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miércoles, 22 de agosto de 2012

PAUTAS PARA LA COMPRENSIÓN DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS



LOS SALMOS:

ORACIONES  DE ISRAEL  Y NUESTRAS

El  libro de los Salmos, colección  de oraciones  e himnos  hebreos inspirados,  es  posiblemente  para  la  mayoría  de  los  cristianos  la porción  mejor  conocida  y  más  amada  del  Antiguo  Testamento. El hecho de que los Salmos se añaden a menudo a las publicaciones  del Nuevo  Testamento,  y  de  que  se  usan  con  tanta  frecuencia  en  la adoración y la meditación ha dado cierta prominencia  a este libro de la Biblia.  Sin embargo,  a pesar  de todo  esto, hay  quienes  también entienden  y  usan  mal  los  Salmos. El  problema  en la  interpretación  de los Salmos  surge principalmente de sus características. Como la Biblia es la Palabra de Dios, la mayoría de los cristianos suponen que todo lo que ella contiene son palabras de Dios para la gente. Así muchos dejan de reconocer que la Biblia también contiene palabras habladas a Dios o acerca de Dios, y que  estas  palabras  también  son  Palabra  de Dios.

Los  Salmos  son  precisamente  de  ese  tipo  de  palabras.  Esto  es, como los Salmos son básicamente  oraciones e himnos, son dirigidos a Dios o expresan una verdad  acerca de Dios en un canto. Esto nos presenta un problema muy singular de hermenéutica en la Escritura.

¿Cómo funcionan estas palabras dichas a Dios, como Palabra de Dios para   nosotros?   Como  no  son  proposiciones,   ni  imperativos,   ni historias   que  ilustren   doctrinas,  su  función  principal   no  es  la enseñanza de doctrinas ni de moral. Sin embargo, son útiles cuando se usan  para  los fines propuestos  por  Dios,  quien  los inspiró: pera ayudarnos  a (1) expresarnos  delante  de Dios, y  (2)  meditar  en sus caminos.  Los  Salmos,  por  tanto,  son  de  gran  beneficio  para  el creyente  que  busca  la  ayuda  de  la  Biblia  para  expresar  gozos  y tristezas,  éxitos  y  fracasos,  esperanzas  y  pesadumbres.

Los Salmos se aplican mal con frecuencia, precisamente porque se entienden  mal. No  todos  ellos se pueden  entender  con facilidad  y aplicarlos al siglo veinte, como el Salmo veintitrés, por ejemplo. En su simbolismo, se presenta  a Dios como un pastor y al salmista (y el creyente en general) como su oveja. Su deseo de cuidarnos,  llevándonos a buenos pastos, es decir satisfaciendo nuestras necesidades protegiéndonos generosamente y beneficiándonos es evidente para los que están familiarizados con el salmo.

Otros salmos no se entienden al primer vistazo. Veamos algunos ejemplos, ¿cómo se usa un salmo que parece negativo y expresa la tristeza del salmista? ¿Se puede usar en un culto de la iglesia, o es para uso privado solamente? ¿Qué decir de un salmo que cuente la historia de Israel y las bendiciones que recibió  de Dios? ¿Puede el cristiano usar bien este tipo de salmo, o está reservado solamente para los judíos? ¿Qué decir de los salmos que predicen la obra del Mesías? ¿Qué de los salmos que alaban los beneficios de la sabiduría? ¿qué de los diversos salmos que hablan de la gloria de los reyes humanos de Israel? Como muy pocos pueblos del mundo moderno viven bajo una monarquía, parecería bastante difícil darle sentido a un salmo de estos. Y finalmente, ¿qué podremos decir del deseo del salmista de que los niños de Babilonia fueran estrellados contra la peña (137:8, 9)?

Aunque se necesitaría un libro extenso para presentar todos los tipos de salmos y sus posibles usos, en este momento damos una guía para que se aprecien y se usen  mejor  los salmos, tanto en la vida privada del creyente, como en la vida de la iglesia a la cual asiste.

OBSERVACIONES  EXEGETICAS  PRELIMINARES

Como sucede con los otros géneros bíblicos, puesto que los Salmos son un tipo  especial de literatura, requieren un cuidado especial también en su lectura e interpretación. En su caso, esto significa la comprensión  de  su  naturaleza;  es decir,  de  sus  diversos tipos, formas y funciones.

La poesía de los Salmos

Quizá la cosa más importante que se ha de recordar al leer o interpretar  los  Salmos sería también la más obvia: son poemas; poemas cantados. Ya hemos hablado brevemente de las características de la poesía  hebrea en el capítulo anterior, pero necesitamos mencionar tres puntos adicionales con respecto a los Salmos.

