LOS
SALMOS:
ORACIONES  DE ISRAEL 
Y NUESTRAS
El  libro de los Salmos, colección  de oraciones 
e himnos  hebreos inspirados,  es 
posiblemente  para  la 
mayoría  de  los  cristianos  la porción 
mejor  conocida  y  más  amada 
del  Antiguo  Testamento. El hecho de que los Salmos se
añaden a menudo a las publicaciones  del
Nuevo  Testamento,  y 
de  que  se 
usan  con  tanta 
frecuencia  en  la adoración y la meditación ha dado cierta
prominencia  a este libro de la
Biblia.  Sin embargo,  a pesar 
de todo  esto, hay  quienes 
también entienden  y  usan 
mal  los  Salmos. El 
problema  en la  interpretación  de los Salmos 
surge principalmente de sus características. Como la Biblia es la
Palabra de Dios, la mayoría de los cristianos suponen que todo lo que ella
contiene son palabras de Dios para la gente. Así muchos dejan de reconocer que
la Biblia también contiene palabras habladas a Dios o acerca de Dios, y que  estas 
palabras  también  son 
Palabra  de Dios.
Los  Salmos 
son  precisamente  de  ese  tipo 
de  palabras.  Esto 
es, como los Salmos son básicamente 
oraciones e himnos, son dirigidos a Dios o expresan una verdad  acerca de Dios en un canto. Esto nos presenta
un problema muy singular de hermenéutica en la Escritura.
¿Cómo funcionan estas
palabras dichas a Dios, como Palabra de Dios para   nosotros?  
Como  no  son 
proposiciones,   ni  imperativos,  
ni historias   que  ilustren  
doctrinas,  su  función 
principal   no  es  la
enseñanza de doctrinas ni de moral. Sin embargo, son útiles cuando se usan  para 
los fines propuestos  por  Dios, 
quien  los inspiró: pera ayudarnos  a (1) expresarnos  delante 
de Dios, y  (2)  meditar 
en sus caminos.  Los  Salmos, 
por  tanto,  son 
de  gran  beneficio 
para  el creyente  que 
busca  la  ayuda 
de  la  Biblia 
para  expresar  gozos 
y tristezas,  éxitos  y 
fracasos,  esperanzas  y 
pesadumbres.
Los Salmos se aplican mal
con frecuencia, precisamente porque se entienden  mal. No 
todos  ellos se pueden  entender 
con facilidad  y aplicarlos al
siglo veinte, como el Salmo veintitrés, por ejemplo. En su simbolismo, se
presenta  a Dios como un pastor y al
salmista (y el creyente en general) como su oveja. Su deseo de cuidarnos,  llevándonos a buenos pastos, es decir
satisfaciendo nuestras necesidades protegiéndonos generosamente y
beneficiándonos es evidente para los que están familiarizados con el salmo. 
Otros salmos no se
entienden al primer vistazo. Veamos algunos ejemplos, ¿cómo se usa un salmo que
parece negativo y expresa la tristeza del salmista? ¿Se puede usar en un culto
de la iglesia, o es para uso privado solamente? ¿Qué decir de un salmo que
cuente la historia de Israel y las bendiciones que recibió  de Dios? ¿Puede el cristiano usar bien este
tipo de salmo, o está reservado solamente para los judíos? ¿Qué decir de los
salmos que predicen la obra del Mesías? ¿Qué de los salmos que alaban los
beneficios de la sabiduría? ¿qué de los diversos salmos que hablan de la gloria
de los reyes humanos de Israel? Como muy pocos pueblos del mundo moderno viven
bajo una monarquía, parecería bastante difícil darle sentido a un salmo de
estos. Y finalmente, ¿qué podremos decir del deseo del salmista de que los
niños de Babilonia fueran estrellados contra la peña (137:8, 9)?
Aunque se necesitaría un
libro extenso para presentar todos los tipos de salmos y sus posibles usos, en
este momento damos una guía para que se aprecien y se usen  mejor 
los salmos, tanto en la vida privada del creyente, como en la vida de la
iglesia a la cual asiste.
OBSERVACIONES  EXEGETICAS 
PRELIMINARES
Como sucede con los otros
géneros bíblicos, puesto que los Salmos son un tipo  especial de literatura, requieren un cuidado
especial también en su lectura e interpretación. En su caso, esto significa la
comprensión  de  su 
naturaleza;  es decir,  de 
sus  diversos tipos, formas y
funciones.
La
poesía de los Salmos
Quizá la cosa más
importante que se ha de recordar al leer o interpretar  los 
Salmos sería también la más obvia: son poemas; poemas cantados. Ya hemos
hablado brevemente de las características de la poesía  hebrea en el capítulo anterior, pero
necesitamos mencionar tres puntos adicionales con respecto a los Salmos.
1.         La poesía hebrea se dirigía a la mente a través del corazón;
por eso, sus palabras son intencionalmente emotivas. No hay que tratar de
encontrar significados especiales en palabras o frases a las cuales Un  día 
emite  palabra  a 
otro  día, y  una 
noche  a  otra 
noche  declara  sabiduría. Así el poeta inspirado glorifica a
Dios como Creador en dos pares de versos 
en  paralelismo  sinónimo. Lo que dice el poeta, en forma
sencilla, es: “Dios es revelado en su creación, 
especialmente  en los cuerpos  celestiales.” 
