Unas
notas preliminares
La Biblia
contiene más lenguaje
de naturaleza narrativa que de
ningún otro estilo literario. Por ejemplo, más del 40% del AP (Antiguo Pacto)
se comunica con estilo narrativo. Como AP constituye unas tres cuartas partes
de toda la Biblia, por eso el modo descriptivo es el más común en ella. Los subsiguientes
libros del AP están dispuestos en su
mayor porción o plenamente con naturaleza narrativa:
Génesis, Josué, Jueces, Rut, 1y 2 Samuel, 1y 2
Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras,
Nehemías, Daniel, Jonás y Hageo: Asimismo, Éxodo,
Números, Jeremías, Ezequiel,
Isaías y Job también contienen
gran cantidad de segmentos narrativos.
En el NP,
partes amplias de los cuatro
evangelios y casi todo el libro de los
Hechos son narrativos,
también.
Consideremos que
el Espíritu Santo
sabía bien lo
que estaba creando cuando
infundió una parte
tan grande de
la Biblia en el
género narrativo. Estas breves líneas tratarán
de este tema y del buen uso que
podemos hacer de él en nuestro servicio
a Dios.
I.
LAS CUALIDADES DE LA NARRATIVA
¿Qué es la narrativa?
La narrativa son relatos, no
obstante de vez en cuando empleamos la
palabra relato para puntualizar, optamos
la palabra narración, ya que relato
ha alcanzado a
tener el vínculo de
“lo fingido”, como una fábula de
hadas. De igual forma figura una sola historia, con un solo grupo de personajes
y una sola trama. La Biblia, al contrario,
domina lo que a menudo
oímos llamar la historia de Dios: una historia real, muy substancial,
y con continuidad compleja.
De modo que, para los fragmentos de esta gran historia divina
que tengan la forma de historia y
sin duda su propósito es mostrar a Dios en ejercicio en su creación y en medio
de su pueblo. Las narraciones lo exaltan, nos ayudan a concebir y apreciar, y
nos muestran una descripción de su
providencia y amparo. Conjuntamente, nos dan modelos de muchas otras enseñanzas cardinales
para nuestra vida. Las narraciones del AP, con todo, tienen tramas que son
parte de una trama integral exclusiva, y
tienen un grupo de actores específicos, los más trascendentales de los cuales
es Dios mismo.
Los
niveles de la narrativa
Es bueno saber al leer e instruirse de las narraciones del AP que la historia se
cuenta, en realidad, en tres niveles. El nivel superior es todo el plan
universal de Dios realizado a través de su creación. Los aspectos
clave de la trama de este nivel superior
son la creación inicial; la caída de la humanidad; el poder y la
propagación del pecado; la necesidad
de la redención; y la encarnación
y el sacrificio de Cristo.
Los
aspectos clave del
nivel medio se
centran en Israel
El llamamiento de Abraham;
el establecimiento de un linaje abrahámico a través de los patriarcas; la esclavitud de Israel en Egipto; la liberación
de la esclavitud otorgada por Dios y la
conquista de la tierra prometida en Canaán; los pecados frecuentes de
Israel y su creciente deslealtad; la protección paciente de parte de Dios y sus
esfuerzos por tratar de convencerlos; la destrucción final de Israel, el reino
del norte, y luego de Judá; y la restauración del pueblo santo después del
exilio.
Luego
viene el nivel inferior.
Aquí se encuentran los
centenares de narraciones sueltas que componen los otros dos niveles: la
narración de José vendido por sus hermanos a la caravana de árabes camino de
Egipto; la narración de Gedeón y la forma en que probó a Dios con el vellocino;
la narración del adulterio de David con Betsabé y muchas más.
Observe, con cuidado: cada
narración en particular en el Antiguo Testamento (nivel inferior) es por lo menos parte de la
narración mayor de la historia de Israel en el mundo (nivel medio), que a su
vez forma parte de la narración de la creación de Dios y su redención (nivel
superior). Esta última narración continúa en el NP. No se puede justificar
ninguna narración en particular, sin reconocer su papel dentro de las otras dos.
Algunas veces, una narración está compuesta por otras narraciones más cortas.
Tal narración se puede llamar "narración compuesta". Por fines
prácticos, lo que decimos acerca de los tres niveles de la narración no se
afecta con el reconocimiento de la existencia de las narraciones compuestas en
la Biblia.