1.         La poesía hebrea se dirigía a la mente a través del corazón; por eso, sus palabras son intencionalmente emotivas. No hay que tratar de encontrar significados especiales en palabras o frases a las cuales Un  día  emite  palabra  a  otro  día, y  una  noche  a  otra  noche  declara  sabiduría. Así el poeta inspirado glorifica a Dios como Creador en dos pares de versos  en  paralelismo  sinónimo. Lo que dice el poeta, en forma sencilla, es: “Dios es revelado en su creación,  especialmente  en los cuerpos  celestiales.”  Nuestra  prosa carece de color en comparación con la magnífica poesía del salmo. El idioma   excelso   del  poema   lo  dice  de  un   modo  mejor   y  más memorable.  Se notará  que los cuatro versos  no  dicen  cuatro cosas diferentes,  aunque  el  segundo  par  añade  la  nueva  idea  de  que, durante  el  día  y  la  noche,  los  cielos  revelan  a  su  Hacedor.  En  el primer par, el salmista no dice que los “cielos” hacen una cosa, y el “firmamento” otra; los dos versos juntos  hablan de una sola realidad gloriosa.

2.         También  se  debe  recordar  que  los  Salmos  no  son  una  clase común  de poemas:  son  poemas  musicales.  Estos  no  se leen  de la misma  manera  que  una  epístola,  una  narración  o  una  ley.  Estos poemas suscitan emociones y evocan sentimientos, antes que ideas, y  estimulan  en  el  individuo  una  reacción  que  va  más  allá  de  la comprensión  cognoscitiva  de  ciertos  hechos.  Aunque  los  Salmos contienen reflexiones  sobre doctrina, la exposición  doctrinal  no es su propósito.  Los Salmos, al igual  que las narraciones,  no enseñan un  sistema  doctrinal.  El  hecho  de  que  los  Salmos  toquen  ciertos asuntos en su estilo musical y poético, no nos permite suponer que el modo como expresan el asunto sea tema para un debate racional. ¿Quién  entre  nosotros   al  cantar  el  himno  “Castillo  fuerte  es nuestro  Dios”   supondría   que  Dios   es  en  realidad   ese  tipo  de fortificación  o pared  impenetrable?  Entendemos que “castillo  fuer­ te”  es  una  forma  figurada  de  pensar  acerca  de  Dios,  Del  mismo modo,  cuando  el  salmista  dice:  “Y  en  pecado  me  concibió  mi madre”  (Salmo  51:5),  no  está  estableciendo  la  doctrina  de  que  la concepción   es  pecado,   ni  de  que  todas   las  concepciones   sean pecado, ni de que su madre fuera pecadora por quedar encinta, ni de que el pecado original  se aplica a los niños antes de nacer, ni nada el poeta no les daba ninguno. Recordemos que la poesía hebrea usa parecido.  El  salmista  ha  usado  la  hipérbole o exageración con el paralelismo, y que una forma común es el paralelismo sinónimo, en el cual la  segunda línea refuerza o repite el sentido del primer verso. Las dos  líneas  juntas   dan  el  significado que  el poeta se propone,  y  el  segundo  verso no  dice  nada   nuevo  o  diferente.

 3.        También  conviene  saber  que  el  vocabulario  de  la  poesía  es intencionalmente metafórico. Entonces hay que buscar el propósito de la metáfora. En los Salmos, los montes "saltan como carneros" (114:4, ¡qué manera tan maravillosa de cantar sobre los milagros que acompañaron el Éxodo!); "espadas hay en los labios de los enemigos (59:7, ¿quién no ha sentido el agudo dolor causado por las calumnias y las mentiras?); y se hace referencia a Dios como pastor, fortaleza, escudo y roca. Es importante entender las metáforas y saber lo que significan. Tampoco se deben ver metáforas donde no las hay, ni tomarlas al pie de la letra. Así, con el Salmo 23 se podría cometer el error de suponer que Dios quiere que seamos como ovejas y nos portemos como tales, o que quiere que llevemos una vida rural o pastoril. Entonces el salmo se convertiría en un tratado contra la vida urbana. La incapacidad para apreciar el lenguaje simbólico (metáforas y símiles) y para traducir a hechos reales las nociones simbólicas más abstractas del salmo, puede hacer que una, persona lo aplique erróneamente.

 Los Salmos  como literatura

Como  los  Salmos,   poemas   musicales,   son  también   una  forma literaria, es importante reconocer  ciertos  rasgos literarios  de ellos al leerlos   o  estudiarlos.  Si  no,  se  puede   caer  en  varios  errores  de interpretación  y  aplicación.