Nuestra  prosa carece de color en
comparación con la magnífica poesía del salmo. El idioma   excelso  
del  poema   lo 
dice  de  un  
modo  mejor   y  más
memorable.  Se notará  que los cuatro versos  no 
dicen  cuatro cosas
diferentes,  aunque  el 
segundo  par  añade 
la  nueva  idea 
de  que, durante  el  día  y 
la  noche,  los 
cielos  revelan  a 
su  Hacedor.  En  el
primer par, el salmista no dice que los “cielos” hacen una cosa, y el
“firmamento” otra; los dos versos juntos 
hablan de una sola realidad gloriosa.
2.         También  se  debe 
recordar  que  los 
Salmos  no  son 
una  clase común  de poemas: 
son  poemas  musicales. 
Estos  no  se leen 
de la misma  manera  que 
una  epístola,  una 
narración  o  una 
ley.  Estos poemas suscitan
emociones y evocan sentimientos, antes que ideas, y  estimulan 
en  el  individuo 
una  reacción  que 
va  más  allá 
de  la comprensión  cognoscitiva 
de  ciertos  hechos. 
Aunque  los  Salmos contienen reflexiones  sobre doctrina, la exposición  doctrinal 
no es su propósito.  Los Salmos,
al igual  que las narraciones,  no enseñan un 
sistema  doctrinal.  El 
hecho  de  que 
los  Salmos  toquen 
ciertos asuntos en su estilo musical y poético, no nos permite suponer
que el modo como expresan el asunto sea tema para un debate racional. ¿Quién  entre 
nosotros   al  cantar 
el  himno  “Castillo 
fuerte  es nuestro  Dios”  
supondría   que  Dios  
es  en  realidad  
ese  tipo  de fortificación  o pared 
impenetrable?  Entendemos que
“castillo  fuer te”  es  una  forma 
figurada  de  pensar 
acerca  de  Dios, 
Del  mismo modo,  cuando 
el  salmista  dice: 
“Y  en  pecado 
me  concibió  mi madre” 
(Salmo  51:5),  no 
está  estableciendo  la 
doctrina  de  que  la
concepción   es  pecado,  
ni  de  que 
todas   las  concepciones  
sean pecado, ni de que su madre fuera pecadora por quedar encinta, ni de
que el pecado original  se aplica a los
niños antes de nacer, ni nada el poeta no les daba ninguno. Recordemos que la
poesía hebrea usa parecido.  El  salmista 
ha  usado  la 
hipérbole o exageración con el paralelismo, y que una forma común es el
paralelismo sinónimo, en el cual la 
segunda línea refuerza o repite el sentido del primer verso. Las
dos  líneas  juntas  
dan  el  significado que  el poeta se propone,  y 
el  segundo  verso no 
dice  nada   nuevo 
o  diferente.
 3.        También  conviene 
saber  que  el 
vocabulario  de  la 
poesía  es
intencionalmente
metafórico. Entonces hay que buscar el propósito de la metáfora. En los Salmos,
los montes "saltan como carneros" (114:4, ¡qué manera tan maravillosa
de cantar sobre los milagros que acompañaron el Éxodo!); "espadas hay en
los labios de los enemigos (59:7, ¿quién no ha sentido el agudo dolor causado
por las calumnias y las mentiras?); y se hace referencia a Dios como pastor,
fortaleza, escudo y roca. Es importante entender las metáforas y saber lo que
significan. Tampoco se deben ver metáforas donde no las hay, ni tomarlas al pie
de la letra. Así, con el Salmo 23 se podría cometer el error de suponer que
Dios quiere que seamos como ovejas y nos portemos como tales, o que quiere que
llevemos una vida rural o pastoril. Entonces el salmo se convertiría en un
tratado contra la vida urbana. La incapacidad para apreciar el lenguaje
simbólico (metáforas y símiles) y para traducir a hechos reales las nociones
simbólicas más abstractas del salmo, puede hacer que una, persona lo aplique
erróneamente.
 Los
Salmos  como literatura
Como  los 
Salmos,   poemas   musicales,  
son  también   una 
forma literaria, es importante reconocer 
ciertos  rasgos literarios  de ellos al leerlos   o 
estudiarlos.  Si  no, 
se  puede   caer 
en  varios  errores 
de interpretación  y  aplicación.
1.         Los  Salmos   son 
de  diversos   tipos  
diferentes.   Debido  a  su
importancia, hablaremos más adelante de ellos. Ahora vale recordar que  los 
israelitas   conocían todos  esos 
tipos.  Sabían  la 
diferencia  entre  un salmo de lamentación (en el cual un
individuo o un grupo podía  expresar  su 
tristeza  delante  del Señor 
y pedir  auxilio)  y un salmo 
de acción  de gracias  (alegría por la misericordia   que Dios ya les había  manifestado). Como nosotros  no usamos 
los Salmos  de la misma  manera  
que  los  israelitas,  
es  difícil  entenderlos así  no  se
conoce  el tipo  de 
salmo  que  se lee.
2.         Cada  uno  de 
los  Salmos  está 
caracterizado  también   por 
su forma;  esto es, el tipo en
particular, determinado por las características 
(en especial la estructura) que comparte 
con otros salmos de su tipo. 
