 4:4).
También debemos cumplir la enseñanza del Nuevo Testamento: "Airaos, pero
no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al
diablo" (Efesios 4:26, 27), al expresar nuestro enojo directamente a Dios,
antes que buscar la venganza pagando mal
por mal. Los salmos imprecatorios controlan nuestro enojo y nos ayudan a
expresarlo (a Dios) con las mismas exageraciones intencionales que conocemos en
otros tipos de salmos.
Las partes imprecatorias
de los Salmos casi siempre se encuentran en las elegías. El Salmo 3, descrito
antes, contiene en el versículo 7 una maldición que, como la mayoría de las otras que se encuentran en los Salmos,
es breve y por tanto no demasiado
ofensiva. Sin embargo, algunas imprecaciones o maldiciones son bastante
extensas y duras (véanse partes de los Salmos 12, 35, 58, 59, 70, 83, 109, 137
y 140).
Consideremos, por ejemplo,
el Salmo 137:7-9:
Oh Jehová, recuerda
contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,
Cuando decían:
Arrasadla; arrasadla
Hasta los
cimientos.
8 Hija de Babilonia la desolada,
Bienaventurado el que te diere el pago
De lo que tú nos hiciste.
Dichoso el que
tomare y estrellare tus niños contra la peña.
El Salmo 137 es un lamento
por el sufrimiento soportado por los israelitas en el exilio; su capital,
Jerusalén, había sido destruida, y los babilonios, ayudados y animados por los edomitas, les habían quitado
la tierra (vea el libro de Abdías). En obediencia a la Palabra de Dios: “Mía es
la venganza y la retribución” (Deuteronomio 32:35; Romanos 12:19) el compositor
de este lamento pide el juicio según las maldiciones del pacto. Entre estas
maldiciones está la aniquilación de toda
sociedad perversa, que incluye a todos los miembros de la familia
(Deuteronomio 32:25; Deuteronomio 28:53-
57). No hay nada en la Escritura que enseñe, por supuesto, que este juicio
temporal se deba considerar como indicación del destino eterno de tales
personas. Lo que el salmista ha hecho en el Salmo 137 es hablarle a Dios acerca
de los sentimientos de los israelitas en su dolor, usando un también le habla directamente a Jerusalén en el
versículo 5. Dios es el único que escucha estas palabras de enojo (y. 7), del
mismo modo que debe ser
únicamente Dios quien
escuche nuestras palabras airadas. Los salmos
imprecatorios pueden apartarnos del pecado, si los entendemos
en su contexto
como parte del
lenguaje de las elegías, y
los usamos correctamente para
canalizar y controlar nuestro enojo,
que puede volverse
pecaminoso. Todos debemos evitar el
abrigar o demostrar
enojo contra otros
(Mateo 5:22).
Los salmos
imprecatorios no contradicen las enseñanzas de Jesús sobre el amor a los
enemigos. Nos equivocamos al igualar la
idea de “amar” con la de “tener
afecto y amabilidad
hacia otros”. La enseñanza de Jesús define el amor de modo
activo. No es tanto cómo siente uno hacia una persona lo que demuestra el amor,
sino lo que hace por ella (Lucas
10:25-37). El mandamiento bíblico
es amar no sentir amor. Los salmos imprecatorios nos ayudan a no odiar
cuando sentimos enojo. Debemos
expresar sinceramente nuestra
ira ante Dios, aunque nuestros
sentimientos sean de odio y amargura, y dejar que Dios se encargue de hacer
justicia contra los que nos maltratan.
El enemigo que sigue haciendo el mal a pesar de nuestra paciencia, se pone en grave
aprieto (Romanos 12:20). El
papel apropiado de estos
salmos es ayudarnos
a obedecer el
mandamiento “No seas vencido de lo malo, sino vence con el
bien el mal” (Romanos 12:21), y a librarnos
de nuestro enojo.
Por
último, la palabra “odio” de los Salmos ha sido malentendida.