1.         Los  Salmos   son  de  diversos   tipos   diferentes.   Debido  a  su importancia, hablaremos más adelante de ellos. Ahora vale recordar que  los  israelitas   conocían todos  esos  tipos.  Sabían  la  diferencia  entre  un salmo de lamentación (en el cual un individuo o un grupo podía  expresar  su  tristeza  delante  del Señor  y pedir  auxilio)  y un salmo  de acción  de gracias  (alegría por la misericordia   que Dios ya les había  manifestado). Como nosotros  no usamos  los Salmos  de la misma  manera   que  los  israelitas,   es  difícil  entenderlos así  no  se conoce  el tipo  de  salmo  que  se lee.
2.         Cada  uno  de  los  Salmos  está  caracterizado  también   por  su forma;  esto es, el tipo en particular, determinado por las características  (en especial la estructura) que comparte  con otros salmos de su tipo.  Cuando   se  entiende  la  estructura,  se  puede   reconocer,   por ejemplo,   la  transición  de  sujeto  a  sujeto,  y  la  distribución  de  la atención dada  a ciertos  asuntos,   para  apreciar  así  el mensaje  que transmite el salmo.  Esto se verá en la muestra  exegética  que damos más  adelante.
3.         Cada uno  de los tipos  de salmos  desempeña una función  en la vida de Israel. Cada salmo tiene un propósito.  Por eso, no sería lógico tomar  un  salmo  real, cuyo propósito  original  era la celebración   del mes de  palabras  y  sonidos,  como  también  en  juegos   de  palabras. Algunos  salmos  son  acrósticos;[1]  esto  es,  las  letras  iniciales  de  los versículos  van  en  orden  alfabético,  como  sucede  en  el  Salmo  119, cuya norma de enumeración y repetición guía al creyente a través de una larga lista de beneficios y responsabilidades con respecto a la ley de  Dios.
4.         Cada salmo se debe leer como una  unidad  literaria. Los Salmos se deben  tratar  como  unidades  independientes,  no  como  partes  de un todo, como en el caso de los Proverbios, y se deben apreciar cada uno  en  su  valor  propio,  aparte  de  su  relación  con  el  todo.  Es  útil seguir el movimiento  y el equilibrio  del salmo. Cada salmo tiene su norma de desarrollo, según la cual se presentan  sus ideas y se llega a alguna  clase  de  conclusión.
5.         Debido  a  la  unidad  literaria  de  un  salmo  dado,  hay  que  tener cuidado  de  no  tomar  versículos  fuera  de  contexto  para  interpretarlos. Por ejemplo, el Salmo 105:34: “Habló, y vinieron  langostas, y pulgón  sin número.”  Tomado fuera  de contexto, puede  sugerir que las langostas  y  el pulgón  son agentes especiales de Dios  para  hacer ciertas  cosas  en  la  tierra,  o  que  ellos  llevan  su  Palabra.  ¿Cómo  se compara esto, entonces, con el Salmo 85:12: “Jehová dará también el bien,  y nuestra  tierra  dará  su fruto”,  pues  las langostas  y  el pulgón son destructores  de la tierra  (Joel  2:25)?  ¿Cómo puede  ser que Dios traiga la plaga y al mismo tiempo garantice que dará bien y fruto a la tierra?   En   el   contexto   de   los   poemas   musicales   a   los   cuales pertenecen  a estos textos, hay una estructura  de significado que nos ayuda a definir las palabras  de los versículos,  y a entenderlas  según su  propósito  real,  y  no  según  el  propósito  que  les  asignemos  al tomarlos  fuera  de  texto.  El  Salmo  85  es  una  presentación   de  los beneficios  que  Dios  da  a  la  tierra  de  Israel,  como  ejemplo  de  su fidelidad  a sus promesas.  El Salmo 105 describe el modo como Dios usó las langostas y pulgones en la plaga con la cual El forzó al faraón a dejar  salir libre al pueblo  de Israel  de Egipto. Por tomar  partes  de estos salmos fuera de contexto  se llega a conclusiones equivocadas. Siempre que se usa mal una pieza literaria, ésta no puede cumplir su propósito  original. Si se aplica  mal aunque sólo sea una parte de un salmo,  entonces  se  distorsiona  el  propósito  de  Dios  al  inspirarlo.

EL USO DE LOS  SALMOS EN EL ISRAEL  ANTIGUO

Los Salmos fueron cantos funcionales, compuestos  para  la adoración  a  Dios  por  los  israelitas  de  la  antigüedad.  Por  funcionales, función  primordial de establecer  la comunicación entre el adorador y Dios. No  es  posible   dar  con  certeza   la  fecha  de  composición  de  la mayoría  de los Salmos.  Esto no es un problema  exegético  importante. Los Salmos  se aplican a todas  las épocas.  Sus usos  en el Israel antiguo  son  instructivos para  nosotros,  pero  no  nos  confinan  a la adoración y  la oración   de  una  edad  pasada.  Por  la forma  en  que hablan  al corazón  de un creyente  o grupo  de creyentes  reunidos en adoración, se  demuestra el  valor  universal   y multicultural  de  los Salmos.
En tiempos  antiguos, los israelitas  usaban  comúnmente los Salmos como auxiliares  en la adoración cuando  traían  sacrificios  al templo en  Jerusalén.   Es  posible   que  hubiera   cantantes   profesionales  que algunas  veces cantaban los Salmos  durante  los momentos  en que la gente  se  reunía   para  adorar   a  Dios,  aunque  es  improbable.   Sin embargo,  es obvio  que  el conocimiento de los Salmos  se extendía  ampliamente más allá del templo,  y que la gente comenzó a cantarlos  en toda clase de situaciones, cada vez que las palabras  de los salmos expresaban  sus propias  actitudes y circunstancias. Al fin, se agrupa­ ron los Salmos  en grupos  llamados  “libros”, cinco en total: libro 1, Salmos  1-41; libro  2, Salmos  42-72; libro  3, Salmos  73-89; libro 4, Salmos  90-106;  libro  5, 8almos   107-150.  Como  ciertos  grupos  de Salmos   tienen   características  especiales,  es  posible   que  fueran coleccionados originalmente en su categorías, que fueron  incluidas dentro  de los cinco libros mayores. Estas categorías no son importantes para la presente  organización del libro de los salmos, porque  hay demasiados tipos  diferentes entre  los que se encuentran en el orden actual.