Cuando   se  entiende 
la  estructura,  se 
puede   reconocer,   por ejemplo,   la 
transición  de  sujeto 
a  sujeto,  y 
la  distribución  de  la
atención dada  a ciertos  asuntos,  
para  apreciar  así  el
mensaje  que transmite el salmo.  Esto se verá en la muestra  exegética 
que damos más  adelante.
3.         Cada uno  de los
tipos  de salmos  desempeña una función  en la vida de Israel. Cada salmo tiene un propósito.  Por eso, no sería lógico tomar  un 
salmo  real, cuyo propósito  original 
era la celebración   del mes
de  palabras  y 
sonidos,  como  también 
en  juegos   de 
palabras. Algunos  salmos  son 
acrósticos;[1]  esto 
es,  las  letras 
iniciales  de  los versículos  van 
en  orden  alfabético, 
como  sucede  en  el  Salmo 
119, cuya norma de enumeración y repetición guía al creyente a través de
una larga lista de beneficios y responsabilidades con respecto a la ley de  Dios.
4.         Cada salmo se debe leer como una  unidad 
literaria. Los Salmos se deben 
tratar  como  unidades 
independientes,  no  como 
partes  de un todo, como en el
caso de los Proverbios, y se deben apreciar cada uno  en 
su  valor  propio, 
aparte  de  su 
relación  con  el 
todo.  Es  útil seguir el movimiento  y el equilibrio  del salmo. Cada salmo tiene su norma de
desarrollo, según la cual se presentan 
sus ideas y se llega a alguna 
clase  de  conclusión.
5.         Debido  a  la 
unidad  literaria  de 
un  salmo  dado, 
hay  que  tener cuidado 
de  no  tomar 
versículos  fuera  de 
contexto  para  interpretarlos. Por ejemplo, el Salmo 105:34:
“Habló, y vinieron  langostas, y
pulgón  sin número.”  Tomado fuera 
de contexto, puede  sugerir que
las langostas  y  el pulgón 
son agentes especiales de Dios 
para  hacer ciertas  cosas 
en  la  tierra, 
o  que  ellos 
llevan  su  Palabra. 
¿Cómo  se compara esto, entonces,
con el Salmo 85:12: “Jehová dará también el bien,  y nuestra 
tierra  dará  su fruto”, 
pues  las langostas  y  el
pulgón son destructores  de la tierra  (Joel 
2:25)?  ¿Cómo puede  ser que Dios traiga la plaga y al mismo
tiempo garantice que dará bien y fruto a la tierra?   En  
el   contexto   de  
los   poemas   musicales  
a   los   cuales pertenecen  a estos textos, hay una estructura  de significado que nos ayuda a definir las
palabras  de los versículos,  y a entenderlas  según su 
propósito  real,  y 
no  según  el  propósito  que 
les  asignemos  al tomarlos 
fuera  de  texto. 
El  Salmo  85 
es  una  presentación  
de  los beneficios  que 
Dios  da  a 
la  tierra  de 
Israel,  como  ejemplo 
de  su fidelidad  a sus promesas.  El Salmo 105 describe el modo como Dios usó
las langostas y pulgones en la plaga con la cual El forzó al faraón a
dejar  salir libre al pueblo  de Israel 
de Egipto. Por tomar  partes  de estos salmos fuera de contexto  se llega a conclusiones equivocadas. Siempre
que se usa mal una pieza literaria, ésta no puede cumplir su propósito  original. Si se aplica  mal aunque sólo sea una parte de un
salmo,  entonces  se 
distorsiona  el  propósito 
de  Dios  al 
inspirarlo.
EL
USO DE LOS  SALMOS EN EL ISRAEL  ANTIGUO
Los Salmos fueron cantos
funcionales, compuestos  para  la adoración 
a  Dios  por 
los  israelitas  de 
la  antigüedad.  Por 
funcionales, función  primordial
de establecer  la comunicación entre el
adorador y Dios. No  es  posible  
dar  con  certeza  
la  fecha  de 
composición  de  la mayoría 
de los Salmos.  Esto no es un
problema  exegético  importante. Los Salmos  se aplican a todas  las épocas. 
Sus usos  en el Israel
antiguo  son  instructivos para  nosotros, 
pero  no  nos 
confinan  a la adoración y  la oración  
de  una  edad 
pasada.  Por  la forma 
en  que hablan  al corazón 
de un creyente  o grupo  de creyentes 
reunidos en adoración, se 
demuestra el  valor  universal  
y multicultural  de  los Salmos.
En tiempos  antiguos, los israelitas  usaban 
comúnmente los Salmos como auxiliares 
en la adoración cuando 
traían  sacrificios  al templo en 
Jerusalén.   Es  posible  
que  hubiera   cantantes  
profesionales  que algunas  veces cantaban los Salmos  durante 
los momentos  en que la gente  se 
reunía   para  adorar  
a  Dios,  aunque 
es  improbable.   Sin embargo, 
es obvio  que  el conocimiento de los Salmos  se extendía 
ampliamente más allá del templo, 
y que la gente comenzó a cantarlos 
en toda clase de situaciones, cada vez que las palabras  de los salmos expresaban  sus propias 
actitudes y circunstancias. Al fin, se agrupa ron los Salmos  en grupos 
llamados  “libros”, cinco en
total: libro 1, Salmos  1-41; libro  2, Salmos 
42-72; libro  3, Salmos  73-89; libro 4, Salmos  90-106; 
libro  5, 8almos   107-150. 