Esperamos que el
conocimiento de esta jerarquía de
narraciones le sirva para ser mejor cristiano en su aplicación de las
narraciones del Antiguo Testamento a su propia
vida y al servicio a otros. Cuando Jesús enseñó
que las Escrituras “...
dan testimonio de mí”
(Juan 5:27-29), es obvio que
no se refería a cada
uno de los pasajes del Antiguo
Testamento. Las narraciones
mesiánicas o tipológicas
de Cristo (1 Corintios
10:4) son una
parte importante del
Antiguo Testamento, pero
constituyen sólo una porción
pequeña de toda su revelación. No
obstante, Jesús habló
de la narración
del nivel superior, de la cual su
expiación fue el acto central, y la sujeción de toda la creación a Él fue el
clímax de su trama. Por eso enseñé que toda
la Escritura da
testimonio de Él
y señala hacia
su señorío divino.
Lo que tenemos, pues, son
narraciones particulares (algunas veces
compuestas) dentro de una narración
mayor, que está dentro de la narración superior. Algunas están compuestas de muchas narraciones más cortas. Esto es
característico de todas las historias que tienen argumentos secundarios. En el
Nuevo Testamento tenemos narraciones
(como la de la entrada
triunfal, Lucas 19:28-46)
dentro de narraciones mayores
(Lucas-Hechos), a su vez dentro de la narración de toda la historia de Dios, como se cuenta en la Biblia. El
Antiguo Testamento es similar.
Por ejemplo, la extensa
narración compuesta que llamamos
la “narración de
José” (Génesis 37—50)
contiene muchas narraciones más
cortas acerca de
José, tales como
la narración de sus sueños primeros (Génesis 37:5-11), la historia de su
exaltación y su
caída como esclavo
de Potifar (Génesis
39), la narración de los funerales de Jacob en Canaán (Génesis
50:1-14), etc. De modo que, todas
son parte de
la gran narración
general de la Biblia. No hay nada malo en el estudio de
alguna narración por separado, lo
cual es muy recomendable.
Ahora bien, para
obtener su sentido más completo,
hay que considerar
tal narración dentro
de su contexto más
amplio.
Lo
que no es la
narración
1. Las narraciones del
Antiguo Testamento no
son solamente ellas. En
contraste con las
narraciones humanas, la Biblia
está compuesta especialmente por narraciones divinas. Dios es el héroe de esa
historia, si está
en la Biblia. Hay personajes, sucesos, desarrollo
de las tramas y puntos culminantes en las historias, pero detrás de todo eso,
Dios es el “protagonista” supremo, o el personaje decisivo y principal de todas
las narraciones.
2. Las narraciones del Antiguo Testamento no son alegorías ni
historias con significados ocultos, pero puede haber aspectos de las
narraciones que no sean de fácil comprensión. No siempre podemos entender la
manera como Dios obra en la historia, su influencia en los actos humanos y la
ejecución de su propia voluntad por medio de seres humanos (algunas veces
contra los deseos de las personas; véase Génesis 50:20). No se menciona siempre
con precisión todo lo que Dios hizo para producir una situación que ha sido
narrada en el Antiguo Testamento, y si se menciona lo que Dios hizo, no siempre
se dice cómo o por qué lo hizo. En otras palabras, las narraciones no responden
todas nuestras preguntas sobre un tema dado. Tienen un enfoque limitado, y nos
dan solamente una parte de todo el
cuadro de lo que Dios está haciendo. Tenemos que aprender a contentarnos con
esa comprensión limitada, y restringir nuestra curiosidad en muchos casos; si
no, terminaremos tratando de leer entre líneas cosas que no están en las
historias, y haciendo alegorías de lo
que en realidad son relatos históricos. De este modo se puede
abusar especialmente de las narraciones en forma de parábolas.
Es verdad que la Biblia
misma no dice cómo Dios hace la mayoría de sus obras milagrosas, pero la
curiosidad insaciable y el deseo de saber o entender lo que la Biblia ha excluido,
esto es, de
comprender exactamente cómo
ocurrieron las cosas, puede llevar a
muchas personas a aceptar explicaciones absurdas o fabricadas. La fascinación y
el asombro de la pseudo-ciencia hacen que presenten explicaciones
seudocientíficas de los sucesos milagrosos de la Escritura. Dios sencillamente
no nos ha dicho en la
Biblia cómo hace todas sus obras. Al
tratar de entender ese proceso, se
encuentran explicaciones extrañas y tan incompatibles con las narraciones bíblicas,
que no son explicaciones en realidad.