Cuando el salmista dice:
“,No odio, oh
Jehová, a los
que té aborrecen, y me enardezco
contra tus enemigos?” (Salmo 139:21), no expresa pecado. De ser así, la
declaración de Dios “A Esaú aborrecí” (Malaquías 1:3;
Romanos 9:13), probaría
que él es pecador.
La palabra hebrea que
se traduce “aborrecer,
odiar”, en algunos contextos significa
“despreciar”. También puede
significar “ser incapaz de soportar”,
“no estar dispuesto a soportar” o “rechazar”, las cuales
son definiciones normales
del léxico hebreo
para esta palabra. Por tanto, no
se debe suponer que el lenguaje de los salmos imprecatorios viola
lo que se
enseña en otros
pasajes de Las Escrituras, incluso
Mateo 5:22.
Por ejemplo, observe la
variedad y forma en que se ha traducido aborrecer tomando como parámetro la RVR
1995:
ALGUNAS OBSERVACIONES
HERMENÉUTICAS FINALES
Como muchas
generaciones de cristianos han
ido al Salterio
en busca de gozo, y de respuesta en tiempos de necesidad, perplejidad o
alegría, vacilamos en ofrecer una
hermenéutica de los Salmos, por
temor a
quitarles valor. Sin
embargo, es necesario
hacer algunas respuestas
fundamentales a la pregunta con la cual comenzamos este ensayo: ¿Cómo funcionan
estas palabras habladas
a Dios como Palabra
de Dios para nosotros? De la
misma manera que le sirvieron antes a Israel: como oportunidades
de hablar a Dios con las palabras
que El inspiró a
otros para hablar
con Él en tiempos
pasados.
Tres beneficios
fundamentales de los Salmos
En el uso de
los Salmos en el
Israel antiguo y en
la Iglesia del Nuevo Testamento,
podemos ver tres modos
importantes como los cristianos podemos
usar los Salmos. Primero, debemos
recordar que los Salmos
son una guía
para la adoración. Esto quiere
decir que quien desee
alabar a Dios, apelar
a Él o recordar sus beneficios, puede usar
los Salmos como un medio
de expresión formal de sus
pensamientos y sentimientos. Un salmo es
una cuidadosa composición literaria de
palabras destinadas a ser habladas.
Cuando un salmo toca un tema que deseamos expresar
ante el Señor, podemos usar tal
salmo para aumentar
nuestra capacidad para
expresar nuestras preocupaciones, a pesar de nuestra
falta de destreza para encontrar las
palabras apropiadas.
Segundo, los
Salmos nos demuestran
que podemos tener
una relación sincera con
Dios. Aunque no nos dan
mucha instrucción doctrinal, sí
nos instruyen por
medio de ejemplos. En los Salmos
podemos aprender a
ser sinceros y
francos en la
expresión de nuestro gozo,
desengaño, enojo u
otras emociones.
Tercero, los Salmos demuestran la importancia de la
reflexión y la meditación sobre
las cosas que
Dios ha hecho
por nosotros. Nos invitan
a la oración, al pensamiento centrado en la Palabra de Dios (meditación) y a la comunión
reflexiva con otros
creyentes. Tales cosas
ayudan a formar en nosotros
una vida de pureza
y amor. Los Salmos, como
ninguna otra literatura, nos elevan
a una posición donde podemos
comunicarnos con Dios,
acercándonos lo más posible a la grandeza de su Reino y a una semejanza mayor de lo que será la vida con El por toda
la eternidad. Aun en los momentos más
grises, cuando la vida
se vuelve dolorosa e insoportable, Dios está con nosotros.
“De lo profundo” (Salmo 130:1)
clamamos y esperamos la
liberación que viene
del Señor, sabiendo
que podemos confiar en Él a pesar
de nuestros sentimientos. El clamor a Dios por su ayuda no es un juicio a su fidelidad, sino la afirmación de que ésta es real.
[1] acróstico,
ca. (Del gr. ἀκροστίχιον, fin de un verso). adj.
Dicho de una composición poética: Constituida por versos cuyas letras
iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase.
[2] imprecar.
(Del lat. imprecāri). tr. Proferir palabras con que se expresa el vivo
deseo de que alguien sufra mal o daño.
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