Como  ciertos  grupos 
de Salmos   tienen   características  especiales, 
es  posible   que 
fueran coleccionados originalmente en su categorías, que fueron  incluidas dentro  de los cinco libros mayores. Estas categorías
no son importantes para la presente 
organización del libro de los salmos, porque  hay demasiados tipos  diferentes entre  los que se encuentran en el orden actual.
Según los títulos,  que no son parte del original de los Salmos,
ni se consideran inspirados, David escribió casi la mitad de los Salmos, 73 en
total; Moisés escribió  uno  (Salmo 90); Salomón  dos (Salmos 72 y 127); los hijos  de Asaf escribieron varios,  los 
hijos  de Coré varios, etc.
Después que los israelitas regresaron 
del exilio y reconstruyeron el templo, 
parece  que se hizo una  recopilación formal  del libro de los Salmos,  casi 
un  “himnario  del 
templo”,   colocando   el Salmo 
1 al principio como  introducción,
y el Salmo  150 al final como
conclusión.  En el Nuevo  Testamento vemos  que 
los judíos  en general,  y Jesús y sus discípulos en particular,
conocían  bien los Salmos. Estos
eran  parte  de  su  adoración. Pablo  les 
recomienda   a los  primeros cristianos
que se animen unos a otros con "salmos e himnos y cánticos
espirituales" (Efesios 5:19; Colosenses 3:16). Estas palabras se pueden
referir todas a los Salmos, aunque al dar este consejo.
LOS
DIFERENTES  TIPOS DE  SALMOS
Es  posible  
agrupar,   los  Salmos 
en  siete  categorías  
diferentes. Aunque  estas  pueden 
sobreponerse  unas a  otras o tener subcategorías, son útiles para
clasificar los Salmos y guiar al lector en el buen uso  de 
ellos.
Elegías
Las elegías constituyen el
grupo más extenso del Salterio. Hay más de 60, entre las individuales  y  las
congregacionales.  Las individua les (3,
22, 31, 39, 42, 57, 71, 120, 139, 142) le ayudan a la persona  a expresar 
sus  luchas,  sufrimientos 
o  desengaños  delante 
del  Señor. Las elegías
congregacionales  (12, 44, 80, 94, 137,
por ejemplo) hacen lo mismo, pero con un grupo de personas.  ¿Está usted 
desanimado? ¿Está pasando  su
iglesia por un momento difícil? ¿Es usted 
parte de un  grupo,  grande o pequeño,  que se pregunta  por 
qué las cosas  no marchan  tan bien 
como  deberían?  Si es así, los Salmos de este tipo son  una 
ayuda  valiosa  para 
la  expresión  de 
sus  preocupaciones delante  del 
Señor.  Los  antiguos 
israelitas  pasaban  con 
frecuencia grandes 
dificultades.  Las  elegías 
del  libro  de 
los  Salmos  expresan con 
fervor  sincero  y 
profundo  el  desaliento 
que  el  pueblo 
sentía.
Salmos  de 
acción   de gracias
Estos  Salmos 
se  usaban   en 
circunstancias  muy  opuestas 
a  las elegías. Tales  Salmos expresan  gozo 
delante  del  Señor porque 
algo ha salido bien, o porque  las
circunstancias  eran buenas  y el pueblo tenía  razón 
para  dar  gracias 
a  Dios  por 
su  fidelidad,  protección 
y beneficio.  Estos  salmos 
ayudan  al  individuo 
o a  la congregación  a expresar su agradecimiento. En total, hay
seis salmos congregacionales de agradecimiento 
(65, 67, 75, 207, 124, 136) y diez individuales (18,  30, 
32,  34,  40, 
66,  92,  116, 
118,  138)  en 
el  Salterio.
Himnos
de alabanza
Estos  salmos, 
sin  referencia  particular 
a  miserias  anteriores 
ni  a realizaciones  gozosas recientes,  se concentran 
en la alabanza  a Dios por  ser 
quien  es,  por 
su  grandeza  y 
los  bienes  que 
ha  derramado sobre toda la
tierra, y sobre su propio pueblo. Se puede alabar a Dios como Creador del
universo, como en los Salmos 8, 19, 104 y 
148. Se le puede alabar como el protector y benefactor  de Israel, como en los Salmos 66, 100, 111,
114 y  149. Se alaba a Dios como el Señor
de la
historia
en los Salmos 33, 103, 113, 117, 145-147. Dios merece la alabanza. Estos salmos
están adaptados especialmente para la alabanza individual o congregacional en
la adoración.
Salmos
de la historia de la salvación
Estos pocos salmos (78,
105, 106, 135, 136) se centran en un repaso de la historia de  las obras salvadoras de Dios entre el pueblo
de Israel, especialmente el haberlos librado de la esclavitud en Egipto y su
formación como pueblo. Israel, de quien vino Jesucristo y a través del cual se
nos  entregó la Palabra de Dios, es por
supuesto una nación especial en la historia 
humana, y estos salmos de salvación celebran su historia.