3. Las narraciones del Antiguo
Testamento no siempre enseñan
directamente. Ponen énfasis en la naturaleza de Dios y su revelación con un
método diferente al de las partes doctrinales o legales de la Biblia, pues
nos permiten experimentar
lo ocurrido en
vez de simplemente aprender
cosas acerca de
los asuntos abarcados
por esos sucesos y
experiencias. Los dichos
modernos, como “para entender bien
algo, hay que
experimentarlo”, no siempre
son verdaderos, pero tienen
un germen de
verdad. El conocimiento algunas veces se adquiere mejor y afecta la conducta de modo más
permanente cuando surge
de la experiencia, o la
participación en algo. Al
seguir de cerca
la acción de
las narraciones del
Antiguo Testamento, el lector toma parte en ellas indirectamente, como
pasa al leer cualquier
historia, no importa
cuán diferentes sean
los personajes y el lector, y no
importa la diferencia en las circunstancias.
Las narraciones dan así un conocimiento práctico de la obra de Dios en su
mundo, y aunque este conocimiento sea secundario, será no obstante un verdadero
conocimiento que puede ayudar a formar su
conducta.
Si usted
es cristiano, el Antiguo Testamento
es su historia espiritual en sentido indirecto. Las
promesas y el llamamiento de Dios
a Israel son sus promesas y
llamamiento históricos (Gálatas
3:29). En sentido más
práctico y útil, Dios le permite
a usted que siga los hechos que
El realizó en aquellos tiempos, al
haber inspirado hombres y mujeres para ponerlos
por escrito de la manera
como El quería que fueran escritos.
Aunque las narraciones del Antiguo Testamento no dan siempre
necesariamente una enseñanza
directa, a menudo
ejemplifican lo que se enseña
directa y categóricamente en otro lugar. Esto representa una
enseñanza implícita, que en correspondencia con
las enseñanzas explícitas de la Escritura, puede producir la enseñanza
que el Espíritu Santo puede
usar de modo
positivo. Por ejemplo,
en el adulterio de David con Betsabé
(2 Samuel 11) no se afirma: “David hizo mal al cometer adulterio y
asesinato.” Se espera que uno sepa que el
adulterio (y el
asesinato) son malos,
porque así se enseña explícitamente en la Biblia (Éxodo
20:13, 14). La narración ilustra el daño hecho a la vida del rey David y a su capacidad para gobernar. No enseña
sistemáticamente sobre el adulterio, y
no se puede usar como el
único fundamento de
tal enseñanza; en
cambio, como ejemplo de los
efectos del adulterio en un caso específico, conlleva un mensaje
poderoso que se
puede grabar en
la mente del
lector uno de los episodios dentro de una narración, tengan que tener su
propia aplicación moral. No se pueden interpretar las narraciones de modo
tan minucioso como si una de sus partes, sucesos,
descripciones o declaraciones tuviera un mensaje especial para el lector,
independientemente de las otras partes.
En realidad, aun en las narraciones bastante largas, todos los componentes de
la narración pueden tener el
mismo objetivo de dar
al lector un
mensaje principal. La narración tiene cierto movimiento, o
superestructura, que enfoca un solo mensaje.
II.
PRINCIPIOS PARA LA INTERPRETACIÓN DE LAS NARRACIONES
1. Una narración
del Antiguo Testamento, por lo
general no enseña directamente
una doctrina. Deben ser ratificadas por las doctrinas enceradas en el
NT.
2. Una narración del Antiguo Testamento usualmente ilustra una
doctrina que se enseña con proposiciones en otra parte.
3.
Las narraciones informan lo que
pasó, no necesariamente lo que debió haber pasado, ni lo que debe pasar todo el
tiempo. Por lo tanto, no todas las narraciones tienen una aplicación moral
identificable.
4.
Lo que los personajes de las
narraciones hacen no es necesariamente un buen ejemplo para nosotros. Con
frecuencia es precisamente lo opuesto.
5. La mayoría de los personajes de las narraciones del Antiguo
Testamento y sus acciones son imperfectos.
6.
No siempre se nos dice al final de
una narración si lo que ocurrió era malo o bueno. Se espera que podamos juzgar
bien con lo que Dios ya nos ha enseñado directa y categóricamente en la
Escritura.
7. Todas las narraciones son selectivas e
incompletas. No siempre se dan todos
los detalles pertinentes
(Juan 21:25). Lo que
aparece en la narración es todo lo que el autor inspirado pensó que era importante que
nosotros supiéramos.
8. Las narraciones no se han
escrito como soluciones a todas
las cuestiones teológicas. Tienen propósitos limitados, específicos y
particulares y tratan ciertos asuntos, dejando otros para que sean tratados en otro
lugar, de otro modo.
9. Las
narraciones pueden enseñar
explícitamente (afirmando
algo con
claridad) o implícitamente (implicando
algo con claridad, pero
sin declararlo).
10. En todos los casos, Dios es siempre el
héroe de las narraciones bíblicas.