Según los títulos,  que no son parte del original de los Salmos, ni se consideran inspirados, David escribió casi la mitad de los Salmos, 73 en total; Moisés escribió  uno  (Salmo 90); Salomón  dos (Salmos 72 y 127); los hijos  de Asaf escribieron varios,  los  hijos  de Coré varios, etc. Después que los israelitas regresaron  del exilio y reconstruyeron el templo,  parece  que se hizo una  recopilación formal  del libro de los Salmos,  casi  un  “himnario  del  templo”,   colocando   el Salmo  1 al principio como  introducción, y el Salmo  150 al final como conclusión.  En el Nuevo  Testamento vemos  que  los judíos  en general,  y Jesús y sus discípulos en particular, conocían  bien los Salmos. Estos eran  parte  de  su  adoración. Pablo  les  recomienda   a los  primeros cristianos que se animen unos a otros con "salmos e himnos y cánticos espirituales" (Efesios 5:19; Colosenses 3:16). Estas palabras se pueden referir todas a los Salmos, aunque al dar este consejo.

LOS DIFERENTES  TIPOS DE  SALMOS

Es  posible   agrupar,   los  Salmos  en  siete  categorías   diferentes. Aunque  estas  pueden  sobreponerse  unas a  otras o tener subcategorías, son útiles para clasificar los Salmos y guiar al lector en el buen uso  de  ellos.

Elegías
Las elegías constituyen el grupo más extenso del Salterio. Hay más de 60, entre las individuales  y  las congregacionales.  Las individua­ les (3, 22, 31, 39, 42, 57, 71, 120, 139, 142) le ayudan a la persona  a expresar  sus  luchas,  sufrimientos  o  desengaños  delante  del  Señor. Las elegías congregacionales  (12, 44, 80, 94, 137, por ejemplo) hacen lo mismo, pero con un grupo de personas.  ¿Está usted  desanimado? ¿Está pasando  su iglesia por un momento difícil? ¿Es usted  parte de un  grupo,  grande o pequeño,  que se pregunta  por  qué las cosas  no marchan  tan bien  como  deberían?  Si es así, los Salmos de este tipo son  una  ayuda  valiosa  para  la  expresión  de  sus  preocupaciones delante  del  Señor.  Los  antiguos  israelitas  pasaban  con  frecuencia grandes  dificultades.  Las  elegías  del  libro  de  los  Salmos  expresan con  fervor  sincero  y  profundo  el  desaliento  que  el  pueblo  sentía.

Salmos  de  acción   de gracias
Estos  Salmos  se  usaban   en  circunstancias  muy  opuestas  a  las elegías. Tales  Salmos expresan  gozo  delante  del  Señor porque  algo ha salido bien, o porque  las circunstancias  eran buenas  y el pueblo tenía  razón  para  dar  gracias  a  Dios  por  su  fidelidad,  protección  y beneficio.  Estos  salmos  ayudan  al  individuo  o a  la congregación  a expresar su agradecimiento. En total, hay seis salmos congregacionales de agradecimiento  (65, 67, 75, 207, 124, 136) y diez individuales (18,  30,  32,  34,  40,  66,  92,  116,  118,  138)  en  el  Salterio.

Himnos de alabanza
Estos  salmos,  sin  referencia  particular  a  miserias  anteriores  ni  a realizaciones  gozosas recientes,  se concentran  en la alabanza  a Dios por  ser  quien  es,  por  su  grandeza  y  los  bienes  que  ha  derramado sobre toda la tierra, y sobre su propio pueblo. Se puede alabar a Dios como Creador del universo, como en los Salmos 8, 19, 104 y  148. Se le puede alabar como el protector y benefactor  de Israel, como en los Salmos 66, 100, 111, 114 y  149. Se alaba a Dios como el Señor de la historia en los Salmos 33, 103, 113, 117, 145-147. Dios merece la alabanza. Estos salmos están adaptados especialmente para la alabanza individual o congregacional en la adoración.

Salmos de la historia de la salvación
Estos pocos salmos (78, 105, 106, 135, 136) se centran en un repaso de la historia de  las obras salvadoras de Dios entre el pueblo de Israel, especialmente el haberlos librado de la esclavitud en Egipto y su formación como pueblo. Israel, de quien vino Jesucristo y a través del cual se nos  entregó la Palabra de Dios, es por supuesto una nación especial en la historia  humana, y estos salmos de salvación celebran su historia.