Salmos
de celebración y afirmación
En esta categoría se
incluyen varios tipos de salmos. El primer grupo es el de las liturgias de
renovación del pacto, tales como los Salmos 50 y 81, que llevan al pueblo de
Dios a una renovación del pacto que El hizo en el monte Sinaí. Estos salmos
pueden servir con eficacia como guías de adoración en un servicio de
renovación. Los Salmos 89 y 132 a menudo 
se  clasifican como salmos del
pacto davídico, y alaban la importancia de la elección del linaje de David por
parte de Dios. Como este linaje lleva al nacimiento de nuestro Señor, estos
salmos sirven de fondo a su ministerio mesiánico. Hay nueve salmos en el
Salterio que tratan especialmente de la monarquía. Entre estos, llamados salmos
reales (2, 18, 20, 21, 45, 72, 101, 110, 144) se incluyen un salmo real de
acción de gracias (18) y una elegía o lamentación real (144). La monarquía en
el Israel antiguo era una 
institución  importante,  porque a través de ella Dios proveía
estabilidad y protección. Aunque la mayoría de los reyes de Israel no
fueron  fieles a  Dios, El 
podía   usar  a 
cualquiera  de  ellos 
para propósitos  buenos.  Dios obra a 
través  de  intermediarios  en  la
sociedad,  y la alabanza  de la función 
de ellos es lo que encontramos en 
los  salmos  reales. En relación  con 
los  salmos  reales 
están  los  llamados 
Salmos  de entronización  (24, 
29,  47,  93, 
95—99). Es posible  que  estos 
salmos celebraran   la
entronización  del  rey 
en  Israel,  una 
ceremonia   que quizá se repetiría  cada año. Algunos  eruditos han dicho que también
representan  la  entronización 
del  Señor  mismo, 
y  se  usaban 
para celebrarla  en la
liturgia,  aunque la evidencia es
escasa  al respecto.  Finalmente, hay una categoría  llamada 
Cantos de Sion o Cantos de la ciudad 
de Jerusalén  (46, 48, 76, 84, 87,
122). Según las predicciones  de Dios
para  los israelitas a través  de Moisés, 
mientras  estaban  todavía 
en el desierto (Deuteronomio 12), Jerusalén  se convirtió 
en la ciudad  principal   de Israel, 
el lugar donde  se construyó  el templo, 
y la  Nueva  Jerusalén 
(cielo),  estos  salmos 
siguen  siendo  útiles 
en  la adoración   cristiana.
Salmos
de sabiduría o  sapienciales
Se pueden  colocar 
ocho  salmos  en esta 
categoría: 36,  37, 49,  73, 112, 127, 128 y 133. También podemos
notar que Proverbios  8 es un salmo  en 
sí  mismo,  y 
alaba  como  estos 
otros  los  méritos 
de  la sabiduría   y   la   vida  
sensata.   Estos   salmos  
se   pueden   leer  
con provecho junto  con el libro
de los Proverbios.  
Cantos  de confianza
Estos  diez 
salmos  (11,   16, 
23,  27,  62, 
63,  91,  121, 
125  y  131) centran su atención  en el hecho 
de que se puede  confiar en Dios,
y que aun en tiempos de desesperación, se debe hablar de su bondad  y el cuidado que tiene por su pueblo. Dios se
deleita en saber que los que creen 
en  El  confían 
en  El,  tanto 
respecto  de su  vida, 
como  de todo  lo 
que  El  quiera 
darles.  Estos  salmos 
nos  ayudan  a 
expresar nuestra  confianza  en 
Dios,  ya  sea 
que  nos  vaya 
bien  o  no.
Para  los que deseen  explorar aun más las diferentes  categorías 
de Salmos y entender  sus
características,  les recomendamos  Out of the Depths   por  
Bernhard   Anderson   (Filadelfia:   Westminster  
Press, 1974). Este  libro no  sólo contiene 
detalles  adicionales  acerca 
de  la función de los Salmos en el
Israel antiguo, sino que también  sugiere
su  función  en 
la  vida  de 
los  creyentes  modernos.
UN
EJEMPLO DE EXÉGESIS
Para poder  ilustrar la manera  como la forma y la estructura  de un salmo nos ayudan a apreciar su mensaje,
hemos escogido dos salmos para un examen más de cerca. Uno es una elegía
personal;  el otro es un  salmo 
de  acción  de 
gracias.
Salmo
3: Una elegía
Al  comparar  
con  cuidado  todos  
los  salmos  de 
lamentación   o elegías, los
eruditos han  encontrado seis elementos
que aparecen en casi  todos:
1.         Invocación.  El  salmista 
identifica  a quien  se ora 
el salmo, que es,  por  supuesto, 
el  Señor.
2.         Lamento.   El  
salmista   expresa,   sincera  
y  enérgicamente,   un lamento con el que identifica el problema
y la razón para buscar la  ayuda  del 
Señor.
3.         Confianza. El salmista expresa su
confianza en Dios. (¿Para qué quejarse a Dios ni no se confía en Él?) Además,  se debe confiar que El  responde 
al  lamento  del 
modo  que El  quiera, 
no  como uno  lo 
desee.
4.         Liberación. El salmista pide a Dios la liberación  de la situación descrita  en 
el  lamento.
5.
       Seguridad. El salmista expresa la
seguridad de que Dios librará. Esta seguridad es comparable con la expresión de
confianza.
6.
        Alabanza. El salmista ofrece
alabanzas, dando honor y gracias a Dios por las bendiciones del pasado, el
presente y el futuro. Dios por las bendiciones del pasado, el presente y el
futuro.
Salmo 3
1          ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!