III.
SEIS ERRORES DE INTERPRETACIÓN MÁS COMUNES QUE LA GENTE COMETE AL BUSCAR
RESPUESTAS EN ALGUNAS PARTES DE LA BIBLIA.
1. Alegorización.
En vez de centrarse en el
significado claro, hay personas que se ponen a reflexionar en otro significado
que no aparece en el texto. Hay porciones
alegóricas en las Escrituras (p.e., Ezequiel 23 o partes del
Apocalipsis) pero ninguna de las alegorías
bíblicas es una
narración sencilla.
2. Sin
contexto.
Algunas personas
pasan por alto los
contextos históricos y literarios, y a veces la propia narración, se
centran en unidades pequeñas
solamente y así
interpretan mal. Al separarse del contexto, pueden
hacer que casi cualquier parte
de la
Escritura diga lo
que ellos quieran.
3. Selección.
Es semejante al anterior.
Se refiere a la
selección de ciertas
palabras y frases para el estudio,
mientras se pasan por alto los demás, y
se ignora el mensaje de importancia global que dice en
realidad directa o indirectamente
pero nunca por tiene el pasaje estudiado. En vez de buscar el equilibrio entre comunicación mística o
privada. Si uno no puede comunicar con confianza a otros algo que
se enseña implícitamente, para que puedan entenderlo y captar el
mensaje, también probablemente es que uno
está leyendo mal el texto. Lo que el
Espíritu Santo ha inspirado, es de beneficio para todos los creyentes.
Discierna y relate lo que reconoce que la historia contiene; ¡no haga una nueva
historia (2 Pedro 2:3)!
4. Combinación falsa.
Este método
combina elementos aislados en un pasaje y saca conclusiones de esa combinación, aunque los elementos mismos
no estén directamente conectados
en el pasaje. Un ejemplo extremo de este
error común de interpretación sería la conclusión de que los enemigos de uno
están en la propia iglesia, y no fuera
de ella, porque en el Salmo 23 David dice que morará en la casa
de Jehová por “largos días”, y que Dios le ha preparado
mesa delante de sus “angustiadores”.
5. Nueva
definición.
Cuando el significado
sencillo del texto deja a la gente fría, no produce
un deleite espiritual
inmediato, o dice algo que la
gente no quiere
oír, con frecuencia se siente
presentan de manera que cambien su significado llano: “¡Ay de ustedes que aman
tanto el dinero, que han renunciado a su fe en Dios!” y “Ay de ustedes, que se
han vuelto ateos para ganar las alabanzas de los mundanos infieles!” Esto es,
la nueva definición se ha limitado tanto, que ya no constituye peligro para las
personas que definen.
6. Autoridad extra canónica.
Es el uso de alguna clave
externa para la interpretación de
las Escrituras, generalmente un conjunto de doctrinas o un libro que pretenda revelar
verdades bíblicas “que no se pueden saber de otro modo”. Con esto, hay quienes
suponen que pueden resolver los misterios de la Biblia. Las sectas falsas
generalmente se fundan en una autoridad extra-canónica, y tratan la Biblia
como una serie de adivinanzas cuya solución
necesita un conocimiento especial.
Quizá la precaución más útil
que se pueda tener al leer para aprender de las narraciones es ésta: No
trate de imitar o hacer todo lo que lee en la Biblia. No hay ninguna narración
de la Biblia escrita especialmente para usted. La narración de José es acerca
de José y lo que Dios hizo a través de él; no una narración acerca de usted. La
narración de Rut exalta la protección de Dios y su beneficio hacia Rut y los
habitantes de Belén; no directamente hacia usted. Usted siempre puede aprender
mucho de estas narraciones, y de todas las narraciones de la Biblia, pero nunca
debe suponer que Dios espera que usted haga las mismas cosas que hicieron los
personajes de la Biblia, ni que le ocurra a usted lo mismo que a ellos. Los
personajes de la Biblia son a veces buenos, a veces malos, en ocasiones sabios,
y también necios. Algunas veces son ricos, otras miserables; son castigados, o
se tiene misericordia de ellos.
Su tarea es aprender la
Palabra de Dios de las narraciones acerca de ellos, no tratar de hacer todo lo
que se hizo en la Biblia. El hecho de que alguien haya hecho algo en la
historia bíblica, no significa que usted tenga permiso u obligación de hacer lo
mismo también, El deber del cristiano es obedecer, y hacer lo que Dios le pide
que haga a través de las Escrituras. Las narraciones son muy valiosas para
nosotros, porque demuestran vívidamente
la participación de Dios en el mundo e ilustran
sus principios y su llamamiento, únicamente.