Salmos de celebración y afirmación
En esta categoría se incluyen varios tipos de salmos. El primer grupo es el de las liturgias de renovación del pacto, tales como los Salmos 50 y 81, que llevan al pueblo de Dios a una renovación del pacto que El hizo en el monte Sinaí. Estos salmos pueden servir con eficacia como guías de adoración en un servicio de renovación. Los Salmos 89 y 132 a menudo  se  clasifican como salmos del pacto davídico, y alaban la importancia de la elección del linaje de David por parte de Dios. Como este linaje lleva al nacimiento de nuestro Señor, estos salmos sirven de fondo a su ministerio mesiánico. Hay nueve salmos en el Salterio que tratan especialmente de la monarquía. Entre estos, llamados salmos reales (2, 18, 20, 21, 45, 72, 101, 110, 144) se incluyen un salmo real de acción de gracias (18) y una elegía o lamentación real (144). La monarquía en el Israel antiguo era una  institución  importante,  porque a través de ella Dios proveía estabilidad y protección. Aunque la mayoría de los reyes de Israel no fueron  fieles a  Dios, El  podía   usar  a  cualquiera  de  ellos  para propósitos  buenos.  Dios obra a  través  de  intermediarios  en  la sociedad,  y la alabanza  de la función  de ellos es lo que encontramos en  los  salmos  reales. En relación  con  los  salmos  reales  están  los  llamados  Salmos  de entronización  (24,  29,  47,  93,  95—99). Es posible  que  estos  salmos celebraran   la entronización  del  rey  en  Israel,  una  ceremonia   que quizá se repetiría  cada año. Algunos  eruditos han dicho que también representan  la  entronización  del  Señor  mismo,  y  se  usaban  para celebrarla  en la liturgia,  aunque la evidencia es escasa  al respecto.  Finalmente, hay una categoría  llamada  Cantos de Sion o Cantos de la ciudad  de Jerusalén  (46, 48, 76, 84, 87, 122). Según las predicciones  de Dios para  los israelitas a través  de Moisés,  mientras  estaban  todavía  en el desierto (Deuteronomio 12), Jerusalén  se convirtió  en la ciudad  principal   de Israel,  el lugar donde  se construyó  el templo,  y la  Nueva  Jerusalén  (cielo),  estos  salmos  siguen  siendo  útiles  en  la adoración   cristiana.

Salmos de sabiduría o  sapienciales
Se pueden  colocar  ocho  salmos  en esta  categoría: 36,  37, 49,  73, 112, 127, 128 y 133. También podemos notar que Proverbios  8 es un salmo  en  sí  mismo,  y  alaba  como  estos  otros  los  méritos  de  la sabiduría   y   la   vida   sensata.   Estos   salmos   se   pueden   leer   con provecho junto  con el libro de los Proverbios. 

Cantos  de confianza
Estos  diez  salmos  (11,   16,  23,  27,  62,  63,  91,  121,  125  y  131) centran su atención  en el hecho  de que se puede  confiar en Dios, y que aun en tiempos de desesperación, se debe hablar de su bondad  y el cuidado que tiene por su pueblo. Dios se deleita en saber que los que creen  en  El  confían  en  El,  tanto  respecto  de su  vida,  como  de todo  lo  que  El  quiera  darles.  Estos  salmos  nos  ayudan  a  expresar nuestra  confianza  en  Dios,  ya  sea  que  nos  vaya  bien  o  no.
Para  los que deseen  explorar aun más las diferentes  categorías  de Salmos y entender  sus características,  les recomendamos  Out of the Depths   por   Bernhard   Anderson   (Filadelfia:   Westminster   Press, 1974). Este  libro no  sólo contiene  detalles  adicionales  acerca  de  la función de los Salmos en el Israel antiguo, sino que también  sugiere su  función  en  la  vida  de  los  creyentes  modernos.


UN EJEMPLO DE EXÉGESIS

Para poder  ilustrar la manera  como la forma y la estructura  de un salmo nos ayudan a apreciar su mensaje, hemos escogido dos salmos para un examen más de cerca. Uno es una elegía personal;  el otro es un  salmo  de  acción  de  gracias.

Salmo 3: Una elegía

Al  comparar   con  cuidado  todos   los  salmos  de  lamentación   o elegías, los eruditos han  encontrado seis elementos que aparecen en casi  todos:
1.         Invocación.  El  salmista  identifica  a quien  se ora  el salmo, que es,  por  supuesto,  el  Señor.
2.         Lamento.   El   salmista   expresa,   sincera   y  enérgicamente,   un lamento con el que identifica el problema y la razón para buscar la  ayuda  del  Señor.
3.         Confianza. El salmista expresa su confianza en Dios. (¿Para qué quejarse a Dios ni no se confía en Él?) Además,  se debe confiar que El  responde  al  lamento  del  modo  que El  quiera,  no  como uno  lo  desee.
4.         Liberación. El salmista pide a Dios la liberación  de la situación descrita  en  el  lamento.
5.        Seguridad. El salmista expresa la seguridad de que Dios librará. Esta seguridad es comparable con la expresión de confianza.
6.         Alabanza. El salmista ofrece alabanzas, dando honor y gracias a Dios por las bendiciones del pasado, el presente y el futuro. Dios por las bendiciones del pasado, el presente y el futuro.