Muchos
son los que se levantan contra mí.
2          Muchos son los que dicen de mí: No hay para él  salvación en Dios.
Mas
tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el  que 
levanta mi cabeza.
Con
mi voz clamé a Jehová,
Y  él me respondió desde su monte santo.
Yo
me acosté y dormí,
Y  desperté, porque Jehová me sustentaba.
6          No
temerá a diez millares de gente,
Que
pusieren sitio contra mí.
Levántate,
Jehová; sálvame, Dios mío;
Porque
tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla;
Los
dientes de los perversos quebrantaste.
8          La
salvación es de Jehová;
Sobre
tu pueblo sea tu bendición.
En el salmo anterior, los
seis elementos de la lamentación se deben identificar así:
1.         Invocación. 
Esta es el “oh Jehová” del
versículo 1. La invocación no tiene que 
ser extensa ni muy bonita. Las oraciones sencillas son tan  eficaces como las  elocuentes. No tenemos necesidad de
“impresionar” al Señor.
2.         Lamento. 
Este comprende el resto
del versículo 1 y todo el versículo 2. David describe a los enemigos (que en
estos salmos son símbolos personificados de 
cualquier desgracia o problema), y lo desesperado de su situación. Así
se puede  expresar cualquier dificultad.
3.         Confianza. 
Los versículos  3-6  
expresan  la confianza en  el Señor. La evidencia  de la confianza en Dios se encuentra en El
mismo, en sus respuestas a las oraciones y en la seguridad que da a los suyos
aun en situaciones que  parecen
desesperadas.
4.         Liberación. 
En el versículo 7a, David expresa
su petición de constituye  una  declaración 
de confianza. ¿Qué clase de confianza 
comunica  esta  imagen 
de Dios  en  plena 
lucha?  El lenguaje  es 
metafórico  y  no 
literal.  Una  paráfrasis 
aceptable sería: “Tú  has  vencido 
todos mis  problemas  reales”, 
pues  los “enemigos”  y los “perversos”  representan 
los problemas y las angustias 
que  David  tenía 
entonces  y  que 
nosotros  tenemos ahora. En este
cuadro vívido, se puede ver la derrota de todo lo que  nos 
oprime.  Ahora  bien,  recordemos 
que  esta  parte 
del salmo no  promete  que el pueblo 
de Dios vaya a estar libre de dificultades.  Expresa 
la  seguridad  de 
que  Dios  a 
su  debido tiempo cuidará de
nuestros problemas verdaderamente importantes, 
según  el  plan 
que tiene  para  nosotros.
5.  Alabanza. 
El versículo  8 alaba a Dios por su fidelidad. Jehová salva
y bendice, pues no se pediría bendición a quien no puede darla. Se  puede 
aprender  mucho  de  una  elegía 
como  el  Salmo 
3.  La importancia de la oración
equilibrada (la petición se equilibra con la apreciación; las quejas con la
expresión de confianza) ocupa quizá el primer 
lugar. La manifestación  de
sinceridad  (obsérvese con cuánta
libertad  y fuerza  David 
es inspirado  para  componer 
su  queja  y su petición)  nos hace estar más dispuestos a expresarnos
abiertamente delante  de Dios  sin 
encubrir  nuestros  problemas. Este  salmo 
no  tiene  el 
propósito   de  instruir, 
sino  de  guiar. Podemos usarlo cuando estamos
desanimados, desalentados, rodeados de problemas,  casi derrotados. Nos ayudará a expresar
nuestros pensamientos  y  sentimientos 
y a  confiar  en 
la  fidelidad  de 
Dios, como ayudaba también a los israelitas. Dios lo ha puesto en la
Biblia para  que nos ayude a
comunicarnos  con El: “Echando toda
vuestra ansiedad  sobre  él, 
porque  él  tiene 
cuidado  de vosotros”  (1 
Pedro5:7).
Los salmos elegiacos de
grupo, a veces llamados  “elegías
congregacionales”, siguen la misma norma. Una iglesia u otro grupo que
confronte  circunstancias  difíciles, 
puede  usar  estos salmos 
de  modo  análogo 
a  como  la 
persona  sola  usa 
el  Salmo  3.
Salmo  138: Un 
salmo  de acción  de gracias
 Los salmos de acción  de gracias 
tienen  una  estructura 
diferente, como era de esperarse,
pues tienen un propósito diferente en lo que expresan. Los elementos del salmo
de acción de gracias son los siguientes:
1.         Introducción. 
Aquí se resume el
testimonio del salmista sobre la ayuda de Dios.
2.         Ansiedad. 
Se presenta la situación
de la cual los libró Dios.
3.         Petición. 
El salmista reitera la
petición hecha a Dios.
4.         Liberación. 
Se describe la salvación
dada por Dios.
5.         Testimonio. 
Se alaba la misericordia
de Dios.
Como se ve en el bosquejo,
los salmos de acción de gracias se centran en la apreciación de las
misericordias pasadas. Se dan gracias a Dios por lo que ha hecho. El orden de
los cinco elementos anteriores puede variar mucho. Un orden fijo limitaría la
creatividad del autor inspirado.
UNA  NOTA 
ESPECIAL  SOBRE LOS  “SALMOS 
IMPRECATORIOS”[2]
Lo comprensible que es el
lenguaje de los Salmos es una razón por la cual el pueblo de Dios en todas las
épocas los ha apreciado tanto. En ellos se encuentra una gama completa de
emociones humanas. El salmista  nos  ayuda 
a  expresar  nuestra 
tristeza,  aun  extrema, 
con dramáticas  expresiones  (p.e., 
Salmo  69:7-20  u 
88:3-9).  Por  felices que nos sintamos, también nos ayuda a
expresar esa felicidad (Salmo 98; 
133;  23:5,  6). 
Su  lenguaje  hiperbólico 
(ya  exagerado)  es  muy
difícil  de  superar.
La tristeza y la alegría
no son pecado, pero la amargura, el enojo y el 
odio  pueden  llevar 
a  pensamientos  o 
actos  pecaminosos,  tales como el deseo o la intención de hacer
daño a otros. Es verdad que es mejor 
expresar  el  enojo 
con  palabras,  que 
en  actos  de 
violencia. Algunas   partes   de 
ciertos   salmos  nos  
ayudan   en  esto, 
y   con exageración.  Guían 
y canalizan  verbalmente  nuestro 
enojo a través de Dios, antes que contra alguna  otra persona, 
en palabras  o actos. Los salmos
que contienen verbalizaciones  dirigidas
a Dios y relacionadas con el enojo con otros, se llaman
"imprecatorios."
 Sería inútil y falto de honradez tratar de
negar que algunas veces tenemos pensamientos negativos hacia otros, ya sea que
tales pensamientos sean siempre pecaminosos o no. Dios, a través de los salmos
imprecatorios, nos invita: "Temblad y no pequéis" (Salmo 4:4).
También debemos cumplir la enseñanza del Nuevo Testamento: "Airaos, pero
no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al
diablo" (Efesios 4:26, 27), al expresar nuestro enojo directamente a Dios,
antes que buscar la venganza  pagando mal
por mal. Los salmos imprecatorios controlan nuestro enojo y nos ayudan a
expresarlo (a Dios) con las mismas exageraciones intencionales que conocemos en
otros  tipos de salmos.
Las partes imprecatorias
de los Salmos casi siempre se encuentran en las elegías. El Salmo 3, descrito
antes, contiene en el versículo 7 una maldición que, como la mayoría  de las otras que se encuentran en los Salmos,
es breve y por tanto no demasiado 
ofensiva. Sin embargo, algunas imprecaciones o maldiciones son bastante
extensas y duras (véanse partes de los Salmos 12, 35, 58, 59, 70, 83, 109, 137
y 140). 
Consideremos, por ejemplo,
el Salmo 137:7-9:
Oh Jehová, recuerda
contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,
Cuando decían:
Arrasadla; arrasadla
Hasta los
cimientos.
8    Hija de Babilonia la desolada,
Bienaventurado el que te  diere el pago
De lo que tú nos hiciste.
Dichoso el que
tomare y estrellare tus niños contra la peña.
El Salmo 137 es un lamento
por el sufrimiento soportado por los israelitas en el exilio; su capital,
Jerusalén, había sido destruida, y los babilonios, ayudados y  animados por los edomitas, les habían quitado
la tierra (vea el libro de Abdías). En obediencia a la Palabra de Dios: “Mía es
la venganza y la retribución” (Deuteronomio 32:35; Romanos 12:19) el compositor
de este lamento pide el juicio según las maldiciones del pacto. Entre estas
maldiciones está la aniquilación de toda 
sociedad perversa, que incluye a todos los miembros de la familia
(Deuteronomio  32:25; Deuteronomio 28:53-
57). No hay nada en la Escritura que enseñe, por supuesto, que este juicio
temporal se deba considerar como indicación del destino eterno de tales
personas. Lo que el salmista ha hecho en el Salmo 137 es hablarle a Dios acerca
de los sentimientos de los israelitas en su dolor, usando un también  le habla directamente a Jerusalén en el
versículo 5. Dios es el único que escucha estas palabras de enojo (y. 7), del
mismo modo que  debe  ser 
únicamente  Dios  quien 
escuche  nuestras  palabras airadas. Los salmos
imprecatorios  pueden  apartarnos del pecado, si los  entendemos 
en  su  contexto 
como  parte  del 
lenguaje  de  las elegías,  y 
los  usamos   correctamente   para  
canalizar  y  controlar nuestro  enojo, 
que  puede  volverse 
pecaminoso.   Todos  debemos evitar  el 
abrigar  o  demostrar 
enojo  contra  otros 
(Mateo  5:22).
Los salmos
imprecatorios  no contradicen  las enseñanzas de Jesús sobre el amor a los
enemigos. Nos equivocamos  al igualar la
idea de “amar”  con  la  de  “tener 
afecto  y  amabilidad  
hacia  otros”.  La enseñanza de Jesús define el amor de modo
activo. No es tanto cómo siente uno hacia una persona lo que demuestra el amor,
sino lo que hace por ella (Lucas 
10:25-37). El mandamiento bíblico 
es amar no sentir amor. Los salmos imprecatorios nos ayudan a no odiar
cuando sentimos  enojo.  Debemos 
expresar  sinceramente  nuestra 
ira  ante Dios, aunque nuestros
sentimientos sean de odio y amargura, y dejar que Dios se encargue de hacer
justicia  contra los que nos maltratan.