Salmo 3
1          ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!
Muchos son los que se levantan contra mí.
2          Muchos son los que dicen de mí: No hay para él  salvación en Dios.
Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el  que  levanta mi cabeza.
Con mi voz clamé a Jehová,
Y  él me respondió desde su monte santo.
Yo me acosté y dormí,
Y  desperté, porque Jehová me sustentaba.
6          No temerá a diez millares de gente,
Que pusieren sitio contra mí.
Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío;
Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla;
Los dientes de los perversos quebrantaste.
8          La salvación es de Jehová;
Sobre tu pueblo sea tu bendición.

En el salmo anterior, los seis elementos de la lamentación se deben identificar así:

1.         Invocación.
Esta es el “oh Jehová” del versículo 1. La invocación no tiene que  ser extensa ni muy bonita. Las oraciones sencillas son tan  eficaces como las  elocuentes. No tenemos necesidad de “impresionar” al Señor.
2.         Lamento.
Este comprende el resto del versículo 1 y todo el versículo 2. David describe a los enemigos (que en estos salmos son símbolos personificados de  cualquier desgracia o problema), y lo desesperado de su situación. Así se puede  expresar cualquier dificultad.
3.         Confianza.
Los versículos  3-6   expresan  la confianza en  el Señor. La evidencia  de la confianza en Dios se encuentra en El mismo, en sus respuestas a las oraciones y en la seguridad que da a los suyos aun en situaciones que  parecen desesperadas.
4.         Liberación.
En el versículo 7a, David expresa su petición de constituye  una  declaración  de confianza. ¿Qué clase de confianza  comunica  esta  imagen  de Dios  en  plena  lucha?  El lenguaje  es  metafórico  y  no  literal.  Una  paráfrasis  aceptable sería: “Tú  has  vencido  todos mis  problemas  reales”,  pues  los “enemigos”  y los “perversos”  representan  los problemas y las angustias  que  David  tenía  entonces  y  que  nosotros  tenemos ahora. En este cuadro vívido, se puede ver la derrota de todo lo que  nos  oprime.  Ahora  bien,  recordemos  que  esta  parte  del salmo no  promete  que el pueblo  de Dios vaya a estar libre de dificultades.  Expresa  la  seguridad  de  que  Dios  a  su  debido tiempo cuidará de nuestros problemas verdaderamente importantes,  según  el  plan  que tiene  para  nosotros.
5.  Alabanza.
El versículo  8 alaba a Dios por su fidelidad. Jehová salva y bendice, pues no se pediría bendición a quien no puede darla. Se  puede  aprender  mucho  de  una  elegía  como  el  Salmo  3.  La importancia de la oración equilibrada (la petición se equilibra con la apreciación; las quejas con la expresión de confianza) ocupa quizá el primer  lugar. La manifestación  de sinceridad  (obsérvese con cuánta libertad  y fuerza  David  es inspirado  para  componer  su  queja  y su petición)  nos hace estar más dispuestos a expresarnos abiertamente delante  de Dios  sin  encubrir  nuestros  problemas. Este  salmo  no  tiene  el  propósito   de  instruir,  sino  de  guiar. Podemos usarlo cuando estamos desanimados, desalentados, rodeados de problemas,  casi derrotados. Nos ayudará a expresar nuestros pensamientos  y  sentimientos  y a  confiar  en  la  fidelidad  de  Dios, como ayudaba también a los israelitas. Dios lo ha puesto en la Biblia para  que nos ayude a comunicarnos  con El: “Echando toda vuestra ansiedad  sobre  él,  porque  él  tiene  cuidado  de vosotros”  (1  Pedro5:7).
Los salmos elegiacos de grupo, a veces llamados  “elegías congregacionales”, siguen la misma norma. Una iglesia u otro grupo que confronte  circunstancias  difíciles,  puede  usar  estos salmos  de  modo  análogo  a  como  la  persona  sola  usa  el  Salmo  3.

Salmo  138: Un  salmo  de acción  de gracias

 Los salmos de acción  de gracias  tienen  una  estructura  diferente, como era de esperarse, pues tienen un propósito diferente en lo que expresan. Los elementos del salmo de acción de gracias son los siguientes:

1.         Introducción.
Aquí se resume el testimonio del salmista sobre la ayuda de Dios.
2.         Ansiedad.
Se presenta la situación de la cual los libró Dios.
3.         Petición.
El salmista reitera la petición hecha a Dios.
4.         Liberación.
Se describe la salvación dada por Dios.
5.         Testimonio.
Se alaba la misericordia de Dios.
Como se ve en el bosquejo, los salmos de acción de gracias se centran en la apreciación de las misericordias pasadas. Se dan gracias a Dios por lo que ha hecho. El orden de los cinco elementos anteriores puede variar mucho. Un orden fijo limitaría la creatividad del autor inspirado.

UNA  NOTA  ESPECIAL  SOBRE LOS  “SALMOS  IMPRECATORIOS”[2]

Lo comprensible que es el lenguaje de los Salmos es una razón por la cual el pueblo de Dios en todas las épocas los ha apreciado tanto. En ellos se encuentra una gama completa de emociones humanas. El salmista  nos  ayuda  a  expresar  nuestra  tristeza,  aun  extrema,  con dramáticas  expresiones  (p.e.,  Salmo  69:7-20  u  88:3-9).  Por  felices que nos sintamos, también nos ayuda a expresar esa felicidad (Salmo 98;  133;  23:5,  6).  Su  lenguaje  hiperbólico  (ya  exagerado)  es  muy difícil  de  superar.
La tristeza y la alegría no son pecado, pero la amargura, el enojo y el  odio  pueden  llevar  a  pensamientos  o  actos  pecaminosos,  tales como el deseo o la intención de hacer daño a otros. Es verdad que es mejor  expresar  el  enojo  con  palabras,  que  en  actos  de  violencia. Algunas   partes   de  ciertos   salmos  nos   ayudan   en  esto,  y   con exageración.  Guían  y canalizan  verbalmente  nuestro  enojo a través de Dios, antes que contra alguna  otra persona,  en palabras  o actos. Los salmos que contienen verbalizaciones  dirigidas a Dios y relacionadas con el enojo con otros, se llaman "imprecatorios."
 Sería inútil y falto de honradez tratar de negar que algunas veces tenemos pensamientos negativos hacia otros, ya sea que tales pensamientos sean siempre pecaminosos o no. Dios, a través de los salmos imprecatorios, nos invita: "Temblad y no pequéis" (Salmo 4:4). También debemos cumplir la enseñanza del Nuevo Testamento: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo" (Efesios 4:26, 27), al expresar nuestro enojo directamente a Dios, antes que buscar la venganza  pagando mal por mal. Los salmos imprecatorios controlan nuestro enojo y nos ayudan a expresarlo (a Dios) con las mismas exageraciones intencionales que conocemos en otros  tipos de salmos.
Las partes imprecatorias de los Salmos casi siempre se encuentran en las elegías. El Salmo 3, descrito antes, contiene en el versículo 7 una maldición que, como la mayoría  de las otras que se encuentran en los Salmos, es breve y por tanto no demasiado  ofensiva. Sin embargo, algunas imprecaciones o maldiciones son bastante extensas y duras (véanse partes de los Salmos 12, 35, 58, 59, 70, 83, 109, 137 y 140).
Consideremos, por ejemplo, el Salmo 137:7-9:
Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,
Cuando decían: Arrasadla; arrasadla
Hasta los cimientos.
8    Hija de Babilonia la desolada, Bienaventurado el que te  diere el pago De lo que tú nos hiciste.
Dichoso el que tomare y estrellare tus niños contra la peña.
El Salmo 137 es un lamento por el sufrimiento soportado por los israelitas en el exilio; su capital, Jerusalén, había sido destruida, y los babilonios, ayudados y  animados por los edomitas, les habían quitado la tierra (vea el libro de Abdías). En obediencia a la Palabra de Dios: “Mía es la venganza y la retribución” (Deuteronomio 32:35; Romanos 12:19) el compositor de este lamento pide el juicio según las maldiciones del pacto. Entre estas maldiciones está la aniquilación de toda  sociedad perversa, que incluye a todos los miembros de la familia (Deuteronomio  32:25; Deuteronomio 28:53- 57). No hay nada en la Escritura que enseñe, por supuesto, que este juicio temporal se deba considerar como indicación del destino eterno de tales personas. Lo que el salmista ha hecho en el Salmo 137 es hablarle a Dios acerca de los sentimientos de los israelitas en su dolor, usando un también  le habla directamente a Jerusalén en el versículo 5. Dios es el único que escucha estas palabras de enojo (y. 7), del mismo modo que  debe  ser  únicamente  Dios  quien  escuche  nuestras  palabras airadas. Los salmos imprecatorios  pueden  apartarnos del pecado, si los  entendemos  en  su  contexto  como  parte  del  lenguaje  de  las elegías,  y  los  usamos   correctamente   para   canalizar  y  controlar nuestro  enojo,  que  puede  volverse  pecaminoso.   Todos  debemos evitar  el  abrigar  o  demostrar  enojo  contra  otros  (Mateo  5:22).
Los salmos imprecatorios  no contradicen  las enseñanzas de Jesús sobre el amor a los enemigos. Nos equivocamos  al igualar la idea de “amar”  con  la  de  “tener  afecto  y  amabilidad   hacia  otros”.  La enseñanza de Jesús define el amor de modo activo. No es tanto cómo siente uno hacia una persona lo que demuestra el amor, sino lo que hace por ella (Lucas  10:25-37). El mandamiento bíblico  es amar no sentir amor. Los salmos imprecatorios nos ayudan a no odiar cuando sentimos  enojo.  Debemos  expresar  sinceramente  nuestra  ira  ante Dios, aunque nuestros sentimientos sean de odio y amargura, y dejar que Dios se encargue de hacer justicia  contra los que nos maltratan. El enemigo que sigue haciendo el mal a pesar de nuestra paciencia, se pone  en grave  aprieto  (Romanos  12:20). El  papel  apropiado  de estos  salmos  es  ayudarnos  a  obedecer  el  mandamiento  “No  seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21), y  a  librarnos  de  nuestro  enojo.