El enemigo que sigue haciendo el mal a pesar de nuestra paciencia, se pone  en grave 
aprieto  (Romanos  12:20). El 
papel  apropiado  de estos 
salmos  es  ayudarnos 
a  obedecer  el 
mandamiento  “No  seas vencido de lo malo, sino vence con el
bien el mal” (Romanos 12:21), y  a  librarnos 
de  nuestro  enojo.
Por
último, la palabra “odio” de los Salmos ha sido malentendida.
Cuando  el  salmista   dice: 
“,No  odio,  oh 
Jehová,   a  los 
que  té aborrecen, y me enardezco
contra tus enemigos?” (Salmo 139:21), no expresa pecado. De ser así, la
declaración de Dios “A Esaú aborrecí” (Malaquías   1:3; 
Romanos   9:13),  probaría 
que  él  es  pecador. 
La palabra   hebrea   que 
se  traduce   “aborrecer,  
odiar”,   en  algunos contextos  significa 
“despreciar”.  También  puede 
significar   “ser incapaz  de soportar”, 
“no estar dispuesto a soportar” o “rechazar”, las  cuales 
son  definiciones  normales 
del  léxico  hebreo 
para  esta palabra. Por tanto, no
se debe suponer que el lenguaje de los salmos imprecatorios   viola  
lo  que  se 
enseña   en  otros  
pasajes   de  Las Escrituras,  incluso 
Mateo  5:22.
Por ejemplo, observe la
variedad y forma en que se ha traducido aborrecer tomando como parámetro la RVR
1995: 
ALGUNAS  OBSERVACIONES 
HERMENÉUTICAS  FINALES
Como  muchas 
generaciones  de cristianos  han 
ido  al  Salterio 
en busca de gozo, y de respuesta en tiempos de necesidad, perplejidad o
alegría, vacilamos  en ofrecer  una 
hermenéutica  de los Salmos, por
temor  a 
quitarles  valor.  Sin 
embargo,  es  necesario 
hacer  algunas respuestas
fundamentales a la pregunta con la cual comenzamos este ensayo: ¿Cómo  funcionan 
estas  palabras   habladas  
a  Dios  como Palabra 
de Dios para nosotros?  De la
misma  manera  que le sirvieron antes a Israel: como oportunidades
de hablar  a Dios con las palabras
que  El inspiró  a 
otros  para  hablar 
con  Él en  tiempos 
pasados.
Tres  beneficios  
fundamentales de  los  Salmos
En el uso  de 
los  Salmos  en  el
Israel  antiguo  y en 
la Iglesia  del Nuevo  Testamento, 
podemos  ver tres  modos 
importantes como los cristianos podemos 
usar los Salmos. Primero,  debemos
recordar  que los  Salmos 
son  una  guía 
para  la adoración. Esto  quiere 
decir  que quien   desee 
alabar  a Dios,  apelar 
a Él o recordar   sus  beneficios, puede  usar 
los Salmos  como un  medio 
de expresión formal  de sus
pensamientos  y sentimientos. Un salmo es
una cuidadosa composición  literaria   de 
palabras   destinadas  a  ser  habladas.  
Cuando   un salmo toca un  tema que deseamos  expresar 
ante el Señor,  podemos usar   tal  
salmo   para   aumentar  
nuestra   capacidad    para  
expresar  nuestras   preocupaciones, a pesar  de nuestra 
falta  de destreza  para encontrar  las 
palabras  apropiadas.
Segundo,   los 
Salmos  nos  demuestran 
que  podemos   tener 
una relación   sincera  con 
Dios. Aunque  no nos  dan 
mucha  instrucción doctrinal, sí
nos  instruyen  por 
medio de ejemplos. En los  Salmos
podemos   aprender  a 
ser  sinceros   y 
francos   en  la 
expresión  de nuestro   gozo, 
desengaño,   enojo  u 
otras  emociones.
Tercero,  los Salmos demuestran la importancia de la
reflexión  y la meditación  sobre 
las  cosas  que 
Dios  ha  hecho 
por  nosotros.   Nos invitan 
a la oración,  al pensamiento  centrado en la Palabra  de Dios (meditación) y a la comunión
reflexiva  con  otros 
creyentes.  Tales cosas
ayudan  a formar  en nosotros 
una  vida  de pureza 
y amor.  Los Salmos,  como 
ninguna   otra  literatura, nos  elevan 
a una  posición donde   podemos  
comunicarnos  con   Dios, 
acercándonos  lo  más posible a la grandeza  de su Reino y a una semejanza  mayor de lo que será la vida con El por toda
la eternidad. Aun en los momentos  más
grises,  cuando  la vida 
se vuelve  dolorosa  e insoportable, Dios está con  nosotros. 
“De lo profundo” (Salmo  130:1)
clamamos  y esperamos  la 
liberación   que  viene  
del  Señor,   sabiendo  
que  podemos confiar  en Él a pesar 
de nuestros sentimientos. El clamor a Dios por su ayuda  no es un juicio a su fidelidad, sino la afirmación  de que ésta es real.
[1] acróstico,
ca. (Del gr. ἀκροστίχιον, fin de un verso). adj.
Dicho de una composición poética: Constituida por versos cuyas letras
iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase.
[2] imprecar.
(Del lat. imprecāri). tr. Proferir palabras con que se expresa el vivo
deseo de que alguien sufra mal o daño.





 