Por último, la palabra “odio” de los Salmos ha sido malentendida.

Cuando  el  salmista   dice:  “,No  odio,  oh  Jehová,   a  los  que  té aborrecen, y me enardezco contra tus enemigos?” (Salmo 139:21), no expresa pecado. De ser así, la declaración de Dios “A Esaú aborrecí” (Malaquías   1:3;  Romanos   9:13),  probaría  que  él  es  pecador.  La palabra   hebrea   que  se  traduce   “aborrecer,   odiar”,   en  algunos contextos  significa  “despreciar”.  También  puede  significar   “ser incapaz  de soportar”,  “no estar dispuesto a soportar” o “rechazar”, las  cuales  son  definiciones  normales  del  léxico  hebreo  para  esta palabra. Por tanto, no se debe suponer que el lenguaje de los salmos imprecatorios   viola   lo  que  se  enseña   en  otros   pasajes   de  Las Escrituras,  incluso  Mateo  5:22.
Por ejemplo, observe la variedad y forma en que se ha traducido aborrecer tomando como parámetro la RVR 1995:

ALGUNAS  OBSERVACIONES  HERMENÉUTICAS  FINALES
Como  muchas  generaciones  de cristianos  han  ido  al  Salterio  en busca de gozo, y de respuesta en tiempos de necesidad, perplejidad o alegría, vacilamos  en ofrecer  una  hermenéutica  de los Salmos, por temor  a  quitarles  valor.  Sin  embargo,  es  necesario  hacer  algunas respuestas fundamentales a la pregunta con la cual comenzamos este ensayo: ¿Cómo  funcionan  estas  palabras   habladas   a  Dios  como Palabra  de Dios para nosotros?  De la misma  manera  que le sirvieron antes a Israel: como oportunidades de hablar  a Dios con las palabras que  El inspiró  a  otros  para  hablar  con  Él en  tiempos  pasados.

Tres  beneficios   fundamentales de  los  Salmos

En el uso  de  los  Salmos  en  el Israel  antiguo  y en  la Iglesia  del Nuevo  Testamento,  podemos  ver tres  modos  importantes como los cristianos podemos  usar los Salmos. Primero,  debemos recordar  que los  Salmos  son  una  guía  para  la adoración. Esto  quiere  decir  que quien   desee  alabar  a Dios,  apelar  a Él o recordar   sus  beneficios, puede  usar  los Salmos  como un  medio  de expresión formal  de sus pensamientos  y sentimientos. Un salmo es una cuidadosa composición  literaria   de  palabras   destinadas  a  ser  habladas.   Cuando   un salmo toca un  tema que deseamos  expresar  ante el Señor,  podemos usar   tal   salmo   para   aumentar   nuestra   capacidad    para   expresar  nuestras   preocupaciones, a pesar  de nuestra  falta  de destreza  para encontrar  las  palabras  apropiadas.

Segundo,   los  Salmos  nos  demuestran  que  podemos   tener  una relación   sincera  con  Dios. Aunque  no nos  dan  mucha  instrucción doctrinal, sí nos  instruyen  por  medio de ejemplos. En los  Salmos podemos   aprender  a  ser  sinceros   y  francos   en  la  expresión  de nuestro   gozo,  desengaño,   enojo  u  otras  emociones.
Tercero,  los Salmos demuestran la importancia de la reflexión  y la meditación  sobre  las  cosas  que  Dios  ha  hecho  por  nosotros.   Nos invitan  a la oración,  al pensamiento  centrado en la Palabra  de Dios (meditación) y a la comunión reflexiva  con  otros  creyentes.  Tales cosas ayudan  a formar  en nosotros  una  vida  de pureza  y amor.  Los Salmos,  como  ninguna   otra  literatura, nos  elevan  a una  posición donde   podemos   comunicarnos  con   Dios,  acercándonos  lo  más posible a la grandeza  de su Reino y a una semejanza  mayor de lo que será la vida con El por toda la eternidad. Aun en los momentos  más grises,  cuando  la vida  se vuelve  dolorosa  e insoportable, Dios está con  nosotros.  “De lo profundo” (Salmo  130:1) clamamos  y esperamos  la  liberación   que  viene   del  Señor,   sabiendo   que  podemos confiar  en Él a pesar  de nuestros sentimientos. El clamor a Dios por su ayuda  no es un juicio a su fidelidad, sino la afirmación  de que ésta es real.


[1] acróstico, ca. (Del gr. κροστίχιον, fin de un verso). adj. Dicho de una composición poética: Constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase.
[2] imprecar. (Del lat. imprecāri). tr. Proferir palabras con que se expresa el vivo deseo de que alguien sufra mal o daño.

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